Mostrando todos los resultados 2

¡Oferta!

Las tardes de Dafne

$280.00

RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO

 

Dos flechas lanzó el joven Eros como respuesta a las burlas de Apolo, la primera de oro directo a su corazón, la segunda de plomo para la sacerdotisa de la Madre Tierra, Dafne. Cada dardo tenía una función diversa, el áureo provocaba el mayor deseo de amor, el plúmbeo despertaba la aversión. Así mostró el pequeño Eros su poder ante “el que hiere de lejos”, padre de la poesía, quien lleva como armas ‘el arco y la lira’. El mito parece una refundición del más antiguo relato de Pan y de Siringa, la similar transmutación de las ninfas en Laurel y Carrizo, por intermediación de los dioses-río Peneo y Ladón. En el profundo sentido del mito se trata de la pérdida de la amada, quizá el más antiguo tema de la poesía, así con Orfeo a las puertas del Hades perdiendo a Eurídice o con Edgar Allan Poe y la “llamada por los ángeles Leonora”. Rubén Márquez Máximo en Las tardes de Dafne acude con precisión y agudeza al mito instaurador de las florestas clásicas para renovarlo, nos ofrece el canto inconsolado del que todo lo pierde excepto la memoria dulce de lo que nunca más volverá. Poesía y Mito, estas palabras sinónimas, alcanzan aquí su perfección expresiva y su más alto significado.

Mario Bojórquez

¡Oferta!

Las batallas de Eros

$262.00

Rubén Márquez Máximo

Eros batalla contra una parte del tiempo. Desde luego, no porque ignore que sólo puede hacerse patente en el cuerpo deseado a través de instantes que se multiplican con sucesión impotente para los mortales, sino porque el tiempo también tiene la tarea de borrar el encuentro amoroso como cualquier otro encuentro con cualquiera de las cosas de los dioses y de los hombres o, cuando menos, dejarlos siempre atrás. Pero Eros además batalla encarnado dentro de lo que él mismo seduce para hacerse con más fuego en el arrebato de la seducción que provoca, como lo observamos en el verso: “las lenguas que luchan en un beso que florece”. Y más todavía, es por causa de Eros que combaten los hombres por una misma amada fingiendo una locura que en realidad ha alcanzado ya su deseada posesión, pues los amantes, remitiendo a Tibulo, desertan de la guerra por su patria para luchar una batalla de verdaderos valientes, esto es, la batalla por conquistar a la muchacha querida.

La guerra es el padre de todas las cosas, como dijo Heráclito, y por su palabra el logos por vez primera se autorevela, es decir, por vez primera el ser se presenta en la inmanencia. De Eros descendemos porque él es la deidad que primero toma y cede las armas. Amamos para la eternidad desde la finitud, y Eros lo sabe muy bien. Por eso siempre está ahí acompañándonos, indiferente a la Razón, el Decoro o la Vergüenza. “Por medio del arte ha de ser gobernado Amor”, nos los enseñó primero Ovidio. Ahora, continuando con el canto de esa batalla nos los sigue recordando, por fortuna, la poesía de Rubén Márquez Máximo.

Francisco Iracheta