Poesía argentina: Emilia Carabajal

Leemos poesía argentina. Leemos algunos textos de Emilia Carabajal (San Miguel, provincia de Buenos Aires, 1989) acompañados de una entrevista preparada por la poeta Geraldine Mac Burney Jones. Reside actualmente en Castelar. Es profesora y Licenciada en Letras por la Universidad de Morón. Se ha desempeñado como docente en los niveles secundario, terciario  y universitario. También se dedica a la corrección y a la enseñanza de idiomas. En 2019 publicó junto a Luciano Rossi la selección de cuentos y poemas El artista de todas las causas y otras más (Textos Intrusos). Escribió los poemarios Dido (De Todos los Mares, 2021) y El coro desmembrado (autoedición en formato digital, 2023). Fue seleccionada para formar parte de la antología Poetas Argentinas (1981-2000), de Ediciones del Dock. Ha publicado cuentos, poemas y ensayos de forma virtual, especialmente en el blog Ni Nardos ni Caracolas, que ella administra. 

 

 

 

Geraldine Mac Burney Jones

El coro desmembrado es un libro bellísimo, planificado y pulido ¿Acaso hubo lugar también para lo espontáneo?  

Emilia Carabajal

Si por espontánea se entiende la escritura sin corrección, debo decir que no hubo lugar para ella. Todos los poemas están pensados y corregidos, lo mismo que la estructura del libro. Sí hubo lugar para la intuición, el juego, el ensayo y el error, sobre todo al comienzo de la escritura de cada poema.  

Geraldine Mac Burney Jones

¿Y qué te motivó a elegir un oratorio como ‘modus operandi’? 

Emilia Carabajal

Quería establecer una relación con la música y con lo teatral. El título del libro, El coro desmembrado, fue una de las primeras cosas que se me ocurrió. El tema del libro, la muerte, me llevó a escuchar varias versiones del Réquiem. Así se intensificó esa relación con la música. Me imaginé a los personajes en escena, cantando. La elección del oratorio por sobre otras formas musicales cercanas a lo teatral, como la ópera o la cantata, se dio porque me gusta cómo suena la palabra oratorio, y me parece que su connotación religiosa va bien con el tono del libro.  

Geraldine Mac Burney Jones

La intertextualidad ocupa un lugar central en tu poesía. Has elegido personajes de otras obras literarias. ¿Por qué y cómo fue la selección de los diferentes personajes? 

Emilia Carabajal

La selección fue hecha en función de mis gustos, mis intereses y mis obsesiones. El personaje de Abel fue el primero que se impuso. Vi una escultura del personaje bíblico en el Museo Nacional de Bellas Artes y me surgió la idea de escribir sobre él. Después empecé a escribir poemas sobre otros personajes, como Antígona o Salomé, sin que existiera aún la idea de un libro. Cuando ya tuve algunos poemas, tomó forma el proyecto de escribir un libro sobre los muertos. Entonces empecé a escribir sobre más personajes deliberadamente. Todos los personajes de otros textos que aparecen en el libro pertenecen a obras que me gustan mucho. Además, se trata de seres que me impactaron, sobre los cuales creía que tenía algo para decir.  
 

Geraldine Mac Burney Jones

Y en esa pluralidad de voces, de cantares, ¿se refleja lo singular? 

Emilia Carabajal

Me parece que cada voz del libro es una singularidad, un universo propio con su dolor y sus  contradicciones.  

Geraldine Mac Burney Jones 

¿Con cuál de todos esos personajes te identificas y por qué?  

Emilia Carabajal

Creo que con el cordero, por esa cosa medio cínica que tiene. Tengo cierta debilidad por el corderito.  

Geraldine Mac Burney Jones

El coro desmembrado es o puede leerse como un canto de desolación ante la tragedia. ¿Es, de algún modo, una metáfora de la vida misma?  

Emilia Carabajal

Diría que sí. Creo que, al hablar de la muerte, es casi inevitable terminar hablando de la vida, como si al llegar hasta el fondo de la pulsión mortuoria reapareciera el impulso vital. Ese baldío en que se encuentran los personajes, que representa la muerte, bien puede representar el mundo de los vivos también.  

Geraldine Mac Burney Jones

En tu poema ‘Estancias del Cordero’ hay un verso que reza: ‘…Y el silencio de Dios te mueve al llanto…’ ¿Por qué elegiste a un Dios ausente, apático? 

Emilia Carabajal

Creo que no hay una sola idea de Dios en el libro. Ese poema que mencionás, que está enunciado por el cordero, plantea que Dios no existe. Algunos poemas enunciados por otros personajes presentan un Dios silencioso. Si Dios no existe o está callado, y, en este último caso, por qué, no es algo sobre lo cual el libro dé una repuesta definitiva, al menos en mi lectura. En cuanto a por qué elegí presentar a Dios así, creo que hay varias razones. Es así como Dios se me presenta a mí, que soy agnóstica. También influyó la película El séptimo sello, de Ingmar Bergman, que volví a ver mientras escribía el libro. Además, y esto es más importante, creo que esta visión de Dios es coherente con el universo creado en El coro…: ante tanto horror, no queda más que pensar que Dios no existe o no se manifiesta.  

