¿Qué esconde la arena bajo su piel?
Porque mi puño esconde una magnolia
Mi casa a sus fantasmas silentes
Mi sueño a quienes andan de puntillas
Mi barrio a brujas del tercer mundo
Y mi poema a la mentira más grande:
que al excavar infinitamente en la playa
encontraremos el fin del planeta
Déjenme cantar Never Meant en el karaoke
déjenme arruinarle la noche a todos
para que mi horrible canto se cuele en sus oídos
como las mantarayas se arrinconan bajo el muelle
Déjenme escupirle al guarda condecorado
déjenme hacer mi rabieta universal
mis improperios son esas frutas podridas
que se comen las aves de las piscinas
Déjenme llorar en público
déjenme hacerlo solo una última vez
tengo un traje nuevo, recién estrenado
perfecto para que un ficticio paparazzo me capture bajo la noche cegada
Una vez cumplidos mis tres deseos
cuelguen mi aliento desde el piso más alto
para que desde los dispersores de aire siempre les recuerde
que las penumbras de los bares son pequeñas y milagrosas navidades
Me pregunto quiénes estarán detrás de la pantalla negra
Habrá magos, escultores
Misioneros, pregoneros
Profesores y obreros
Ojalá, digo yo, hubiese escritores que llenaran la página en blanco
Que hicieran rebotar las letras en la cuadrícula blanca
con la misma facilidad que salen disparados
Mis gritos de medianoche
Que también hubiera algún ladrón del fuego
que se animara a traer un poco del oro rojo
Para que pudiésemos ver mejor el zarpazo de las escondidas violetas
O en el peor de los casos, calcinar los recuerdos
Y enterarnos a la luz del alba
Cómo crujen las palabras
Aún más cuando son escritas en el aire
Demorando la hora más triste
En la más terca neblina
Que entierra todo lo que esté a su alcance
Oxida los discos de moda, los paseos en bicicleta
Los mayos de abejones, los pretéritos que saben a luz
Los focos que se postran sobre una esquina del cuarto
Que permiten escuchar las sinfonías prohibidas
Las galaxias escondidas bajo la manga
Y las siluetas que juegan un pulso chino
Habría que preguntarle a los seres que descienden
Transparentes, invisibles
La incógnita de la rueda de la vida:
¿Cómo se desanudan, según ustedes, los rumores de la gloria?
Un poco se quemaron las barbas de aquel mago
Que con un breve haz de luz creó la palabra poesía
Brotada de una roca la primera letra
Y el resto expulsada entre musgos
Moluscos
Y semillas a las que debían esperarse mil años para que germinaran
Creó la poción consciente
de que el vocablo no era suyo
No le pertenecía a nadie más que aquel que entre siluetas
Se escabulle entre la multitud
Para cavar hasta el fondo de la Tierra
Y que allí la lava le susurre
La segunda palabra del poema
¿Qué pasará cuando el tarro de cereal quede derramado para siempre?
¿Qué pasará cuando mi ropa se apile con el moho?
¿Qué pasará cuando esa cama ya no esté donde siempre, con su llavín cerrado para todos menos para mí?
¿Qué pasará cuando abra la puerta y solo encuentre un espejo de feria con mi rostro deformado?
¿Llegará el día en que pueda mirar la noche sabiendo que aquel cuarto siempre estará deshabitado?
¿Alguien, por favor, podría prometerme algo? ¿Podría elevar una oración por mí?
Vuelvo a sentir la misma pesadilla de la adolescencia, cuando me miraba en tercera persona y veía el mundo pasarme por encima
Creí que aquel cimbrar solo reposaba en sueños agrios y en el endiablado cajón oculto de mi mente
Al menos eso me habían hecho creer las películas y los libros que hablan de la nostalgia anticipada
Por eso ruego, a cada uno de ustedes, lo siguiente:
¿Alguien, por favor, podría prometerme algo? ¿Podría elevar una oración por mí?
Cuando dicen que en el pasado la gente no conocía el mundo porque solo había barcos
pienso que dirán eso mismo de nosotros, pero con los planetas
Hoy, de hecho, no es de extrañarse
que fantaseemos con que algún color asalte los grises bancos desahuciados
las carreteras que son humo compactado
muros de Tierra vueltos una cama que mira al infinito
El neurótico exterior es como una alimaña arrepentida
con armas secretas que cuelgan debajo de una mesa invisible
Quisiera ir al teatro
quisiera subirme al metro ominoso que parece extenderse bajo puentes inexplorados
Quisiera saborear un café
con la certeza de haber rechazado los sueños necesarios
a cambio de no toparme el coágulo que deambula en la ciudad
que rebota paredes
que hace hondo al tiempo
que agita las profundidades del aire que respiramos
No hay periódico, pero las noticias del mes de abril no son más
que viejas novedades engavetadas al aire libre
El pasado engaña y quiere verse vanidoso
el presente es una bengala que nos quedamos mirando por mucho tiempo
Uno no sabe qué es un parteaguas hasta que siente a la ciudad deslizarse en la espalda
Hasta que literalmente los recuerdos se hacen el mar de Moisés
Y todo lo que quedó atrás se mira en sepia
Con los bordes quemados
Y hay que esforzar la vista de la memoria
Derramar los líquidos sagrados
En el lente que nos hace viajar en el tiempo
Para recordar cómo eran las uñas corroídas
Y cómo desaparecían
Cuando te pintabas la piel de rosado nuevamente
Y no podías darme un abrazo
Incluso no podíamos compartir habitación
Porque aquel esmalte manchaba mi ropa y provocaba estornudos
Que a los segundos se transformaban en asma
Lo curioso es que
Aunque no pudieras tocarme
Te veías feliz; te sentías feliz de ver tus uñas renovadas
Me abrigo en ese recuerdo
En la imposibilidad de tocar nuestras manos
Ahora que debajo de tus párpados está la tierra
Y arriba están los recuerdos que mantengo vivos
El viento habla por los niños que fuimos algún día
Y mientras vos te quedás pensando en cómo se ve el atardecer desde la montaña
Yo me quedaré bosque adentro
Prohibiendo el paso de los gigantes