Servidumbres, de Eduardo Magoo Nico

Presentamos una selección del libro Servidumbres de Eduardo Magoo Nico (Lomas de Zamora, 1956,) . Publicó en Argentina su primer libro de poemas, La Polaca (Ediciones Cronopio Azul, 1995), el relato “Resurrección” en el diario Perfil (6/1/2008) y el libro de poemas Puros por Cruza (Editorial El fin de la noche, 2011). Actualemnte recide en Trieste, Italia. En Italia ha publicado la fotonovela Escuela de Sirenas en el suplemento semanal de el diario Il Manifesto (Alias, 9.02.2002). En el 2012 es convocado por el Museo Nacional y Centro de Arte Reina Sofia de Madrid, para la muestra colectiva Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina, curada por Ana Longoni. Su penúltimo libro, Servidumbres, acaba de ser editado por La Cartonera edizioni, Roma, 2022.

 

 

 

BARQUITO DE PAPEL

La memoria juega con la luz
Va con el perro
Vuelve con la pelota
Golpea en su frontón mi frente
Y rebota
Entonces el adormecido sueña
Hay un charco allí
Que el agua
Con temblores de sequía
Lentamente drena
Hasta agotarse en un espejo
Que con el último reflejo
Se ha puesto a navegar

 

 

 

EL BALDECITO

El río peina y despeina el pajonal
Horas que se entrecortan
Con relinchos de angustia
Ni la desgracia ni la felicidad se dejan hospedar
Tranquilamente
No pasa semana sin que no puje
(Por nacerme)
Una nueva personalidad:
Se están inventando a cada rato
(Como las religiones)
Si tan sólo tratásemos de divertirnos
Podríamos jugar a reinventarnos

Existe, sin embargo, la satisfacción
De comprender desde el fondo
La pereza de los remansos
(El lento azular de los camaleones)
Su búsqueda de una poesía
Que es ya, poesía
Que lo ha venido siendo siempre

He tenido innumerables sueños
El dolor sabe dónde hiere
Reinaba sin gobierno allí
Donde fui amado

Como con ojos bovinos
Sé que ahora me estarás mirando…
Y con un brote iracundo
De divinos cuernos taurinos
(Inmunes en todo al enemigo)
Quisiera yo embestir la Luna
(¿De qué inocencia no será Ella culpable?)

Sacarme muerte
Parece haber sido mi destino
Tanta me he sacado
(Para ir a encontrarte)
Que ya me estoy quedando seco
Pero, ¡ay!
Un nuevo surco de agua
Se ha abierto en la sentina
Y yo solo…
(Con el baldecito)

 

 

 

BISO

Lejana deriva de tules primigenios…
Filamentos de Pinna nobilis
Delicadamente hilados
Flotan a pelo de agua
En el incorrupto principio de las cosas

El agua corre ágil bajo sus pies
Que apenas pisan…
Mientras camina, conversa
¿Con ella misma?
¿Desnuda?
No de esas doradas redes
De las cuales su cuerpo sin embargo
Parece que quisiera desprenderse

Su movimiento se confunde con el de las medusas
De bordes violáceos
Que atraviesan danzando el golfo
¿Fue el hermoso velo
Animado de voluntad propia
El que la hubo envuelto
En su sereno avanzar hacia el escollo?

“Blanca y radiante…”
(A nadie se le hubiese ocurrido recordar a Antonio Prieto, en estas costas)
“Va la novia”
Pero la tal medusa, cubierta con su velo ambarino
Se entregaba con tan grande parsimonia
Al público ludibrio
Que parecía una hija de Neptuno
Que viniera a presentarse al Mundo Nuevo

Espléndida en su sencillez
La piel tan suave que bien podría ser de foca
Me fijó hasta casi atravesarme la retina
Con un invisible alambre incandescente
(Un silencio interminable cae dentro de ciertas miradas
Cargándolas de una violencia inusitada)

La ninfa rompió las aguas y se dejó correr
Ella misma
Por los dulces muslos hasta los pies de nácar
Para ir a unirse a esas otras aguas
Que se retiran veloces
Hacia la gran ola que vuelve a recogerlas

Flujo y reflujo
Que antecede las palabras
Y las sostiene en un mareo inmóvil
Porque lo bello no es sino el inicio de lo tremendo
Yo me enredé en sus pliegues
Y en mi cabeza hubo
Un confuso trafalgar de alas

(El viento suele acelerarse de tal modo
En los túneles de la mente
Que arrolla y destruye
En un estallido fulgurante de purpúreos desencajes
Toda claridad)

 

 

 

VARIACIONES SOBRE UN TEMA

La verdad, es que cuando era chico
A mi el amor me arrasó
Yo me escondía a lloriquear detrás del piano
Las maderas gemían
Las cuerdas hubiesen querido consolarme
Los martillos golpeteaban en sordina
Y las polillas curiosas
Volaban a mi alrededor

