Poesía de Nicaragua: Bosco Hernández Ruiz

Leemos poesía de Nicaragua con el dossier que prepara Víctor Ruiz. Ahora leemos a Bosco Hernández Ruiz. Nació en Masaya, Nicaragua, en 1996. Es licenciado en Ciencias de la Educación con mención en Lengua y Literatura Hispánicas y ha participado en talleres literarios organizados por la Universidad Centroamericana (UCA), el Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias (CILL) de la UNAN-Managua y la Fundación Luisa Mercado. Está incluido en la Antología Novísima del Cuento Nicaragüense, publicada por la revista del CILL. También ha publicado poesía en la Revista Centroamericana de Literatura, la costarricense Revista Antagónica, Álastor y Ágrafos.

 

 

 

Penélope en el siglo XXI

A la hora que cantan los grillos
Penélope
cree escuchar la voz de un náufrago que vuelve.
Taciturna
movida por el viento
camina repitiendo su letanía noctámbula
una que supone solo escuchan
las rapaces que graznan en el patio.
Pobre Penélope
su espera es un inmenso desastre de insomnio
de voces
de rostros que suplican leche y carne.
Su único consuelo son esos ojos
que buscan en sus lágrimas
la arrogancia de un Ulises
que jamás regresó.

 

 

 

Alter ego

A Salvador

Ayer escribí un poema
y hoy lo aborrezco.
Mañana también odiaré esta historia
aunque no sea yo quien la haya escrito.

 

 

 

Bellísima

A manera de reproche para Eduardo Lizalde.

Mire, observe cómo el tiempo lo destruye todo.
Si fuera usted un poco más sensata.
Si supiera que los defectos están en cualquier
parte:
Unas manos hermosas

la voluptuosidad de unos labios de fruta en movimiento

la blancura de un alma
la pincelada de una sonrisa.
Bellísima,
no hay fronda de reposo para la hiriente luz de
los días.
En esa estrella en permanente fuga
desespera comprender
que aún como estatua griega,
ni la piedra permanece.
¿De qué servirá entonces su belleza?
Hasta ella cansa.

 

 

 

Estas manos son tuyas

Construye con ellas un árbol
donde la sombra sea el reflejo de lo que somos.
Dibuja ramas,
dedos que escarben los surcos donde caerá la semilla.
Dibuja un sueño donde seamos el bosque y la calma
pinos que besen la tierra mojada,
labios que murmuren el poema
de quien lo esboza en una página.

 

 

 

De príncipes y sapos

A Marlene Berrocal

Marlene, también ella creyó esa historia
abrió sus alas y buscó la vida.
A los dieciséis años besó al primer sapo
pero no surgió ningún efecto.
Años después encontró otros

sintió sus ojos agrios y sus segregaciones podridas.

Con la esperanza de aquella metamorfosis
viajó a castillos de dolor y sangre
a fríos lodos de martirios
pero en ninguno encontró un príncipe

solo monstruos que se alimentaban de sufrimiento.

 

 

 

Íncubos

I

Hay quienes duermen con los ojos abiertos
para ofrecer el sueño a la bestia que los vigila.
Hay quienes ofrecen la lengua
los ojos
y la garganta para las garras que aprietan.

 

II

Cuando el momento llegue:
no pronuncie ningún nombre
no rece ninguna plegaria
que nadie vea sus ojos clavados en el miedo.
Alguien más puede abrir los brazos
y sostener el espanto que se sienta sobre su pecho.

 

 

  

No mires la luna

Efímera ancla del cielo
donde brotan muertos
sin nombres
ni huellas.
No mires el barco olímpico
que atracó en tu puerto.
No sea que quieras
emprender el viaje
S I N D E S T I N O
de quienes saber quieren
más allá de la nada.

 

 

 

Volver

Volver por esas calles
y escuchar las historias de quienes se han ido
para siempre.
Temo caminar con la certeza de la nada
con la pesada carga
del buen viajero
que busca y sabe
no estará más que en una de ellas.

 

 

 

Lloronas

Es suyo el dolor que pasa.
Los ojos que flotan en el río:
carne de su carne
corazón de su corazón.
Suyas las llagas
las lágrimas
el hastío
¡AY, MUJER! TUS HIJOS…
Todo es por ellos.

 

 

 

Retrato de pájaro frente al espejo

A Roberto

He escuchado que los pájaros son almas que no
tienen descanso
que entre su pico y los labios hay un lenguaje
desconocido
que se presiente
como un espejo que nos regresa el rostro
en un guiño o lágrimas.

He escuchado que viajan donde los lleva el viento

que en su vuelo hay un pedazo de cada hombre
que no pertenecen a nadie y son todos
que en sus ojos se esconde un infinito
donde un día somos aire
retazos de tiempo en otro espacio
despojos de hombres que en ellos logran verse.

 

 

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