Nuevos poetas colombianos: John F. Galindo

Como parte del dossier colombiano preparado por el poeta Federico Díaz Granados, presentamos a John F. Galindo (Bucaramanga, 1978). Fue merecedor del  XIX Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia, 2007.  Su libro Ventanas de otros días recibió el IV Premio de Impulso a la Poesía Joven Colombiana (2008) y en 2009 recibió la Primera mención de honor en la bienal de Poesía “Julio Flores”.

 

 

 

 

Poema para ser leído en horario prime time

 

 

Ahora mismo una chica muere en la televisión los ruidos en el techo no operan

con la delicadeza de los espantos del pasado

el miedo es otra cosa

una droga

un lamento

una costra pegada en lo más secreto  del corazón

Ahora mismo una chica corre desnuda por mi cabeza

La música secreta de los que beben sangre

no para de sonar en los andenes ni en los parques

ni en las iglesias ni en los oídos de quienes saben que no existe el tiempo

sino un agujero por donde se escapan nuestros peores días

PELUDOS

como yeguas desbocadas de dolor

Subo al tejado y arreglo la antena

corrijo tembloroso las señales interceptadas

capto ondas espaciales que revuelcan la estática de la memoria

Ahora mismo cierro los ojos y

hay miedo en donde antes hubo un bello par de tetas

canciones oscuras en donde antes hubo palabras

un lenguaje  siniestro en el viento que mece las hojas

en la mano que abre esta jaula que es mi cuerpo

y libera de a poco

la fealdad de estas manos que escriben GRACIAS

Un tipo guapo se acerca a la pantalla y enciende un cigarrillo

luego se aleja sin decir nada y cambio el canal pensando en lo tonto que luce

reparo en la baba que decora el mueble

en mi entrepierna tiesa y olorosa

apago la TV y dios deja escapar un lamento por su ojo sucio

lágrimas venenosas sobre mi tejado

cierro las ventanas

rompo las bombillas

me arropo

y escucho atento las voces que vienen de la lluvia

los fantasmas perdidos en la soledad de mi habitación

Mi cuerpo es una jaula -una silla eléctrica-un auto sin medidor de velocidad

que no me deja bailar con la chica que me gusta

ni leerle poemas de amor frente a su ventana

porque no tiene ventana

porque no tengo ventana

porque solo hay fuego

donde antes nunca hubo amor

 

 

 

 

 

Plegaria para una niña muerta

 

Algunos idiotas rezan por las mañanas

por las tardes

por las tardes con lluvia

y por las noches  arrullan sus flácidos miembros

lloricones como niñas

enrojecidos como besos

secretos como armas de destrucción masiva

 

Hay quienes piensan que en ese trance

en ese ir y venir sobre la marea gruesa de los días

dios es el camino y la verdad y la vida

que el amor fue creado para que duela

que los noticieros son más rápidos que el ojo

que cada buena acción multiplica diez veces lo que recibiremos

 

y tú que solo vas esnifando olvidos

has  tallado tu cruz

cosido tus párpados

rezado por la gracia de la calle y de los parques desolados

 

Cuando era niño solía arrodillarme a un lado de la cama  juntar mis manos  cerrar mi ojos y concentrarme en el misterioso universo que habita detrás de mis párpados y  antes de que mi madre llegara hundía mi secreto en la cobija y era feliz como ninguno

Antes de ser así te veía caminando por los juegos

afinabas tu puntería con las latas vacías

matabas el tiempo corriendo sola

aplastando insectos

coronando de piojos tu cabello hermoso

y tu sombra se escondía en mi cabeza

con la inocencia del que no sabe nadar

hasta el día en que nos manoseamos debajo de la mesa

y fui feliz

Pero el amor duele y seguirá doliendo

como duelen todas las respuestas

y los raspones en las rodillas después del agua oxigenada

y los agujeros negros que jamás conocerán el mar

Si todavía me quieres inhala un poco de mi olvido

y olvídame mujer

que dios viene en camino

saltando de contento

a destruir las mañanitas de su espantosa creación

lija la cruz que lucirás como vestido

enciende la música

baila

y no olvides que detrás de mis ojos

mis ojos sangran mientras duermen

 

 

 

 

Anticristo Televisión Blues

 

Escucho una canción que descaradamente copio y pego en alguna parte de mí

y pienso en que no  quiero hacerme viejo

ni recordar la suma impar de mis fracasos

ni detenerme en la hermosa voz de mi franqueza

que pasa por la acera de enfrente y saluda con la mano poderosa

de los que tienen el miedo como voz

 

A menudo soy un mal sujeto

robo cosas en el supermercado de mi barrio

burlo la cartera de mi madre

me drogo con nostalgia

meto mi mano por debajo de la falda de colegiala

de mi vecina sordomuda

que canta como un pájaro libre cuando moja sus delicadas carnes

 

¡Oh Señor, sin tan solo te apiadaras de una parte de mí

de mi piel o de mi lengua o de mi pequeño miembro que tanto se parece a ti!

 

Tú sabes que no tengo tiempo que perder

que por eso te odio aunque duerma hasta las once

que aunque me cueste trabajo he empezado a esgrimir el asco como única patria

el miedo como documento

Sé que hago lo correcto Señor

tú eres la luz

y yo las baterías gastadas de la linterna con que ilumino mi camino

 

No he trabajado en ninguna oficina durante mi vida

y eso me hace un oponente digno

Mis labios están cerca pero mi corazón es lejano

y bailo

y me hago grande

 

Y sobre este infierno que se quema

canto como un blusero viejo que no conoció la televisión

ni los dulces de paquete  ni la crema para dientes

canto como un blusero herido en un cielo sin estrellas

 

Señor si estás ahí no dejes que pelee solo

que he entrenado lo suficiente para derrotarte

y que mi peso y mis guantes y el protector de mis encías

son de la medida reglamentaria para el combate

Apaga la maldita televisión de una buena vez

y baja de la modorra de las nubes

a enfrentar mis puños solitarios

mis dolorosos puños de hombre feo

capaces de aplastar las flores y las soleadas tardes de domingo

en las que mis tías empolvan sus vergüenzas y van a verte

 

DERROTAME

 

que el número de mis caídas es más grande que el de tus milagros

 

¿Estimado dios, quieres que me levante?

