Welsh Poetry: George Herbert

George Herbert, born in Wales in 1593 and deceased in 1633, is considered one of the revolutionary poets of the English tradition; he is, though, a much lesser-known poet in the Spanish language. Here we present three of his most remarkable poems in the translation of Sergio Eduardo Cruz (1994).

George Herbert, nacido en Gales en 1593 y fallecido en 1633, es considerado uno de los poetas revolucionarios de la tradición inglesa. Su obra, sin embargo, es mucho menos conocida en lengua española. Aquí presentamos tres de sus poemas más importantes en la traducción de Sergio Eduardo Cruz (1994).

 

 

 

 

The Collar

 

I struck the board, and cried, “No more;

I will abroad!

What? shall I ever sigh and pine?

My lines and life are free, free as the road,

Loose as the wind, as large as store.

Shall I be still in suit?

Have I no harvest but a thorn

To let me blood, and not restore

What I have lost with cordial fruit?

Sure there was wine

Before my sighs did dry it; there was corn

Before my tears did drown it.

Is the year only lost to me?

Have I no bays to crown it,

No flowers, no garlands gay? All blasted?

All wasted?

Not so, my heart; but there is fruit,

And thou hast hands.

Recover all thy sigh-blown age

On double pleasures: leave thy cold dispute

Of what is fit and not. Forsake thy cage,

Thy rope of sands,

Which petty thoughts have made, and made to thee

Good cable, to enforce and draw,

And be thy law,

While thou didst wink and wouldst not see.

Away! take heed;

I will abroad.

Call in thy death’s-head there; tie up thy fears;

He that forbears

To suit and serve his need

Deserves his load.”

But as I raved and grew more fierce and wild

At every word,

Methought I heard one calling, Child!

And I replied My Lord.

 

 

Prayer (I)

 

Prayer the church’s banquet, angel’s age,

God’s breath in man returning to his birth,

The soul in paraphrase, heart in pilgrimage,

The Christian plummet sounding heav’n and earth

Engine against th’ Almighty, sinner’s tow’r,

Reversed thunder, Christ-side-piercing spear,

The six-days world transposing in an hour,

A kind of tune, which all things hear and fear;

Softness, and peace, and joy, and love, and bliss,

Exalted manna, gladness of the best,

Heaven in ordinary, man well drest,

The milky way, the bird of Paradise,

Church-bells beyond the stars heard, the soul’s blood,

The land of spices; something understood.

 

 

The Bunch of Grapes

 

Joy, I did lock thee up: but some bad man
Hath let thee out again:
And now, me thinks, I am where I began
Sev’n yeares ago: one vogue1 and vein,
One aire of thoughts usurps my brain
I did towards Canaan draw; but now I am
Brought back to the Red sea, the sea of shame.

For as the Jews of old by Gods command
Travell’d, and saw no town;
So now each Christian hath his journeys spann’d:
Their storie pennes and sets us down.
A single deed is small renown.
Gods works are wide, and let in future times;
His ancient justice overflows our crimes.

Then have we too our guardian fires and clouds;
Our Scripture-dew drops fast:
We have our sands and serpents, tents and shrowds;
Alas! our murmurings come not last.
But where’s the cluster? where’s the taste
Of mine inheritance? Lord, if I must borrow,
Let me as well take up their joy, as sorrow.

But can he want the grape, who hath the wine?
I have their fruit and more.
Blessed be God, who prosper’d Noahs vine,
And made it bring forth grapes good store.
But much more him I must adore,
Who of the Laws sowre juice sweet wine did make,
Ev’n God himself being pressed for my sake.

 

 

 

El collar

 

Golpeé la mesa, grité: ¡No más!

Yo ya me voy. ¿Qué,

acaso siempre he de llorar?

Mis líneas y mi vida son libres, libres como el camino,

sueltas como el viento,

altas como la bóveda celestial.

¿Estaré siempre en este cuerpo? ¿No tengo más cosecha que una espina

que me sangra y no me deja restaurar

lo que he perdido como fruto cordial?

Ciertamente había vino antes de que mis suspiros lo secaran,

había maíz antes de que mis lágrimas lo anegaran.

¿Está el año perdido para mí? ¿Acaso no tengo bayas que lo coronen,

ni flores,

ni guirnaldas? ¿Todo desperdiciado, todo árido?
No es así, mi amor: porque hay fruta, y tienes manos.

Recupera la época que has perdido entre suspiros,

abandona esa disputa entre lo que importa y lo que no;

olvida tu celda,

tu cuerda  de arena

que ha sido hecha para ti

un cable firme

para forzarte, dominarte, y ser tu ley

mientras apenas abrías los ojos y no podías ver.

Lejos. ¡Miren todos! Ya me voy.

Llama hacia ti a la pulsión de tu muerte; abandona los miedos;

Aquel que se detiene

cuando debe servir su necesidad

obtiene lo que merece.

Pero mientras enardecía y me volvía feroz

con cada oración

creí haber escuchado una voz gritándome: ¡Hijo!

y respondí:  Señor.

 

 

Oración

 

Oración, banquete eclesiástico, edad de los ángeles,

aliento de Dios en el hombre regresando al útero,

alma en paráfrasis, corazón peregrinante,

la polea cristiana resonando lo celestial y lo terrestre;

maquinaria contra el Omnisciente, torre del pecador,

trueno en reversa, lanza que apunta al Crístico costado,

el mundo de seis días en una hora traspuesto,

melodía que todas las cosas escuchan y a todas aterra.

Suavidad, y paz, y amor, y éxtasis,

maná exaltado, confianza en lo mejor,

el Cielo en un día ordinario, hombre bien garbado,

la vía láctea, el ave del Paraíso,

Las campanas eclesiales más allá de las estrellas, sangre del alma,

tierra de las especias: algo que por fin se entiende.

 

 

 

 

El racimo de uvas

 

Felicidad, yo te escondí: pero algún hombre

maligno te ha sacado de nuevo:

Y ahora, parece que he vuelto al mismo lugar

que siete años ha: una plaza, una vena,

un aria de ideas que me colma el seso.

Quise viajar hacia Canaán, pero ahora he vuelto

A caminar este Mar Rojo, este Mar de lo incierto.

 

Porque como los viejos Hebreos por orden

de Dios viajaban sin hallar ciudades,

así, cada Cristiano tiene que hacer su viaje:

Sus historias son guías ínfimas.

Sus acciones nos parecen nimias.

Los actos de Dios son amplios, y al futuro extienden;

Por su justicia antigua nuestros crímenes se pierden.

 

Entonces también tenemos nuestros fuegos

y nubes guardianas; pero nuestra

brizna eclesiástica apenas alcanza:

tenemos nuestra arena, serpiente, tienda y mortaja;

¡Ay!, nuestros quejidos se nos adelantan.

¿Pero dónde está el racimo? ¿Dónde el sabor

De mi herencia?  Señor, si algo es que debo tomar

Deja que haya alegría, además de tanto pesar.

 

Pero, ¿es lícito desear la uva cuando se tiene el vino?

Yo tengo esos frutos y más.

Bendito sea Dios, por quien los viñedos de Noé prosperaron

y grandes uvas de ellos se nos heredaron.

Pero aún más, percibo, debo adorar

A aquél que del ácido jugo de sus leyes logró sacar vino

Aplastando el cuerpo de Dios mismo como su racimo.

 

 

 

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