Poesía ecuatoriana: Fabián Guerrero Obando

Leemos poesía ecuatoriana. Leemos algunos textos de Fabián Guerrero Obando (1959). Leemos poemas de Tardía calma, libro publicado por El Ángel Editor. En 2025 publicó la antología Poesía reunida 2003-2023 .

 

 

 

Fabián Guerrero Obando (Quito, 1959) ha publicado los libros Olor a tierra (1979),​​ Me separo me persigo​​ (1995),​​ Facticio ficticio​​ (1998),​​ Nexos Casuales​​ (2001),​​ El Viaje​​ (2003),​​ Las partes​​ (2006),​​ Zanja​​ (2009),​​ La víspera​​ (2011),​​ Cuándo el amor​​ (2013), El radiante guiño del insomne​​ (2014),​​ Ninguna cosa nacida​​ (2015),​​ Invernada​​ (2017), Ardid (2018),​​ Como la vida​​ (2019),​​ Formas de la pérdida​​ (2020),​​ El día que fuimos​​ (2021),​​ Frágil como es​​ (2022),​​ Así es​​ (2023),​​ Hasta sabernos noche​​ (2024),​​ Poesía reunida 2003-2023​​ (2025) y​​ Tardía Calma​​ (2025).​​ Su poesía figura en varias antologías nacionales y extranjeras. Parte de su poesía ha sido traducida al inglés, alemán, francés, griego e italiano.

 

 

 

 

 

 

 

 

I

 

Una flor se abre

 

 

Una flor se abre

Y se torna jardín

Se torna sendero

 

Y límpida como tú

Es el brillo en la enramada

 

Como el deseo del cielo

Como tu voz

De la que toda luz

 

Deriva.

 

 

 

 

 

 

 

II

 

El consuelo de la palabra tiempo

 

 

El consuelo de la palabra tiempo.

Ni encono

Ni infortunio

Tampoco nostalgia

O remoloneo:

Consuelo.

 

Como si al fin

Me hubiese extinguido

Con tu mano

Oculta​​ 

En mi corazón.

 

 

 

 

 

 

 

III

 

La palabra tristeza

 

La palabra tristeza

Se hace sitio en la frase.

 

Una y otra vez en la mano que la escribe.

 

Crece por todas partes.

 

Brilla en la punta del cuchillo:

Se ennegrece​​ 

En la uva vieja del corazón.

 

 

 

 

 

 

 

IV

 

La mancha se extiende sobre la mano

 

 

La mancha se extiende sobre la mano.

 

Se nutre

Camina

Duerme en la mano rugosa.

 

Resuella resuella

Y esos resuellos

Secan más la mano.

 

Y tras ella,

La simple ampolla del tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

V

 

Veo esa caja por dentro. La oscuridad abajo

 

Veo esa caja por dentro. La oscuridad abajo

Y lo que recoge.

El polvo que gira lento como si tomara aire

O temiera algo.

 

Si fuera posible,

Limpiaría la caja para neutralizarlo.

 

Pero es crudo el tejido epidérmico

Que se acumula en el fondo.

 

Esto gris en lo pardo.

 

 

 

 

 

 

 

VI

 

Ninguna otra cosa

 

Ninguna otra cosa,​​ 

Ninguna otra cosa que el corazón como signo.

 

La ilusión de que deja lugar a otra ilusión.

 

Que nada es grave y todo calmo

Entre las flores blancas

Que se abren ante nosotros.

 

Sus semillas infatigables

 

Su deriva.

 

 

 

 

 

 

 

VII

 

Y el cascarón de nuez

 

 

Y el cascarón de nuez

Que cruza las aguas como un anuncio

De lo que nos va a ocurrir.

 

Uñas resecas, dientes frágiles.

 

Naufraga, naufraga.

Y uno cree que flota.

 

Bruma y penumbra ya es

Con un suspiro dentro.

 

 

 

 

 

 

 

VIII

 

No sabe de frío la luna​​ 

 

 

No sabe de frío la luna​​ 

Que asedia.

 

Flota o rodea o vuela

​​ Del centro a la periferia

De la noche.

 

Como midiéndose a sí misma

La creciente luna.

 

Y su tierna hoja,

Aterida,

Ahí cerrándose.

 

 

 

 

 

 

IX

 

No es solo una tira

 

No es solo una tira

O un simple hilo

Y ni siquiera una cuerda.

 

Es soga

Soga con mancha roja.

 

Nudo que se retuerce

En la propia soga.

 

Que ya apagada

Anhela aquel impulso del cuello.

 

 

 

 

 

 

 

X

 

Es para peor. No siempre lo adviertes

 

Es para peor. No siempre lo adviertes,

Pero cada vez te haces más lento

Más bajo

Más débil.

 

Sientes que la presión sanguínea aumenta.

 

Es la de tu observador privado

Que camina dentro

Y empeora contigo.

 

El siguiente paso ya es concertado.

 

 

 

 

 

 

XI

 

Es el último día

 

Es el último día,

Porfían,

Sobre el día ya muerto.

 

Deja una cosa espesa

Y grumosa

 

Ya no su guijarro.

 

 

 

 

 

 

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