Diego Lima, de la Fundación para las Letras Mexicanas, revisa el acta de nacimiento del escritor modernista Bernardo Couto Castillo (1879-1901), y descubre un nuevo dato respecto a su verdadera fecha de nacimiento. Couto Castillo, autor del volumen de cuentos Asfódelos, fue una de los animadores de la segunda generación de modernistas. Vivió, como dice Lima, “en carne propia los excesos del fin de siglo en compañía de José Juan Tablada, Ciro B. Ceballos, Rubén M. Campos, Alberto Leduc, Francisco M. de Olaguibel, Jesús E. Valenzuela, Jesús Urueta y Julio Ruelas (entre otros), plantilla en pleno del decadentismo en México”.
Los documentos lúgubres
Un acta de nacimiento para Bernardo Couto Castillo
En la Ciudad de México, a las 6 de la tarde del 3 de mayo de 1901, compareció ante José B. Nava, juez del Estado Civil, el señor José Segura, originario de Asturias, España, para informar que ese mismo día, a las 3:45 de la madrugada, en el número 3 de la Calle Verde, altos, había muerto de neumonía José Bernardo Couto Castillo, joven escritor de 22 años de edad. La partida 730 quedó asentada en la página 175 del libro de defunciones 1900-1901, del archivo del Registro Civil del Distrito Federal, junto con el permiso de inhumación para el Panteón Francés, donde, por cierto, se encontraban los restos de sus padres, don Bernardo Couto Couto y Adelaida del Castillo, y de su hermano José Antonio (quien se suicidó en 1895, a los 15 años de edad). Fueron testigos Antonio Meneses y Felipe Jiménez, de México. Leída el acta de defunción, la ratificaron y firmaron, aclarando que el recién fallecido “no era pensionista del erario federal”.
Bernardo Couto Castillo se inició en el oficio literario alrededor de los 14 años de edad, con la publicación de sus primeros relatos de corte decadentista en diarios de la época. Conocedor de primera mano del arte moderno francés, tras una estancia en París volvió a la Ciudad de México para integrar hacia 1897—cuando su narrativa había madurado con respecto a sus primeras producciones— las flores del mal que son sus Asfódelos; también para vivir en carne propia los excesos del fin de siglo en compañía de José Juan Tablada, Ciro B. Ceballos, Rubén M. Campos, Alberto Leduc, Francisco M. de Olaguibel, Jesús E. Valenzuela, Jesús Urueta y Julio Ruelas (entre otros), plantilla en pleno del decadentismo en México; así como financiar el primer número de la Revista Moderna.[1] La temprana muerte de Couto Castillo, sin embargo, vino a segar las promesas en flor de una obra precedida por un desafío claro de la moral porfiriana en pos de una narración de corte analista, soberana en materia de estética, poblada por personajes de un “mundo alucinante”, tan horribles como refinados. Nada más natural, en consecuencia, que la muerte viniera a confinar su imagen de enfant terrible a una juventud sin ocaso, perene e indeterminada, en los estudios que se abocan desde el siglo pasado a su lúgubre figura.
Debo a David Viveros, becario del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias de Universidad Veracruzana —quien prepara una tesis sobre el tema—, la idea de indagar en el Registro Civil de la Ciudad de México las actas de nacimiento y defunción de Cotuo Castillo, la cuales han sido tema de debate desde tiempos del narrador. El dato inamovible —me explicaba Viveros, siguiendo a Ángel Muñoz Fernández— ha sido que el joven “frisaba en los veinte años” poco antes de su deceso. Tras una breve revisión de la crítica pude comprobar, en efecto, que son varios los especialistas que han situado en 1880 el nacimiento del hijo de Bernardo Couto Couto y de Adelaida del Castillo, pese a las contradicciones que este supuesto entraña; entre estos lectores podemos mencionar a Julio Torri,[2] Fernando Tola Habich,[3] Allen W. Phillips,[4] Alfredo Pavón,[5] Emmanuel Carballo[6] o Vicente Quirarte,[7] para quienes el escritor falleció prematuramente antes de cumplir los 21 años. Otros como José Mariano Leyva han optado por no atribuir ninguna fecha al “jovencísimo Bernardo”;[8] mientras que Coral Vásquez Alvarado[9] considera la posibilidad de que naciera antes, posiblemente en 1879, de acuerdo con los artículos in memoriam que algunos de sus contemporáneos le dedicaron, atribuyéndole 22 años al momento de su muerte.
La edad a la que falleció fue llevando poco a poco a los críticos a cuestionar la verdadera fecha de su nacimiento. Héctor Valdés se acercó al afirmar que Couto Castillo sobrepasó los 21 años,[10] aunque nunca tuvo los documentos para demostrarlo o no manifestó interés de indagar en ello; Muñoz Fernández, por su parte, logró conjeturar la fecha de 1879, a partir de un proceso de eliminación que le sugirieron los registros de inhumación del Panteón Francés (mismo registro al que alude el acta de defunción que gloso al principio de este artículo). Pese a ello, hasta no encontrar el registro hubiera sido precipitado dar este año probable como definitivo,[11] condición ahora resuelta por el hallazgo de un documento que, de manera definitiva e incontrovertible, sitúa la fecha de nacimiento de Bernardo Couto Castillo.
