El jurado del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador —denominado así en honor a quien es reconocida como la Dama de la Cultura Salmantina— ha resuelto otorgar el galardón, en su duodécima edición, al poeta colombiano Alejandro Cortés González por su libro La luz de la vida detenida. A esta convocatoria concurrieron 1,213 trabajos provenientes de 26 países, lo que confirma el prestigio y la proyección iberoamericana de este premio, pese a carecer de dotación económica. La obra será prologada por Carmen Ruiz Barrionuevo, destacada catedrática emérita de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca.
Tras conocerse los resultados, Alfredo Pérez Alencart —poeta, profesor de la Universidad de Salamanca y coordinador literario del certamen— subrayó que este galardón “se ha consolidado como un premio de referencia dentro y fuera del ámbito hispanohablante. No otorga dotación económica, pero sí el prestigio y el reconocimiento que impulsan o fortalecen la dedicación a la palabra poética. Obtenerlo representa un respaldo definitivo, garantizado por la absoluta independencia y credibilidad de su jurado, cuya única premisa es la calidad de la obra seleccionada. Además, se entrega desde Salamanca, ciudad donde Antonio de Nebrija sentó las bases del castellano”.
Alencart añadió que otros dos poemarios, procedentes de Costa Rica y España, recibieron también altas valoraciones por parte del jurado.
El señor notario
Que la mirada ofrendada a la calle
no se pierda al cerrar los párpados
Servirá de poco escrutar en las fachadas
o en el anonimato de quienes las caminan
Se sabe de la humedad que carcome la piel de las casas
y los muros de los hombres
Tal vez nunca se vuelvan a juntar estas cosas que ahora le hablan a los ojos. Por eso, ellos evaden la coloración del ruido… callan ante una secreta voz. Y no son fiables las fotografías. Su párpado de pez se embelesa con la belleza de lo bello, con la forma de lo formado. A veces, por buscar lo que cualquiera encuentra, no se percibe la atmósfera real de la atmósfera.
Quien al mirar por la ventana presencia la imagen
querrá celebrar su arribo
Con la contemplación callada
la imagen sabrá que es bienvenida
y que unos ojos esperan escucharla
Para robarle al tiempo sus luciérnagas
hay que escribir un silencio con otro
Por lo tanto:
Que haya registro de la tarde en la Panadería San Isidro
Frente a un pan finamente rebanado
los ancianos mastican una hora de soledad
Que se expida el acta de la noche en La Normanda
Bajo su araña de candiles
lo que fuimos siempre está de vuelta
Que se abra un sumario a las puertas cerradas
La luz se recoge para entrar en el umbral
Las apariciones son sombras de las sombras
Cláusula de confidencialidad:
Me gusta pensar que mi paso por el mundo es más que un simple seguir de filas; que, además, puedo ser el notario de un instante donde lo poético ha abierto grietas de luz sobre los días.
Consideraciones:
En razón a que sólo notarios y contadores pueden dar fe pública de la existencia de algo o alguien, aquí lo poético crea un orden notarial y da fe de su existencia, porque lo imaginado o presentido, no es lo inexistente.
Se resuelve entonces:
Que se oficie al poeta para dar fe notarial de las apariciones
Que se constituya por escrito la Fundación de la Mirada
Y que las horas recuperen su expediente de imágenes
cuando se cierren los párpados.