Fervor de tierra, nuevo libro de Andrea Cote

Andrea Cote (Colombia, 1981) ha publicado en la colección Nuevos Textos Sagrados de Tusquets el libro Fervor de tierra. Poesía reunida. Sobre su poesía, Raúl Zurita escribió: "De una finura extrema, que toca a menudo lo magistral, la poesía de Andrea Cote rompe las fronteras que separan el mundo y lo íntimo, haciendo de ambos un único fulgor. Una gran poeta, que deslumbra y sobrecoge". Andrea Cote es actualmente profesora del programa de Creative Writing de la University of Texas at El Paso. La fotografía de portada es de Margarita Mejía.

 

 

 

Poemas de​​ Fervor de Tierra, Tusquets, 2024.

 

 

 

 

 

 

Padre entrando al paisaje

 

 

 

Quién pudiera irse así con una ráfaga,​​ 

sin pálpito,
sin madrugada,
en la cola del estruendo.
Y no dejar cuerpo sino llama y un sonido cóncavo,
y sin fondo,
un portazo
y un aullido dando tumbos hasta pulverizarse.​​ 

 

Muy cerca cruzan los insectos
y un papel rendido en la explanada allá en lo yermo,
donde nos dicen que has muerto, es otra esquirla de plata
espejeando
la herida de la tierra.​​ 

 

No nos permiten pasar hasta ese plano ni quedarnos a dormir
sobre la espalda de la hierba seca.
A esa temprana lejanía nos condenan.​​ 

 

Me pregunto si habrás echado en falta​​ 

el sostenido resplandor
que vela los ojos de los moribundos
y si realmente me dirías que prescinda​​ 

de este fondo sin fondo de las cosas que llaman​​ 

el dolor.​​ 

 

“Hay que salir”,
sentencian
no entienden que en estas circunstancias podrías no saber
que no fuimos
los primeros en partir.
Por suerte viene una tormenta,
te lloramos con la furia
y la osadía de los truenos.​​ 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desierto rumor

 

Padre, madre,​​ ya tengo el peso de un hombre.

Aquí es el puerto del primer día,

no escojan alimento para mí,​​ 

no vigilen mis pasos,​​ 

ya he desembarcado en mí,

 ​​​​  soy solo.

 

Denme una hoja de eucalipto para el viaje,

un impreciso pronóstico del tiempo

la brújula quebrada que sólo marca norte,

un mendrugo de pan.

 

Desmantelen la habitación en que crecí,

abran fuego en la noche con mis mantas,

otórguenme el don del despojo.​​ 

De ser posible,

un momentáneo olvido.​​ 

 

Dispuesto estoy para partir​​ 

no ostento​​ 

otro peso que el nombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Visión

 

Casi todo era escombros,

árboles enanos,

piedra que nació quebrada

como si este fuera​​ 

el predio en que arrojaron

la pedriza que sobró después de hacer el mundo.

 

Esqueletos de barcos y ballenas,

soplando en el costado de todo lo que vive.

 

De este lado, madre,​​ 

No envío misivas que incluyan mi apellido,

-No lo preciso-

me he hecho uno con él,

y los que tienen temor de pronunciarlo me llaman “aquel”,

uno cuyo nombre es su rostro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Noticias del abismo

 

Madre, padre​​ 

al cruzar la espesura de vacío​​ 

queda una cumbre,

hasta allí he subido

por traerles noticias del abismo.​​ 

 

Abran el pórtico,

díganle a ella que en la verja me reciba,

y trozo a trozo me desprenda de las botas​​ 

el rastro de cantera,

el polvo de animales muertos

que sin querer he arrastrado hasta su casa.​​ 

 

Traigo noticias del abismo​​ 

acéptenme el don de lejanía,

la malherida pureza de esta ofrenda,​​ 

el racimo en que perviven

las negras raíces

de todos los árboles

que faltan en el mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Center

 

A las cuatro y cuarto

entre los viajantes de Chinatown

le digo:

yo sobreviví al terremoto y al agua.

Soy 1989 partiéndose en dos

y lo que usted piensa ahora mismo,​​ 

también lo soy.

Soy una muchacha suave

-soy china-

como esa que usted cree

se vería mejor callada

y despeinada

en otra parte

y no aquí,

que se vería muy bien desnuda

y estirada

en un cuadro de Modigliani.​​ 

Soy ella,

sí,

y por supuesto,

señor,

yo soy Modigiliani.​​ 

Soy la punta de la estrella,

la cosa de papel que cae desde el aire en los aniversarios,

el autor de la teoría

de que el espíritu

es el hueso que no se puede roer.

 

Soy las ganas de romperse y de decir algo.

No puedo pagar la entrada al cine,​​ 

pero salgo en todas las películas

y por eso estoy sucio

y cansado

y más triste que dios.

 

A esta hora soy el cartón

y la masa,

la esterilla de papel

y la esquina morada

y lo que dejaste en la estación.

 

Soy el pie en el estribo

y la última cosa que pensó Paul

y soy capaz de decir cualquier cosa porque estoy sucio

y no puedo pagarme la entrada al cine.

 

Soy el autor de la teoría del espíritu,

soy un lado del espíritu,

soy la muchacha ideal.

En verdad,

señor,

yo soy Chinatown,

a toda hora

y en demasía,

tengo una calle en cada esquina del mundo

y soy,​​ 

naturalmente,

lo único que nos queda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Consigue tu ejemplar aquí

También puedes leer