Presento a continuación una imagen del acta de nacimiento, acompañada de una versión palografiada de la partida 499, la cual se asentó el 6 de septiembre de 1878 en libro de hijos legítimos (1876-189), sin número en portada, folio 53r, del Registro Civil de la Ciudad de México:
Partida 499. José Bernardo Couto
En la Ciudad de México, a las 11 once del día 6 seis de septiembre de 1878, mil ochocientos setenta y ocho, ante mí, Ricardo Cícero, juez primero del Estado Civil, compareció el señor Bernardo Couto, de México, mayor de edad, casado, empleado particular, vive en la calle Estampa de San Andrés, número 11 once, y presentó a un niño vivo que nació en dicha casa, el día 1° primero del presente a las 9 ¼ nueve y un cuarto del día, y le puso por nombre José Bernardo, hijo legítimo suyo y de Adelaida Castillo, de Guadalajara, mayor de edad. Nieto por línea paterna del finado José Bernardo Couto y de la señora María de la Piedad Couto, de Puebla, viuda, vive en la 1ª primera calle de Santo Domingo número 11 once; por la materna del señor Antonio del Castillo y de la señora Manuela Ocampo, de mayor edad, casados, viven en el Colegio de Minería, el primero de Guerrero, ingeniero de minas, la segunda de Guadalajara. Son testigos los señores José Antonio Couto y Francisco Villanca, de México, mayores de edad; el primero, soltero, abogado, vive con la abuela materna; el segundo, casado, empleado particular, vive en la calle de Victoria, número 4 cuatro. Con lo que terminó esta acta que leída la ratificaron y firmaron. Rúbricas.- B. Couto.- José A. Couto.- Francisco Villanca.
Este documento no contradice en lo mínimo la información del acta de defunción. Bernardo Couto Castillo tuvo que morir a los 22 años, no a los 21, como se pensó durante mucho tiempo. La confusión con respecto a la edad se explica fácilmente por la difícil consulta de este documento (insisto, puesto que el libro no está numerado), a lo que bien pudieron contribuir algunos otros factores, como fue el nacimiento de su hermano, José Antonio Couto Castillo, que sucedió el 11 de abril de 1880. Sospecho que menos consistente —aunque no improbable— sea explicarnos esta confusión por la triplicación del nombre del escritor, tercer Bernardo Couto por línea paterna, en documentos o crónicas de la época. La ambigüedad puede encontrarse de manera recurrente en las actas de nacimiento o más aún, en las esquelas publicadas en periódicos como El Universal, a propósito de la muerte de los Couto. Incluso, esto le sucede al propio Rubén M. Campos en El Bar. La vida literaria en México de 1900:
Un medio día corrió por el bar la noticia siniestra: Couto [Castillo] estaba atacado de pulmonía en la casa de Amparo. Pronto inquirimos que Couto [Couto] había pagado su rescate.[12]
Sea cual sea el caso, la fecha de nacimiento de José Bernardo Couto Castillo debería consignarse de ahora en adelante el 1° de septiembre de 1878. Las seguras implicaciones que esta información biográfica pueda verter sobre la interpretación de su obra, es tarea para especialistas e investigadores sobre el tema, de las que no me ocuparé en este momento. Simplemente he querido dar a conocer aquí un documento extraviado, breve hallazgo de mi oficio de tinieblas.
Diego Lima
Fundación para las Letras Mexicanas
[1] Jesús E. Valenzuela en “Mis recuerdos” narra las dificultades económicas que enfrentó la revista, a propósito de la vertiginosa juventud de Couto: “…decía tener [en] el Banco Nacional el dinero necesario, depositado para llevar a cabo la empresa. Publicó Couto el número 1 y no publicó el 2. Nos echamos […] a buscar a Couto en todas las cantinas, pues era muy vicioso a pesar de no haber cumplido los veinte años. ¿Qué sucede con el periódico? Nada. ¿Y qué piensa usted? Nada. ¿Estoy autorizado para hacer lo que me parezca? Sí, me contestó. Y habiendo ido al día siguiente a ver al impresor Carraza, que vivía en el Callejón del Cincuenta y Siete, me dijo éste que no estaba resuelto a hacer el número dos porque del número uno que había circulado, le debía Couto una parte todavía. Le pagué el número que se debía y corrió por mi cuenta el periódico, y Revista Moderna fue”. Ápud. Héctor Valdés Valdés, Índice de la Revista Moderna: arte y ciencia (1898-1903), Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1968, pp.13-14.
[2] Julio Torri, “La Revista Moderna de México [Discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua]”, Obra completa, Ed. de Sergei I. Zaïtzeff, Fondo de Cultura Económica, México, 1954.
[3] Fernando Tola Habich, Museo literario dos, Editorial Premia, México, 1986.
[4] Allen W. Phillips, “Bernardo Couto Castillo y la Revista Moderna”, en Texto Crítico (1982) núms. 24-25, pp. 66-95.
[5] Alfredo Pavón, “El mundo alucinante de Bernardo Couto Castillo”, en Texto Crítico (enero-junio 1988), núm. 38, pp. 89-99.
[6] Emmanuel Carballo, Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo xix, Océano, México, 2001.
[7] Vicente Quirarte, “Cuerpo, fantasma y paraíso artificial”, en Literatura Mexicana del otro fin de siglo, Ed. de Rafael Olea Franco, El Colegio de México, México, 2001, pp. 19-33.
[8] José Mariano Leyva, Perversos y pesimistas. Los escritores decadentes mexicanos en el nacimiento de la modernidad, Tusquets Editores, México, 2013.
[9] Bernardo Couto Castillo, Obra reunida, Ed. de Coral Velásquez Alvarado, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2014.
[10] Héctor Valdés Valdés, Índice de la Revista Moderna…, p.13.
[11] Ángel Muñoz Fernández, “Su muerte”, en Bernardo Couto Castillo, Cuentos completos, Ed. de Ángel Muñoz Fernández, Factoría Ediciones, México, 2001, pp. 343-350.
[12] Rubén M. Campos, El bar. La vida literaria de México en 1900, Pról. de Sergei I. Zaïtzeff, Universidad Nacional Autónoma de México, México, p. 203.