En el marco del dossier “Otra muestra de poesía argentina”, preparado por Carlos Aldazábal, presentamos el trabajo de Geraldine Palavecino (Salta, 1973) es Licenciada en Letras. Mereció el Primer Premio para Autores Inéditos de la Provincia de Salta y el Primer Premio para Autores Éditos de la Provincia de Salta.
Para leer la introducción que vertebra esta muestra sigue el enlace
La huida
Un relámpago revelador
que abre uno a uno los puntos de la sutura
y permite que escuchemos las alas del latido que aún no se extinguió.
Después de aquella noche geométrica de la enajenación
logré al fin reconocer la sustancia de la emboscada.
Un ejército de soldados de ágata me detuvo inclinada del otro lado de la frontera: trampa de los inconsistentes.
Todo atardecer debió ser más que oscuro
para quien nació entre las manos del ahorcado,
para quien sólo se nutre de lo que el Envenenador provee.
Una vez fuera del laberinto,
pude oler a la Bestia
en su desasosiego de fango furibundo.
Me mantengo incrustada en el círculo
entre palabras de cuñas agudas
para romper la red de inmóviles insectos.
Hecha de huesos anónimos,
La oculta luz
una vez más hará suceder el Nacimiento.
Final de inmersión
Se trata del triunfo
de haber desalentado a la jauría
de mantener el suspenso en los rincones.
Se trata de la distracción del ramo de la palma consistente en claveles prematuros.
Es posible que el porvenir gire
que se retuerza el espejo sin quebrarse
y la narrativa del presagio sea desobedecida.
Es salir,
junto a esa luz insoluble que se filtra
hacia el final del cadalso.
Terremoto de 1692
Emigrar de planicies al crepúsculo
hacia abismos de montañas en manadas.
Este es el lugar de la Promesa
no la tierra deslumbrante para la semilla
sino la del germen de terremotos y de sismos.
Destrucción en condena,
revés de pesadilla
para la calma del ángel ensangrentado.
Es posible que en las leyes de la Bestia,
coordenadas hechas de tentáculos y hocicos
aguardaron sigilosas
para cifrar la furia de brazos coléricos.
Se necesita sólo de la invocación.
La clave de la codicia.
y del gramaje exacto del oro
para arrancar a dios su máscara.
Comienzo de caída
Si es el canto enjaulado del pájaro
O la memoria capturada en la hierba
¿cómo reconocer el momento en el que penetramos la sombra?
Somos la lámpara a vela,
la guirnalda que pende sola en la noche estival
bajo el viento de sonidos y colores,
un cascote en la boca entreabierta de la tierra
o la amputación al ras de la enamorada del muro.
De repente quedamos solos.
Y es posible conocer el aliento del búho que anticipa el descenso,
y ver el espanto de la entraña cuando se deshace del Nombre.
Simulación del orden
Se cortó el alambre inmóvil
Y la paloma de mármol cayó sin vuelo.
Lo rígido está roto
Y todo puede verse así:
Una respiración nueva mueve la neblina.
Entonces la boca asume los maridajes.
Siempre fue así:
Debimos torcer el tallo del girasol
Para oír los gorjeos claros.
Debimos, desde la cuna,
Huir del león mientras duerme
Dibujado en el respaldo y salir
Casi sonámbulos a ejercitar el calor.
Porque desde que estuvimos prendidos
al pezón alguien debió decirnos:
Detrás de todo altar,
un querubín es un Dragón.
Satansstern
Estrella de la mañana
Cinco puntas alumbran la sombra de la aguja.
Estrella de la mañana
Rojo fuego frontal
en la iridiscencia.
Mercurio persistente,
Brasa o fuego de los días.
Blanca, alba y omega
Hacia el final de nácar
La claridad será helada.
Azul en la sábana que pliega
Orografías precisas;
Azul fluvial, luz aguacera.
Estrella de luceros
Un día no te veré más en el cristal
De la ventana.
Cirio prescindente.
Salmo natural.
Talismán de Saturno
Cuando suceda la transformación del perfume
Y la mosca sea la centinela en la morada de la araña,
Me replegaré como la pluma de la almohada por las horas en que rueden las piedras por mi casa.
En la biblioteca de tinieblas
Hay un inventario de mares que conozco
Y escrita sobre la escarcha
He visto la fórmula del rayo.
Si la jaula fuera de lapislázuli
Para la bala o el insecto que me interrogue,
Yo podré decirle que para amedrentarme
Ha sido hecho el insomnio.
Sin un talismán la intemperie
Es papel en blanco
Y toda ranura está clausurada.
El agua para Ofelia
En ese cuadro que la persiana oculta
Es agua para tu bien que discurre mediadora
Bajo las flores y cintas de melena colorada.
No modificas siquiera el volumen
Con tu nadar encerrado
Ni hay movimiento leve, circular de ondas en la superficie.
Bajo tus manos el agua es maternal
Pero hacia tu nuca, una sombra abisal es la habitación del Dragón.
Entre arena y caracoles,
El frío disolvente es líquido de Dinamarca,
Río Avon en el mapa.
Detrás de la persiana hay una muchacha ahogada.
Navegación sepulcral de enamorada
Nado de la demente célibe
Por la pared nocturna.
Entrada de la mosca a la iglesia La Viña
Encerrado entre hierros,
El ábside en semiluna se abre para la mosca.
Mosca entornada
Que entra honda, densa y vasta
a la presencia de arena íntima de los cuerpos que pierden la materia.
Como la piedra que toca el agua
Y todo lo modifica,
En ondas sucesivas
La mosca avanza:
Bóveda y basílica.
Como si su propia ofrenda
Presidiera
El cuerpo hostia,
Nave.
La mosca es una nave incesante,
Aunque ocasional.
Travestida de criatura
Entre las flores del llanto,
Alas en plegaria
Oración invertida.
Y como la risa,
Sacrílega entre las bancas
Para su hora breve y contigua al daño.
Corta es la hora de la mosca,
No su amenaza.
Le Pendú
Esta noche el ahorcado cuelga de la poda,
Es un ancla de carne
En el crepúsculo ambivalente.
El acróbata tiene las manos atadas
Para la epifanía
Ya no será.
El cordón glándula
Lo liga cordero y león a la víscera
Coral en lo profundo del arcano.
Es la metamorfosis de la máscara
Crisálida sacrificial
Cabeza abajo nadir nadir,
Mediodía entre la tierra y el cielo.
El ahorcado reconoce la disposición de los cuerpos celestes
Y asume morosos movimientos,
Círculo o equilibrio,
Imantación para la mosca.
Datos vitales
Geraldine Palavecino (Salta, 1973) es Licenciada en Letras. Publicó Ritual de las sierpes al fuego (1991, Primer Premio para Autores Inéditos de la Provincia de Salta) y Bajo tu peso (2000). El libro Talismán de Saturno, próximo a publicarse, ganó el Primer Premio para Autores Éditos de la Provincia de Salta (2011).