Presentamos, en el marco del dossier de poesía árabe contemporánea, preparado por Álvaro Solís, textos del poeta marroquí Mohamed Ahmed Bennis. Poeta, traductor y ensayista. Miembro de la Unión de Escritores de Marruecos. Delegado cultural del Liceo Poético de Benidorm (España) en Marruecos. parte de su poesía está traducida al catalán, francés, sueco, inglés, holandés, italiano, persa y rumano. Ha publicado: “Montaña ciega”, Poemario en árabe, Ediciones del Ministerio de Cultura, Rabat. Marruecos, 2006. “Arrepentimiento debajo del lienzo”, Poemario en árabe, Ediciones Addár, El Cairo, Egipto, 2012. “Montaña ciega” (la versión española), traducción al español del autor, revisión y prólogo de Emilio Ballesteros, Colección Casa de Poesía del XII Festival de Poesía de Costa Rica, San josé, 2013. “El equipaje del vacío”, antología poética (Bilingüe Español – árabe), traducción del autor, Ediciones Manantial, Priego de Córdoba, España, 2016. Los poemas que se presentan a continuación fueron traducidos por el propio autor en colaboración con Emilio Ballesteros.
La nube del extraño
Tus manos
o el agitar de los sentidos:
¿Todavía eres arcilla
que sueña con el agua de la opacidad?
Enciendes una guerra
y extingues otra.
Te quedas en la jungla
como si fueras el rey de los muertos.
¿Todavía eres como siempre?
Te ama la saliva que desciende
hasta el abismo del deseo.
Te ama y te ama,
y te abrazan unos jarros llenos
de blanca controversia:
“Rasgad su nube
que se rindió a los pastores,
no lo dejéis desarmado
como sus manos “.
Así te humedeció el ojo de los dioses,
y pasaste a escribir la historia de los pájaros
que comen de tu cabeza.
Pasaste a revelar lo que trazaron
las temporadas de la viña,
interpretas y anuncias
como si los profetas
estuvieran adivinando.
Eres selvático y extraño,
¡que inmoles una nube por los tuyos
y lances en el fuego
el amor de las ofrendas,
y subas al lugar donde envejecieron los anhelos!
Ahora te vuelves muerto,
no digas que tus manos
pasaron a estar sin fuente,
no digas que tu corazón
te traicionó por el camino…
Di : “se realizó el sueño
y mi corazón
selvático se hizo”.
Di : ”así
me enseñó el narciso
los nombres y se derramó‘.
Pagano como fuentes de uvas
Una vez dormité cargado de sueños. Soñé que caminaba entre los muertos con los ojos contaminados de vivencias y se inundaron mis pulmones de semillas amorosas que llovían bajo el brazo de una mujer. Luego, oí mis rasgos esparciéndose sobre un ciego río y no me di cuenta de que el poeta salía de mi garganta montando un caballo blanco, mientras sus pérdidas fluían sobre el muro que separaba su interior y la tierra que no es la tierra misma.
Vinieron los hombres y dijeron:
“Ha muerto”, y humedecieron mi alma de uvas que rodaban de las fuentes de una mejilla (parecida a una mujer con cabeza de dragón) que no pude reconocer. Y vino una mano sombría corriendo y me amortajó con semillas amorosas que fueron escondidas entre las grietas de vida, y se quedaron mis ojos iluminados como los de un lobo que protege a los dioses y me precedieron los ciervos del poema para cavar una blancura en la tumba que nos reunirá.
Y cuando las estrellas no descubran un lugar en el cielo maullarán en mi puerta y lamerán los despojos que manen de las tinieblas, y veré mi sepultura macerada en un útero oscuro y la tierra se preñará de mí en desfiladeros que galopan en mí, y pondré mi ropa en ese muro y me bañaré en las entrañas de los dioses, y luego saldré de mi garganta sin mirar hacia atrás.
Que sea maldito, apenas me llevaba mi tumba, escuché el corazón del poeta llenándose con los que llegaron sin cabezas y clavé mi daga en la cabeza más cercana que clamaba sola en el desierto, y no lamenté la muerte de nadie esa noche y busqué comensales náufragos en el agua de la fantasía, y vendí todas mis siervas en los mercados del ser y dormité en el tronco de la palmera para que no me recogiera la tierra, y vi perros subiendo un mítico pozo para asaltar a la luna que fisgaba a un ciego enamorado y maldije a mi alma que no comparte conmigo el recipiente del pecado, y busqué una gota de luz y la encontré en brazos de un error femenino que, por descuido, cayó de la lección del amor.
Que sea maldito,
a pesar de todos estos sueños:
que ya no tenga ni tumba.
El vacío de los sentidos
Desde ya,
no hay cosechas
ni linajes.
Paso a paso devoró
sus sentidos,
para enervar las pérdidas
que huían de él.
Paso a paso pidió prestada
la cabeza de un caballo
para que volara sobre otra tierra.
¡Ojalá hubiera caído
en el abismo de su interior
para que alcance su parte del vivir!
Un sueño lo captura
por algún tiempo.
¡Qué maldición!
Parece que retrocede
de su propio cadáver
para dormir un poco.
Los errores de Lorca
Al lado del árbol, repite la estatua:
Los dientes para préstamo, los ojos para quien sonríe a escondidas, los dedos para ver lo que hay entre las pestañas, los huesos para el museo repleto de olvido, la camisa para las emociones olvidadas y la guitarra para saludar a los que la ciudad se llevó con ella.
Reformulemos la ecuación: cuando se despierte Lorca y busque sus huesos, que había dejado aquí, se tropezará en todo lo que indica su talla, pues no hará falta que los espejos arañen su rostro.
Ya tendrá tiempo para contar los errores,
sin que se den cuenta los enemigos.
Se derramará la vida,
y el espacio será tranquilo
para todos aquellos que no le faltan.