Sobre “Poesía eras tú” de Francisco Hinojosa

Francisco Hinojosa y Eduardo Casar

Eduardo Casar reseña el poemario más reciente de Francisco Hinojosa. Texto leído en la presentación de Poesía eras tú.

 

 

Me declaro un estupefacto fan o estupefan de facto de la obra de Francisco Hinojosa. Quedé maravillado con la guerra desatada entre los vecinos de edificios enemigos en “A la sombra de los caudillos en flor”. Pero donde no me tardé en ir a Tardán para comprar un sombrero que me pudiera quitar fue después de leer ese clásico de la literatura mexicana que se llama “A los pinches chamacos”.

    Su anterior obra completa de poesía está reunida en Robinson perseguido; pero como el tomito es breve, Francisco es más conocido por su narrativa, donde ha ensayado novelas policiacas de 100 capítulos no mayores de diez líneas; además, la descomunal repercusión de La peor señora del mundo ha hecho que se le reconozca solamente como narrador. Él mismo, cuando habla de Poesía eras tú, dice que es una novela en versos.

     No quiero desmentirle su verdad: sí es narrativo, por la presencia de personajes y la continuidad argumental, pero se trata de un librín de poemas que ya quisieran muchos de los pequeños productores de la monarquía poética mexicana.

     Creo que el formato de poema se le impuso a Francisco. Porque el corte por versos da otra respiración al texto: acentúa la sonoridad y el significado de las palabras con otra contundencia que la prosa: no es lo mismo decir:

 

Era un hombre solo, que

 

Era

un hombre solo, o que

 

Era un hombre

solo.

 

     Donde, como pueden ver con los oídos, el tercer hombre está más solo que los dos primeros.

     Lo que hace Francisco aquí es crear no solamente los poemas (como cuando Vallejo dice: me moriré en París con aguacero; yo, César Vallejo soy el que declara que va a morirse), sino que crea, además, al poeta que hace los poemas. Inventa la voz narrativa del poeta.

Portada de Poesía eras tú

     Poesía eras tú es como una novela epistolar pero sin lo ridículo, inverosímil, e inmediato que hubiera resultado hacerla en cartas. El personaje decide escribirle poemas de amor a su amasia, porque es poeta pero también por la ventaja adicional de que nadie te contesta un poema.  Esa decisión alza desde el principio un alto contraste entre la forma tradicionalmente sublime de la poesía y el terrenal contenido porquerizo.

     Curiosamente el poeta más reconocidamente humorístico de nuestra poesía nacional, Margarito Ledesma, es también un poeta inventado, un personaje, como el de Francisco Hinojosa.

     Además son poemas por el uso afortunado de algunos recursos tradicionalmente poéticos, como la reitero-repetición anafórica…

 

Oigan si no:

 

comprendo que la muerte de tu madre

te tiene deprimida

que los problemas con tus hermanos

por las propiedades que les dejó

por el dinero que les dejó

te tienen muy ocupada,

pero, amor, mío, la vida

sigue y sigue y sigue

como esos gusanitos

que andan y andan y andan

porque saben que detenerse es morir…

 

    Y también poemas por el ritmo (que se nota muy bien en los versos anteriores) y por la manera de cerrar en cada uno de los poemas, una rotunda unidad de sentido. Ya quisieran esos cierres para un domingo muchos de nuestros poetas en sus elucubraciones en columnas.

    Francisco suele configurar personajes comunes y además corrientes, como “Marina Dosal, aguafresquera”, o como este poeporquerizo y su legisladora. Los lectores mexicanos sentimos la cercanía tribal que nos evoca algún poema de alguien que fue a dar a una cárcel de paso por haberse embolsado sus buenos dolarucos.

    Este libro abrirá caminos nuevos. Igual como lo hizo La peor señora cuando al ser publicada y leída le dio permiso a muchos escritores para tratar más desparpajadamente, sin miedo y sin brasier, los textos para niños. El libro de las cochinadas no hubiera sido posible sin La peor señora.

    Pero ojo derecho: no son los temas lo que le da su particular tono al mundo que inaugura Hinojosa; ni, ojo izquierdo, tampoco es el humor de por sí (porque Francisco sea muy humoroso) lo que le da esas curvaturas tipo Gaudí a sus poemas: lo que sucede es que Hinojosa domina y explora el lenguaje y eso le abre una inusitada libertad creativa. El humor es una resultante de este juego que articula seguridad y curiosidad. Así le pasaba a Ibargüengoitia; así le pasa a Sheridan.

    Porque cuando se hace así el amor con el lenguaje es cuando se le puede ver su relatividad, y ya en todo lo lenguado se perciben las fisuras: y por ellas se notan los lugares comunes, y entonces pueden utilizarse, o deshacerse, o volverse porosos.

     Pasen señores, a leer Poesía eras tú: vacúnese o porcínese contra la brocha gorda que opaca la realidad. Viene con sus haikús  y con un corrido de regalo. Después de su lectura, dejará usted de ser lector y puede que se vuelva hasta poeta.

     Francisco: gracias a nombre de mío propio.

 

Eduardo Casar Foto: Pacual Borzelli Iglesias©

Eduardo Casar. Foto: Pacual Borzelli Iglesias ©

 

Datos vitales

Eduardo Casar (DF, 1952) es Doctor en Lengua y Literatura Hispánicas. Es profesor de la UNAM y de la SOGEM. Es conductor de radio y televisión. Premio de Ensayo Literario José Revueltas en 1976, por un trabajo conjunto. El Gobierno del Estado de México le otorgó, en abril de 2009, el Premio Internacional de Literatura Letras del Bicentenario “Sor Juana Inés de la Cruz”, por su libro de poesía Grandes maniobras en miniatura. Algunos de sus poemarios son Noción de travesía; Son cerca de cien años; Caserías; Mar privado; Parva natura y Habitado por dioses personales.

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