Foja de poesía No. 069: Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal

Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal

Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal (Mexicali, 1974) nos ofrece un viaje en el que observamos distintos momentos de su poesía. Advertimos sus obsesiones, su trabajo de la forma, la conformación de su voz, que hoy se aprecia muy sólida.
 
 

 

 

 

 

 

De Sarcófagos, 1993

 

la mañana derrama su esplendor

 

sobre la tierra

yace la sangre apacible

espera la llegada de la muerte

arrastra y protege a las bestias

 

el verano

se nombra monumento

 

*

 

en sueños uno puede imaginarse

una habitación llena de placer

una dulzura que dure varios días

 

no necesitamos mucho tiempo

bastará un instante y el resto

será un eco más de la no noche.

 

los sueños conducen a la muerte

 

la vida transcurre

y la luna abrasa nuestro cuerpo

 

 

 

De Nortes, 1994 

 

las ramas se suicidan

en la transparencia del patio

se aman      arrastran sus manos

hacia el sueño hasta que caen las hojas

 

hasta que caen al fuego

las hojas saben que son polvo

 

*

 

y qué yerba hemos visto

crecer en los campos de cebada

entre las espigas     toda mala

 

del cuerpo venimos al hallazgo

 

un radio nos toca la miseria

las fibras más sensibles

 

delicia la vergüenza

 

adanes     evas corriendo

cubriéndose con máscaras

 

venimos a pelear por el último respiro

 

 

 

De Befas, 2000

 

se prolonga la voz y de súbito la vida

 

tragar apenas basta

comodidad ajena al dogma y a la suerte

 

en silencio    un par de trozos y una boca

 

*

 

nada perece si conviene a su costumbre

dispersa el agua

 

perdida en la espera

sabe que la edad no existe

que no hay consuelo o diferencia

entre dos cuerpos recostados

en una eterna siesta

 

*

 

 

en nuestra tierra el paisaje

 

el cielo es una befa

los árboles escasos y las piedras muchas

 

junto al seco regajo

los muertos borregos danzan

 

en un desfiladero

las voces de otro mar se acendran

aguardan el solsticio de los tiempos

y no dudan en perturbar a los viajeros

 

camino adentro

el repentino incendio de un suspiro y un cirio nos alumbran

 

*

 

otro mundo nos espera en la mañana

una mansa vida

la hermandad de siempre

más allá de la agripnia

 

las ruedas de la santimonia

 

la arrebatada puericia

 

*

 

fuimos una zona minada

en un futuro múltiple

descubrimos la falacia del amor

supimos que no existe precio para nuestro tiempo

 

traspasamos la obviedad

 

algún día

moriremos con miedo

y una metáfora en los labios

 

*

 

nadie dijo que fuese yo gracioso

no adornaron mi frente con guirnaldas

ni bebí de los pechos

de mujer alguna

 

acaso me quedaron las entrañas

un piso de madera y unas sombras

para ilustrar las tardes sin asombro

 

nadie dijo que mis muslos fueran dulces

pero se mueven sin dificultad

y a veces danzan

 

*

 

porque nos duele el sueño

guardamos el pan para mañana

                         

porque la vida es corta

tejemos nuestro cuerpo

como un tapiz que ha de verse

mejor en otro sitio

 

 

 

De Toros, 2005 

 

un punto en el crepúsculo avistaba

Ampelo al montar el toro blanco

el aire le torcía la sonrisa

 la hacía parecer de roca

 afilaba su conciencia

el sexo enloquecido

y aquella piel devota   cierta

 

y aquella viña     la primera

 

*

 

lo impuro y lo sagrado

apenas se distinguen

 

un gozo a contra natura

le escurre sobre el muslo

le aguarda

un holocausto bajo el pecho

una muerte afable y

anunciada

 

en la savia de la parra

    gloria de la carne

 

*

 

y las mujeres del norte

le enseñaron a cortar el rizo

a exprimir el corazón

fruta sobre el labio

a trazar un nombre en las vasijas

y lo oculto

se esfumó en los montes al pasar un toro blanco

 

*

 

algo despoja su palabra

una promesa

elocuente y rota

 

un toro y un muchacho

una ramita que silba silenciosa

 

 

 

 

De Endechas, 2007

 

    junto al altar      la sangre

   rojo sobre    negro

un         día      la fe

concentrada en la ola

impresa

en el fondo del océano

           su único propósito

               aquella oscuridad santa y remota

            en la que el cielo se                disgrega

 

lo rojo se deja morir sobre la piedra

sucesiva postración de piedra y puerta

               esplendor del maremoto

       lo rojo cubre al mundo

                        (tal es su naturaleza

                        adjetiva y subterfugia)

 

y el padre           junto al hijo

       el aroma de la rosa

                  en    luz se revela lo que han visto

 

*

 

nada queda

   tu cuerpo    el roce de la brisa sobre el hombro

                                    comprendo

que la vida es asunto para el resto

de los días que habrán de trascender este minuto

            este abismo

lucidez que corta por lo sano al mundo

cuando lo negro es negro

y somos dioses reposándose en su asiento

 

    tu cuerpo ejerce un poder hostil sobre la casa

¿qué necesidad hay de aquella estrofa?

                                   (me preguntas)

escríbela de nuevo

                                   (me condenas)

 

                  tus labios son una puerta al mundo

    tus párpados se cierran para que la vida siga

    la cresta de tu aliento oficia el vuelo de la noche

 

soy Jacob y esa escalera da a tu templo

 

*

 

no queda más luz que la memoria

en lo alto su morada guareciendo

                             su sombra

vertida hacia afuera

asida al mundo como un párpado

y la mañana llega

como un asunto teológico

como algo que sólo existe

cuando la revelación perdura

y se iluminan las criaturas en lo escrito

y lo rojo esplende como algo

que existe solo

cuando anclamos al vista sobre el punto.

