Carta abierta: creadores en el olvido

Vicente Alfonso comenta, atinadamente, la situación de la maestra Enriqueta Ochoa en su tierra natal. Sin duda, una llamada de atención importante.

La entrega, el domingo, de la Medalla de Oro de Bellas Artes a la maestra Enriqueta Ochoa ha reabierto un debate en torno a la forma como La Laguna apoya a sus creadores más grandes. Pareciera que a algunas de nuestras autoridades locales en materia de cultura les interesan más los reflectores, los cocteles y los canapés que el respaldo real a las manifestaciones artísticas que se gestan dentro y fuera de la Comarca.

Así pues, me sumo a la propuesta que en días pasados enunciaron, por separado, el maestro Felipe Garrido y el actor y director de teatro Gerardo Moscoso. Ambos señalaron la necesidad de apoyar a los creadores eméritos de Torreón y de Coahuila. Ambos hablaron de respaldo real, no de pantallas, ni de declaraciones que se queden en el papel.

Nadie objetará que el homenaje para la maestra Ochoa en Bellas Artes es más que merecido. Muy bien por Bellas Artes y quienes organizaron la ceremonia, porque la autora de Bajo el oro pequeño de los trigos se cuenta entre las tres poetas esenciales de nuestro país. La reciente publicación, por parte del Fondo de Cultura Económica, de su Obra Reunida, es una oportunidad para quienes deseábamos acercarnos al trabajo de toda una vida en una edición impecable que ya era más que necesaria.

Por eso extraña que en Torreón, la ciudad natal de doña Enriqueta, no se haya contemplado ninguna actividad para recordar la obra de la maestra. Existe, sí, el Premio Nacional de Poesía que lleva su nombre. Se trata de un galardón prestigioso. Pero una pregunta flota en el polvoriento aire de La Laguna: ¿es eso todo lo que nuestra tierra puede hacer por uno de sus creadores más representativos, una mujer mayor, cuya delicada salud requiere atenciones?

Garrido y Moscoso han sugerido, como muchos otros, que un apoyo real sería la creación de una beca vitalicia para estas figuras. ¿Por qué no ha saltado alguna institución de cultura local a responsabilizarse? ¿Tal vez porque, contrastado con otras acciones, esa resulta poco redituable en términos de imagen? ¿Salen más baratos los aplausos? Ni hablar: es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

El caso de Enriqueta Ochoa es emblemático no sólo por el alto valor de su obra, también porque ella misma ha sido un símbolo de la lucha por los derechos de la mujer. Aún se recuerda el escándalo surgido en 1950, a raíz de la publicación del primer poemario de la maestra, titulado Las urgencias de un dios. Entonces con diecinueve años, la autora fue calificada como hereje. Hubo severas condenas para una voz femenina que intentaba abrirse paso. Con el tiempo quedó demostrada la vocación literaria de aquella joven. Justo ahora que ha cumplido ochenta años, tenemos un pretexto para ejercer, a través de la creación de esta beca vitalicia para la maestra y para otros creadores destacados, una de las características laguneras: la gratitud.

En los últimos años los gobiernos estatal y municipal, e incluso la iniciativa privada de nuestro estado han logrado ponerse de acuerdo para concretar proyectos millonarios. Tenemos ya algunos museos y galerías de primer nivel, y en muchas áreas hay perspectivas de crecimiento. Sería excelente que lograra instituirse ese apoyo municipal/estatal para los creadores que, en sus distintas trincheras, han construido esta ciudad. Personajes como Enriqueta Ochoa, Pilar Rioja y más recientemente el propio Felipe Garrido (lagunero por decisión), Saúl Rosales, Sonia Salum, Fernando Martínez, deberían tener un futuro, si no de dorada bonanza, al menos de certeza en lo que se refiere a necesidades apremiantes. No se gastaría gran cosa y se ganaría muchísimo si a todos estos maestros se les diera, al menos, un modesto apoyo y un seguro de gastos médicos. Sería la mejor forma de decir gracias.

Fuente: El Siglo de Torreón.

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