Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad- Kaira Vanessa Gámez – Venezuela.

Bolívar Pérez, Zorian Ramírez y Juan Lebrun construyen un dossier de nueva poesía venezolana, Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad, título en homenaje a César Panza y Caneo Arguinzones. Leemos aquí a Kaira Vanessa Gámez (1990). Es autora de Lo demás es voz (2022).

 

 

 

 

Si el río abriese los ojos: Antología de la continuidad.​​ Es una selección que reúne voces de poetas venezolanos nacidos a partir de 1990. La muestra nos invita a reflexionar acerca de​​ las diversas identidades que se presentan en la poesía​​ actual venezolana. La escogencia del título rinde homenaje a dos voces que dejaron una huella fundamental en el panorama más reciente de la vida literaria del país: César Panza, con su verso​​ Si el río abriese los ojos qué viera, y Caneo Arguinzones cuando dice que​​ Haber retrocedido al abismo ha convertido la continuidad / en una festiva alabanza. César nos devuelve la pregunta de la identidad sin pretender abrirnos los ojos, sino buscando que habitemos con él la pregunta; defiende lo auténtico mientras nos habla de la impermanencia.​​ Caneo plantea una​​ vivencia corporal que enfrenta a la muerte, pero que, en un detenerse, busca la continuidad de la vida como una “festiva alabanza”. Estos autores y referentes, por siempre jóvenes, son voces desenfadadas, discontinuas, navegantes de lo incierto en el río identitario, vitales, como las que presentamos a continuación.

 

 

 

***

 

 

Kaira Vanessa Gámez (Caracas, 1990).​​ Lee, escribe, practica el psicoanálisis. Autora de​​ Lo demás es voz​​ (2022). Sus poemas han aparecido en diversas antologías y revistas literarias: Letralia, Santa Rabia Poetry, El Cautivo, Kametsa, Los enjambres, Revista Casapaís, entre otras. Ganadora del V Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2020) y finalista en su cuarta edición (2019). Es Asociada a la Nueva Escuela Lacaniana del Campo​​ Freudiano (NELcf, sección Caracas), Licenciada en Psicología por la Universidad Católica Andrés Bello y Magíster en Filosofía y Ciencias Humanas por la Universidad Central de Venezuela. Profesora universitaria en el campo de la clínica, de la ética.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otro silencio

(Ars poética)

 

 

Destíname a morir en mi tiempo 

a erigirme un hogar entre la muerte

a librar la historia familiar en la escritura.

Tomé el compás oscuro 

dejé mi único nombre en la gaveta.

Óyeme azuzarme en tu lengua

ríos de agua embalsamada.

Permíteme enhebrar el viejo reino de oraciones transparentes 

y en él, a cada tanto

derrumbar de súbito mi cuerpo.

Ellos, los perdidos

son 

de lo que yo estoy hecha.

Ayúdame a extender sus sombras

en un único verso. 

 

Oblígame 

a mí que soy memoria de un canto negro

a escribir con ébano la niebla

al decir del campo que me espera

muchos años antes. 

Háblame en mí, que no me hallo

que me duele no verme.

Defíneme mientras arrastro este lápiz por sus casas

viejas y apagadas

en Valera

en 

 Tinaco.

Despréndeme de ti 

deshazme

reescríbeme y encuéntrame más tarde 

desembocada en la oscuridad abrumadora 

de la Caracas luminiscente

que no fui. 

Rebájame a mentir para encontrarlos.

 

Y si calla el verbo por el que se fugan

ábreme a su noche, entiérralo en mi norte
préndelo del filo de mis ojos

que sea yo la hora en la que partan

nuevamente

hacia la nada.

 

Apiádate

y ábreme las puertas de una casa posible.

Escúchame buscar mi nombre en sus roperos

permíteme

lo que no viví ni sé

tal vez sus pausas y mis manos 

solas

una hora de verdad, de sangre

para no mirarme de reojo en los espejos. 

 

No me absuelvas, poema, de mi historia.

Condénate al silencio 

que me hizo.

 

 

 

 

 

 

 

 

intuyo un río

un borde 

y en mí misma

un andar que fue de aquí 

antes de ti.

 

El suelo me devuelve mi cuerpo.

 

Parece mía 

la voz oculta entre las piedras.

 

 

 

 

 

 

 

 

fotos que no existen 

escamotean la penumbra de mi memoria.

Ya casi no revuelvo los cajones

—arruinados

por mi codicia—. 

 

Sé de un hábito roto

una mirada huérfana

una lengua humana

silente entre las cartas.

 

Urjo por serme audible 

pero hay en ti lugares

que no pueden decirse.

 

No siento miedo cuando me hablas de las monjas

no siento miedo

cuando me hablas

solo vuelvo a los cajones

para despertar

de mis pesadillas.

 

 

 

 

 

 

 

los hombres que me rodean se suicidan

disuelven sus voces en cerveza

desafían con su muerte al ojo de la casa 

toman mi mano

-no hay nadie más que pueda llevarme a casa

    que pueda-

 

De vez en cuando 

como un silbido deforme 

alguno aún retorna desde su renuncia

desfigurados por la edad de su miedo

intentan hablarme.

Los reconozco 

porque han perdido sus lenguas

algo tras sus rostros

los ha dejado vacantes.

 

En el lugar más hondo de mi casa

bebe otra estirpe de criaturas sin palabras

 

en algún momento fueron hombres

ya dejarán de intentarlo.

 

 

 

 

 

 

 

Las cosas de la casa

 

El frío del granito

la madre, el padre, imposibles

en los tíos

fantasmas que no llegan 

ni se acomodan, ni se hallan

la ausencia de un nombre como el nombre 

donde huyo 

con silenciosa determinación.

Solo madres en los nombres de mi madre

siglos 

de estirpes sin estirpe

—apilados

sin reconocerse—.

 

La mudez de una palabra

:​​ padre

su firmeza de árbol desolado

su voz, muñón, su amor de muerto

mi cuerpo envejeciendo junto a él 

en la ventana.

Leguas de silencio.

Valera

su alfabeto profundo

bocas que no son de nadie

eso

de lo que no se habla.

 

La voz.

La voz que no consigue componer un cuerpo

para la sangre

de la que nace la desvanecencia de esta casa

esta casa de voces cabizbajas

su silencio utilizándome para hablar

esta casa dual y negra

acechante 

bajo la casa.

 

Y una lengua derruida enderezando mi mano

 

: la que enmudece, la que reposa

 la que no     habla

 ​​   la que 

no.

 

 

 

 

 

 

 

 

iv

 

Solo quedo yo

una lengua que ha sido hablada y oída

 

¿dónde voy ahora?

¿dónde estaba antes de este paso?

 

Hablo del río

que se ausenta para quedarse

 

del río

 

de la ausencia 

que va 

 

a quedarse.

 

 

 

 

 

 

Suelo quemado​​ (2022)

 

 

 

 

 

Si pudieras salir como sales a mis ojos

de este trazo,

si pudiera comprenderme en este cuarto viejo

sin tus brazos alargando mi camino,

sin el cuerpo

en que extravié tu pasar, agitado,

si pudiera yo alumbrar los días,

 

si pudiera

 

saltaría tan definitiva 

hacia lo oscuro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

***

 

Pamela Rahn / Luis José Glod / Milagro Meleán / Carlos Katán / Jesús García / Érika Manoche Barreto / Yéiber Román / Ana Mirabal Mujica / José Mestre Michela Lagalla

 

 

 

 

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