 

*

 

bajo la luz de Israel una congoja

          que al paso de los siglos se dispersa

sobre el canto de la puerta

                     párpado del aire

 

a tientas vislumbramos la impureza

mientras amanece

y nuestros cuerpos reposan en secreto

petrificados    repitiendo

el goce oculto de una

postura silenciosa

nacida del capricho

debilitada por el fuego de la hora

repitiendo un nombre

            (veintidós letras    y en cada una de ellas

            una ventana al pasado    a la costumbre

            que reposa en el fondo de los mares)

                           un dejo

de oscuridad sobre la piel que mengua

   oficio de serpiente

               profanación de lo finito

 

y afuera    detrás de la ventana

pervive el mundo    la cresta núbil que ilumina

las cosas mientras nuestros labios se cierran en secreto

 

*

 

y fuimos agua    y agua

fuimos    nada que oficiara

el llamado de la hora

                           nuestra sombra

 

y fuimos agua

bajo la luna menguante

a la orilla de esa puerta

por eso el alma se funde en el aroma

cuando el mirto

acaba por mostrarnos lo evidente

            algo en el mundo se consagra al paso

            de la sierpe    un génesis oscuro

 

por encima del verso

lo rojo diluye el sentido

de tu ángulo preciso

            marca del origen

 

*

 

            con esa intención que no se oculta

            cortáronle de un tajo la cabeza

            tras una inmanencia

            consumada en el misterio

            un nombre santo el suyo    sin embargo

            de modo que aquella decapitación capitularia

            no hizo mella en el oriente de su extremo

 

            a rastras la serpiente lo llevó a poblar el mundo

            a consumar la muerte de lo dicho

 

y así me contabas una historia

liminal    fundada en lo propicio

como si aquella tarde hubiese sido dicha

por vez primera     lacerante

me hablaste de las ciudades y del mundo

mientras yo me esmeraba en un retrato

uno que capturase la distancia

que perdura entre tus labios

 

                                   pero no puedo ocultarme de mí mismo

                                   porque cada historia que se dice es una afrenta

 

*

 

          conciliar

el oficio con la errancia

  aquello que sucede a cuentagotas

            un rayo de sol

            una lágrima que escuece solitaria

            el ojo y la memoria

 

          conciliar

       (de vez en cuando)

la garganta con el sueño

morder la piel de aquello que nos nombra

 

*

 

este páramo impasible

convoca remolinos   espejismos

tardes de asfalto en penitencia

           el tedio se consagra

            arrastra cada hora

purgando su veneno

 

este páramo impasible

hermana el ritmo de mi voz al de la errancia

conjuga

sobre el plano horizontal de la canícula

y                se cierra

como un libro prohibido   concluyente

 

este páramo impasible

este tálamo de arena

extiende sus límites adentro

 

*

 

casi

            en estado de gracia

un cauce de luz

anclado en lo fortuito

una indefensión más cruenta que

                        las guerras del Peloponeso

 

un cauce de

luz que se disipa

un eco

tardío del crepúsculo

llega y se va

                        dejándonos

más muertos que nunca

 

*

 

abrir el corazón

                     fruta silvestre

en dos mitades

así el miedo

            licor y

     médula

una savia

     cristalina    espesa que

recorre

       oquedades    silencios inauditos

  un claro          donde honrar a los muertos

los que están     lo que seremos

 

 

 

 

De Pausas (Inédito)*

 

sobre el nombre

esa materia oculta que acendra instintos y devela el llanto

se dilapidan los minutos

el espíritu impronunciable de la hora

un desierto que puebla el cuerpo

y se abre al placer

esa vocación que esplende

            impronunciable

cuando la piel se encuentra con los ojos

 

*

 

hay baladas que purgan lo dicho

mientras la piel se opone a la mirada

(así las dos mitades de la ofrenda)

 

un altar al centro del hastío

una levadura homónima

un batimento

 

*

 

el silencio es una furia que se ofrenda

como perlas confusas y distantes

un estado de sitio

un artilugio invisible a ras del verso

 

a veces el silencio nos llama y

se nos muestra imbatible

como un collar de agua

a punto de ahogar la madrugada

 

*

 

lo dicho se muerde

            a veces

para acallar una sonrisa

mientras la costumbre reposa

sobre la huella de lo inmune

 

lo dicho es un ocultamiento

una plegaria primogénita

 

en espera de lo ausente

guardamos el berrido y la caricia

 

*

 

el sentido    esa paternidad que ofrenda su desierto

dilapida el nombre    la canícula

la transparencia que esclarece

el choque de la historia

y su silencio fúnebre

 

es una máscara que oculta su deseo

 

 

 

 

* Estos fragmentos fueron publicados previamente en la Antología de letras, dramaturgia y guión cinematográfico. Generación 2006-2007, del Fondo Nacional para la Cultura y Las Artes.

 

Datos vitales

Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal (Mexicali, 1974). Es maestro en Estudios y Proyectos Sociales y candidato a doctor en Estudios del Desarrollo Global. Es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha publicado Sarcófagos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1993), Nortes (Secretaría de Cultura de Jalisco, 1994), Befas (Conaculta-Cecut, 2000), Berlín 77 y otros relatos (Fondo Editorial de Baja California, 2003), Toros (Crunch, 2005), y tiene dos libros en proceso de edición; Endechas (FEBC, 2007) y Meridianos/Divergencias (Libros del Umbral, 2007).

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