Debo decirlo
A mi el amor me quemó
Yo veía en el cono de luz
Del único rayo que había logrado atravesar la persiana
Pequeños seres de polvo en suspensión
(Eran como diablitos)
Fue cuando quise tocarlos
Que el amor me atravesó

Las horas siguieron pasando iguales
Pasaron muchas, las Horas
(Que son un montón de hermanas)
Mi madre en la cocina continuaba repitiendo:
¡Cómo puede ser que no me reconozca!
Mis primas me miraban azoradas desde el corredor
Y nadie entraba a la habitación
Con su gran cama verde, perfecta
Donde yo, sin saber
Despertaba

Luego todo recomenzó
(Aunque, según mi padre, yo ya no era el mismo)
La escena se repetía:
Él amenazaba y golpeaba
Mi madre gritaba, mis hermanos sufrían
Y yo siempre me escapaba
Corría corría
Me escondía todo el día
Hasta que los vecinos salían a buscarme

Cuando me llevaban al campo
Me iba con mi amigo Alejandro
(Que era baqueano)
Y nuestros hermanos mayores
Salían a buscarnos
Una vez nos ataron a un árbol con alambre
Apenas podía
Igual yo me escurría
Me metía entre las leñas
Detrás de los galpones
Donde se esconden las iguanas
(Que me hacían lugarcito)

Desde mi escondrijo veía a mi hermana chiquita
Que jugaba sola y no sabía
(Ni siquiera mi madrina sospechaba)
Lo que a mí me sucedió
A mi el amor me devoró

La vergüenza ahora
Casi me arranca la carne
Pero igual voy a decirlo:
Me siguen atando con alambre
Y no soporto la vida
Que quieren hacerme hacer

Cuando era chico me escondía a llorar detrás del piano
Y el aroma de goma laca del lustre, me embriagaba
Las polillas ronroneaban en sus agujeros
Y alguna que ya me conocía, me decía
¡Nosotras te hacemos compañía!

Un día sucedió…
Vino una música y me salvó
Sí, vino una música y me salvó
Yo daba vueltas y vueltas feliz
Girando en el taburete de tres patas
¡Hasta el crack!
Mi padre amenazaba, y mi madre gritaba
Y a mi ya no me importaba nada
Porque, ¿quieren que les diga la verdad?
A mi la Música me salvó

Cuando no podía escaparme
Me pasaba el día con mi perra en la terraza
Las sábanas volaban y se rompían en el azul
Las botellas vacías hacían: buh, buh, buh
Y las baldosas rojas se encendían
Hasta volverse incandescentes
Entonces yo me metía en el hueco de los techos sobre el baño
Y espiaba por los ventiluces de las casas contiguas
Tratando de dilucidar algún misterio…
“Lady” mientras tanto, me cuidaba y me lamía (me lamía todo el día)
Porque ella sí sabía, que a mi el amor
Me había encontrado
Me había vaciado
Y que…

Mi padre también solía esconderse
Se encerraba a oscuras en el dormitorio
A tocar el bandoneón
Yo lo escuchaba sentado contra el marco
Con la oreja pegada a la tabla blanda de la puerta
(Que a veces quería hablarme, pero yo le decía: Shhh!)

Comenzaba siempre con el mismo tema
¡Pobre papá!
(Tal vez era una vieja melodía del abuelo Ernesto…)
Luego se perdía en tantas variaciones
Las notas formaban racimos entre rayitas variopintas
Y las armonías contrapuestas, trepaban por las paredes
Como la hiedra en el patio de atrás
Y hasta alguna que otra hojita
Se asomaba por debajo de la puerta
Para hacerme cosquillas en los pies…

Así, yo fui poeta.

 

 

 

ZAMBA

El patio era sobrio y los malvones mudos
Profundas arrugas en los árboles viejos
Un halo verdeante de luz
El musgo
Cerdos salvajes
Un pozo azul
Espacios en calma

Levantar un dedo
Sacudir la cabeza
Las palabras hicieron aquí la risa y el suspiro
(Una fuente profunda y tenebrosa)
Tocaron el velo que separa a los amantes

Él regresó a la carcasa de su corazón extranjero
Ella se volvió altiva como el atrio y los geranios:
Vagaba por el salón de los libros
-¡Ah, la variedad de las cosas de este mundo!
Racimos de abejas
Columnas de miel

Sintió temblar en los mosaicos
Un pueblo invisible y discordante
Sutilmente carnoso en las miradas
Un torbellino de rebaños
Teñidos con la misma sangre
Ávido de emancipación…

Inútil tristeza
El lomo rayado de los puercos
El monte bajo
El umbroso santuario del Ombú
Y en el pozo cuadrado del cielo
Una hormigueante inmensidad
El llanto
La mujer amada

Tendido en el ninfeo
Podría haber hallado su propio cadáver
Sin embargo
Puesto que conocía de verdad
La tristeza
Y el amor
La muerte pasó de largo

Alta y sombría casa
Fuente de mis ingenuas alegrías
Cielo turbio y verde
Senos metálicos
Cabellera africana

 

 

 

También puedes leer