¿Que si pierdo ponga tu retrato encima del televisor?

 

recuerda que soy un blusero viejo

ahogado en el Mississipi de su pantalón

que tengo encías sensibles

que amo los trece años de una mujer sin voz

¡Oh! Mi pequeño enemigo

¡Oh! Mi dulce contendiente

nockeame de una buena vez y vete pronto

que la policía viene y estoy cargado

y los viejos como tú ya no corren mucho

ya nos veremos otra tarde

en el mismo canal  a la misma hora

en la misma esquina donde siempre jugamos a perder

 

 

 

Sé de un lugar donde podemos empezar sobre caminos viejos

 

donde el viento aún se desprende hacia otros vientos.

Y restos de cenizas nos son dados

como un rastro que sólo puede conducir a la humildad

 

Donde la risa ha inventado los harapos

Y ágil el dolor gana memoria.

 

Donde hacemos nuestro abrazo como luz: tibiando la humedad,

formando sombras.

Y donde nadie se desnuda sin esperanzas.

 

Sé de un sitio en el que alrededor de la fe

la desesperación abre sus tiendas

Donde aún todo reposa con temor a perderse

 

Y donde nadie olvida

que el tiempo es una caravana de gitanos

que mueven sus panderetas

aunque el sol -allí arriba- arda como una brújula en la mano

Que no es nuestra la voz de la tormenta

pero que a su nombre dejan recados mal escritos

en las puertas de nuestras casas

drogados como niños corremos por las calles

y los relámpagos distraen nuestro aliento

conjugan nuestro verbo

 

(el diamante impenetrable del lenguaje en nuestros dedos-anillos ilegibles que orfebres malolientes fabricaron hace tiempo)

 

Y por las mañanas -cuando  la llovizna canta sobre nuestros párpados enfermos

y  los gritos elevan plegarias al silencio-

afloja la paciencia destajada  por los cuchillos que son pájaros y nubes

por los rayos que son una jauría incontenible-la piel gastada de nuestros mejores días

 

Se pronuncia entonces la palabra

que nombre esta ciudad que ya no vuelve

que navega sobre un balso delicado

que no se hunde los domingos por la tarde

 

También yo he lloviznado las aceras

derramado mi voz por estas calles

y aún camino           arrastrando la piel de tarde en tarde

buscando aquello que soy y que no he sido

en el cansancio de la noche

en la lengua de las cosas

 

 

 

 

 

 

Como un  niño herido dios dibuja mi rostro en las paredes de la muerte

las señoras que miran desde sus ventanas

pudren de oraciones

la bella piel de este animal que pasta junto a las aguas

Alabado seas -me digo- con la voz del cuerpo que oficia el abandono

junto mis manos y aparece una paloma   un conejo    un programa oscuro

en la pantalla del televisor

una oración que existe en la vida privada de las calles

en la ruina total de mi existencia

en la sonrisa incierta de este cuerpo que es un barco

y naufraga
 

 

 

 

 

 

 

 

Navegar el río

1

hay que extinguirse como un dinosaurio enfermo
amputarse el corazón y rezarle al inclemente sol que pretende achicharrar

los restos de la tarde

Preguntarse acaso si nos faltan dientes
hay días en que un dios feo  me observa como un espantapájaros crucificado frente a mi ventana

Entonces miro al cielo y las nubes son ahora cocodrilos

Entonces arranco los tréboles meados por los perros y los trago sin hundirme

Entonces proyecto la sombra de mis manos que son como serpientes

como dos grietas

otros días solo soy  un niño que ha escondido sus secretos en los huesos de su madre

que ha llorado

 

hay que extinguirse

 

 

 

 

 

2

una imagen poderosa viene:  una anciana en la televisión cuenta historias de fantasmas
de ese río que es la tumba   y el olor de un cuerpo ausente que decora las esquinas de este bosque    -Navegar el río-  cerrar bien las ventanas   enfrentar la muerte

amortiguar el miedo o matarlo:

a)  No soy una montaña ni este cuerpo que empieza a abandonarme

tampoco el sol                                                                                                                      ni la mujer que adora el tiempo

como si fuese el mar

 

b) Soy el reflejo de un hombre muerto frente al televisor

una sombra dibujada en un cuaderno

una letra

las ganas de arruinarlo todo

 

 

 

 

Datos vitales

John Freddy Galindo. Bucaramanga 1978. Licenciado en Literatura por la Universidad Industrial de Santander. Ganador del XIX Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia, 2007. Su libro Ventanas de otros días recibió el IV Premio de Impulso a la Poesía Joven Colombiana (2008). En 2009 recibió la Primera mención de honor en la bienal de Poesía “Julio Flores”. Ganador del  Premio Nacional de Poesía Relata- Ministerio de Cultura 2012.  Cuentos y poemas suyos han aparecido en publicaciones  nacionales e internacionales así como en diversas antologías. Ha publicado los libros Ventanas de otros días (Ediciones UIS 2008), Karaoke Demon (Ediciones UIS 2010) y [L] (Cuatro Colectivo Editores 2011). Su obra no ha sido traducida a ningún idioma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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