 

Geraldine Mac Burney Jones

La inclusión de elementos de cultura popular tales como refranes y canciones es un mecanismo retórico poderoso que lleva al lector a verse reflejado en estas aguas del lenguaje ¿por qué apelaste a este cauce de lo colectivo? 

Emilia Carabajal

Me pareció adecuado para construir la voz de ciertos personajes y crear ciertos climas. También me parece un contrapunto necesario al estilo más clásico que predomina en otros momentos. Quiero decir, esa pluralidad de estilos contribuye al efecto coral que quise lograr.  

Geraldine Mac Burney Jones

¿Crees que la muerte es la hermana siamesa de los humanos a la que nos empeñamos a desconocer? 

Emilia Carabajal

Creo que la muerte nos acompaña todo el tiempo, no sólo por la certeza de que nos vamos a morir sino también como una pulsión, un deseo de destruir y de desintegrarse. Y sí, nos empeñamos en negarla, culturalmente y muchas veces en nuestra experiencia individual. Creo que esa negación es contraproducente: implica negar lo trágico de la condición humana y, por ende, cercenarla. 

Geraldine Mac Burney Jones

Lo político y lo social están presentes en tu último libro. ¿Sientes un compromiso en estos aspectos al escribir? 

Emilia Carabajal

Lo político y lo social están presentes en todas las acciones, de forma más o menos directas. Desde luego, mi ideología influye en lo que escribo, de forma consciente y de seguro inconsciente también. Ahora bien, eso no significa que busque plasmar mi ideología en lo que escribo de una forma programática. Me parece que el arte es un espacio de exploración y de planteo de contradicciones antes que de demostración o explicación de ideas. Escribo según mis intuiciones, mis preocupaciones y mis inquietudes estéticas. En ese proceso lo ideológico aparece con mayor o menor preponderancia según el caso; pero nunca escribo para defender o demostrar una idea política ni de ningún tipo.  

Geraldine Mac Burney Jones

¿Y ese compromiso influyó a la hora de hacer una publicación a la gorra?   

Emilia Carabajal

Sí, en parte. La razón principal por la que decidí hacer una autoedición en formato digital y a la gorra fue de índole práctico: resultó más sencillo y más barato que una publicación en papel y mediante una editorial. Pero también me interesa que este tipo de publicación es más democrática, en el sentido de que me da la posibilidad de llegar a más personas, independientemente de dónde vivan y de si tienen dinero para comprar un libro o no. 

Geraldine Mac Burney Jones

Para Emilia Carabajal, ¿qué significa publicar? 

Emilia Carabajal

La posibilidad de compartir lo que he escrito, de hacerlo circular. 

Geraldine Mac Burney Jones

¿Se puede afirmar que hay una relación entre este libro y Dido, el que publicaste en el año 2021? 

Emilia Carabajal

Sí, la hay. Ambos son libros con un componente teatral fuerte, y en los que aparecen las voces de muchos personajes. También ambos apelan a la intertextualidad de una forma muy explícita. Diría que este libro es aún más coral que Dido, porque acá conviven voces y estilos muy disímiles.  

Geraldine Mac Burney Jones

¿Recuerdas cuál fue tu primer contacto con la literatura?  

Emilia Carabajal

La verdad es que no lo recuerdo con precisión. Desde muy pequeña en mi casa me leyeron y me contaron cuentos. Sí puedo recordar lo que probablemente ha sido uno de los primeros contactos placenteros con un libro sin la lectura mediada de un adulto: me acuerdo de que, a los diez años, leía poemas de una antología de poesía de habla hispana que había en mi casa, y me encantaba leer en voz alta, memorizar y recitar “La casada infiel”, de Lorca. Algunos versos de ese poema aparecen en El coro… 

Geraldine Mac Burney Jones

Poetas a los que recurrís 

Emilia Carabajal

Nombro algunos, sin ser exhaustiva: T. S. Eliot, César Vallejo, Federico García Lorca y Oscar Wilde. Estos poetas me gustan y conmueven, al igual que muchos otros; pero en estos casos también puedo notar que influyen en mi escritura: en la elección de temas, en la apelación a ciertos imaginarios, en ciertos versos suyos que me han quedado resonando y con los que busco dialogar.  

Geraldine Mac Burney Jones

Y por último: un libro, una escritora o escritor, un film y una canción. 

Emilia Carabajal

Voy a mencionar obras y artistas que, además de gustarme mucho, estuvieron presentes en la escritura de El coro… Un libro: Los hermanos Karamazov. Un escritor: Federico García Lorca. Un film: El séptimo sello. Una canción: A hard rain’s a-gonna fall, de Bob Dylan.  

 

 

 

***

 

 

Antígona

 

¿Por qué, Hemón, te empeñas en asirme?
¿Por qué insiste tu sangre que se pierde
En abrazar los vaivenes de mi peplo?

