Foja de Poesía No. 031: Gustavo Osorio de Ita

Gustavo Osorio

Gustavo Osorio de Ita nace en Puebla en 1986. Obtuvo el Premio Filosofía y Letras, de la BUAP, en el área de Poesía en 2008. Actualmente estudia la licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP.

Los dejamos con la poesía de Gustavo Osorio.

El box y ella

I

Mis ansias
tropel de mis puños
congregados a golpes
por volver a ti:
a tu cama
a tus dientes
a tus manos.
Tú,
única estratega,
conoces el trocamiento
de mis batallas en pasiones
de mis victorias en sexo violento.

II

Debo guardarme
y hacer acopio de energías:
más tarde,
cuando acabe en esta lona,
y salga por la puerta grande
me esperan doce rounds de sombra
con Francisca
buscando quitarme el título
de campeón del mundo
en pesos completos.

III

Aquí mis manos me explican:
yo soy lo que puedo
lo que peleo
lo que aguanto.
Allá,
bajo tu boca,
siento que no puedo y
resisto un poco menos
de lo que desearía.

Contigo sé que puedo desgastarme,
caer rendido
y mis manos nada te dirán ya.

Entonces
si es imposible ganar hoy
lograr esta victoria
prefiero guardar mis manos
ocuparlas en otras batallas
y hoy juntarlas frente a ti
por adelantado.

IV

Carajo
Si vi venir los golpes,
el baile, su ritmo,
un paso cruzado,
su guardia cansada bajando.
Lo juro lo vi
vi todo
todo bien medido y pensado,
salvo a ti en su esquina
y al final
tu mano en su puño levantado.
Carajo eso no lo vi venir.

Paternitas


I

Y pensar que mi padre me decía marica:
“Ya no salte la cuerda
o le pongo falda”
Hoy brinco
-más alto que nunca-
y el pendejo ese
no aguantaría un round
sobre mi lona.

II

Siempre te recuerdo
diciendo que llorar
era cosa de mujeres, de cobardes.
Hoy nadie en mi esquina,
a diferencia de ti padre,
distingue sudor de lágrimas.
Aquí todos me piensan valiente.

III

Este punto delgado y fino
oculto en su distancia
es terno
cuando en los tres
parapetados minutos eternos
siento caer mi escudo
e imposible franquear su confianza
desisto.
Todo porque el nunca escuchó de ti
ni ha sido tu hijo madre.

IV

De tanto no sentirte y
acabándome a acostumbrar a tus negativas
puedo hoy aguantarlo todo.
Así
gracias a tu cruel indiferencia
no existe un golpe demasiado fuerte
y seré campeón del mundo madre.

Soledad y ocaso


I

Tiempo después,
campeón del mundo y
cargado en hombros,
se le vio sonriente
en fiestas públicas y televisión.

Parecía feliz.

Para sí
lloraba de tristeza,
de rabia enconada,
pues en la cima
más gallo que cualquiera
no se le dio nunca un contrincante
tan perro e iracundo
como su sombra.

II

No me pidas muerte,
solo quiero un día más.
Quiero morir como he vivido:
mañana, sobre la lona y a golpes.
Por favor no me encuentres aquí
desnudo y encima de ella,
no me fulmines de un infarto.
Así no.

III

Sentí después mis puños derribarlo todo
y mis pies ligeros bailando.
Escuché los gritos y mi aliento
que silbaba tranquilo.
Vi sus ojos con miedo y mi guante levantado

Fuí enorme.

Así todos los sueños
con la cabeza tendida en la lona
suelen ser blandos.

IV

Haré un cálamo de
mis puños voladores
a su rostro y torso
cuando coro de mi nombre,
en la tribuna que imagino
llegará algún viernes,
se levante.

Hoy danzo en las sombras.

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