Alvie Mouzita. Nacido en Mindouli, República del Congo, es un escritor y profesor que trabaja en varios establecimientos locales. Es el autor de Canciones para una flor. Su escritura ha sido elogiada y recompensada con varios premios literarios como el Grand Prix du Poème Francophone 2023, el MILA Prix du livre francophone 2023, el Premio Léopold Sédar Senghor 2024 y el Premio de la Presidencia de la Universidad de la Sorbona 2024. Continúa su formación académica en la Universidad Marien Ngouabi, donde estudia cuestiones ecológicas en la novela africana de expresión inglesa.
Encantamiento nocturno
A Aimé Césaire
timonel de soles nacientes y de tempestades de amor
timonel del mar
del río
y de la ribera
embárcate con la reina de los fuegos
y camina sobre las aguas
oh timonel de parpados de fósforo
que desafías el tropel de sombras,
y el tropel de abejas devoradoras
solo tú respondes
al grito de llanto de los pueblos
al grito famélico de las Naciones
estos tam-tams poblados de angustia
camina, timonel, camina
camina y sobre ti haz reposar el honor de los legados
en lo alto, gruñe un sol que desgarra el sudario del alba
eres tú, griot2, quien conduce el follaje de la libertad
lámpara que triunfa,
triunfa al despertar de las máscaras
en esta ruta de jabatos
camina, timonel, camina
y devuélvenos a la diosa negra.
Un griot (también conocido como jeli o djeli) es un narrador de historias originario de África Occidental. Estos artistas ambulantes transmiten tradiciones orales a través de la poesía, la música y las canciones. Los griots son depositarios de la memoria colectiva y pueden improvisar sobre eventos actuales y hechos cotidianos
Mindouli
A mi padre, Alban Mouzita
Habito una memoria que ha perdido las páginas de la infancia
habito la soledad de un río que tiene sed de mar
¡Mindouli!
la noche para mí es larga de dolores. Porque sin verte, siempre sueño contigo
y sabes que hasta ahora no he probado ni canciones ni danzas ni tams-tams
ignoro incluso el sabor del vino de palma,
el tótem de mi abuelo
y el regusto del juego del agua y de la sabana
y aún suena como un duelo, el grito matinal de los pájaros en mis oídos porque vivo en una memoria sin páginas de infancia
y cada noche, tus ríos que fluyen allá lejos son mis lágrimas que sustituyen tu presencia
¡Mindouli! Muero en la ausencia de recuerdos
muero en los festines de las ciudades, en las rapsodias que cuentan los griots de otros lugares, griots que te ignoran, que ignoran tu historia
y mi mirada es triste en el espejo que me habla de ti
tu rostro es tan delgado en el lago de mi memoria. ¡Mindouli!
nada, entre las olas y la espuma, surge de ti ni sobrevive
¿lo ves? soy virgen a todo misterio rural
¡Perdóname, infancia mía! Mi infancia, ¡perdóname! Porque siendo aldeano, no tengo recuerdo alguno del matorral
porque en cuanto salí de mi madre, el sol ya estaba sangrando
había que huir
huir del rebaño de tormentas, huir lejos de los párpados
había que hacerlo...
pero comprende ¡Oh Mindouli!, que sin la bravura de mi padre, esos avispones me habrían degollado
comprende, comprende que sin mi madre, sin el granero de la esperanza, yo sería un leño que picotean los cuervos
Mindouli! Sé que eres mujer por tu vientre, eres flor por mi corazón, por mis cantos eres madre
llevo para ti un destino maduro de trashumancia
llevo para ti un gran sol
acógeme en tu memoria para que pueda reunir mis recuerdos, para que pueda volver a unir mi ombligo,
y para que pueda hablar mi dulce lengua natal
¡Oh Mindouli, camina! camina y ven a mí para enjugar mis lágrimas...
Reencuentro
Vendré, solo y oscuro, a la sombra de los acantilados,
a ofrecer a tus pies mis lágrimas tan frágiles,
Oh tú que duermes allá donde el silencio te apacigua.
Y tomaré alas si se debe partir ágil
Sin verte, he vivido mucho tiempo sin horizonte;
así que no puedo contener este torrente que me invade.
Pensarte me hizo caer en un río maldito,
y créeme, sin verte, no tendré razón.
Pero me iré lejos, muy lejos, allá donde toda vida expira,
si alguna vez te veo. Te amo y vendré.
Y si me robas los ojos, te veré
al sonido del viento que me quitará el suspiro.
Te doy una rosa, y en mi corazón goce.
Pero siempre lo ignoro, porque siempre lloro.
Alborada para Rosière
Como el vuelo de los fuegos hacia las islas del atardecer,
tus encantos me han guiado a un dulce reposo
¡Rosière! En tus labios muere mi única avidez,
dado que el hastío me derrama en un deseo nebuloso.
Deposito, en tus jardines, mis lágrimas de otro tiempo;
y de tu dulzor, mis suspiros negros perderán la fe.
Pero en la lluvia del olvido donde nuestras sombras se extravían,
vendré, céfiro, a rozar tus miradas.
¡Mírame desamparado, pobre, pájaro naufragado!
a tu corazón le digo: ya no puedo nadar…
acude con tus profundos latidos a mi alma,
acude, acude. Y sácame de estas infames aguas.
El amor me ha mordido, solo tú puedes curarme;
y esta noche, tus flores hacen que mi dolor perezca.