Déjame, cervatillo,
Bailar en el aire

¿No oyes que el Bóreas tañe su canción
En el lazo de mi cuello?

Soy ave de la cueva que me guarda
En ella trazan mis piernas su vuelo

A veces errático
A veces circular

En ella oscilo
Me repliego

Y me hundo a veces en una quietud tan oscura
Que tú, animal del día, bramarías de espanto

¿Por qué, bestia mía,
Esta ofrenda inútil?

¿Por qué derramas tu sangre solar
Ante mi altar nocturno?

No es, Hemón, que no te sienta

Fuiste en mí la última estampida de lo diurno
El último lazo antes del lazo

Pero tu muerte no te acerca

Solo mi cuerpo a tu cuerpo cabalga

Tú, corcel encabritado,
Galopas la muerte sin que yo te vea
¿En qué ríos te detienes?

¿En qué abismos te desbocas?Acaso, potrillo,
Bebas del Leteo
Y ya no me nombres

Y aunque sepas ahora del filo y de la sangre,
Nada ha de llegarte de mis muertes

¿Cómo decirte, Hemón,
Que en la danza de mi peplo
Concluye la danza de una estirpe
Que destrozó su carne con su carne?

¿Cómo decirte que bailan en mis pies
Los pies heridos de un niño
Que en mi cuello un eje se fractura
Y es el eje de un carro que se rompe
Cuando el hijo arremete contra el padre?

¿Cómo decirte que cuando el Bóreas se agita,
Mi vientre se retuerce
Como si recibiera
De su retoño
Simiente?

¿Cómo decirte que el Bóreas
Hace que mis miembros choquen
Como dos hermanos que se matan?

¿Cómo contarte, Hemón, que mis ojos
miraron las cuencas vacías de mi padre
Y en ellas vieron la vergüenza?

¿Cómo contarte que mis ojos miraron
Las cuencas vacías de mi hermano
Y en ellas vieron el vacío?

Tú, por más que sangres,
Potro de luz encabritado
No sabrás de mis muertes

No has de saber
Que esta tarde
Ya en mi cueva

Oí voces de varón que se acercaban
Anunciando el fin de mi castigo

Esta tarde, Hemón,
Oí a los hombres
Oí tu voz
Y apuré el lazo

 

 

 

 

 

Desdémona

Que nadie lo culpe,
Ha sido el viento
Ese que quiebra los sauces
Y sofoca las candelas
El mismo que se yergue en las tempestades

¿Recuerdas, Emilia?
El viento separó nuestros bajeles

Fue la noche en que mi padre me maldijo

Ha sido el viento, sí
O la luna
Que enloquece a los hombres
Cuando tiembla en el mar como un pañuelo

¿Recuerdas, Emilia?
Mi pañuelo era blanco

Sus bordados rojos
Como cerezas heridas

O tal vez fui yo
Que enloquecí a mi hombre
Que temblé en el lecho
Como en el mar la luna

Cuando él me maldijo

¿Sabes?
Era blanco mi lecho

 

 

 

 

Judas

Es frágil el árbol que me carga
Acaso, Señor, desde la cruz lo veas
Acaso veas también mi rostro henchido
Mi errático vaivén contra las ramas

Tú, en cambio, mueres erguido
Es firme el madero que te encumbra
Inmóviles tus miembros
Tu agonía, calma

Es grácil tu muerte de dios

¿Qué dirías de estas convulsiones
De los humores postreros?

Has de entender, Señor:
Tus discípulos no jugamos a ser hombres
La carne es nuestro único ropaje

No te escandalices, pues

(Has venido a probarnos
Acaso te complazca sabernos débiles)

Más aún: no te jactes

Recibes en la cruz tu muerte de tres jornadas
Yo muero para siempre
Bajo madera viva

 

 

 

 

Soliloquio de Ofelia y Margarita

Sin padre
Sin madre
Sin hermano

En el mar mi hombre
En la tierra el niño

Al final de la noche
La hoguera

El sauce
Al margen del río

Ay de la rama quebrada
Ay de la encendida rama

Mi padre
Muerto en palacio
Mi madre
Dormida
Mi hermano y su arrojo inútil

A qué
Si ya entregué mis flores
A qué
Si ya deshojé al niño
Si ya deshice mis trenzas

Un enterrador me maldice
Una ciudad me condena

Me miran con sorna
Con temor
Con deseo

Se preguntan acaso
Por qué bailo entre la rama y el río
Por qué al pie de la hoguera

Acuno a un niño de aire

No saben que el río es una trenza desatada
No saben que el niño es una flor deshecha
No saben del canto de las cosas quebradas

Cantan ciudades muertas
Cantan madres dormidas
Canta el arrojo
El acaso
Canta el temor
El deseo

Cantan sauces enterrados
Cantan hogueras florecidas
Cantan la rama y el río
Canta el niño deshecho
Canta el mar incendiado

Canto yo
Ofrenda inútil
Niña inmolada
Que el aire dispersa
Flor desprendida
Que el río deshoja

 

 

 

 

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