Un acercamiento al trabajo del poeta nicaragüense, radicado en México, Roberto Corea Torres a través de “ahora que ha llovido”, ganador del Certamen de publicación 2009 convocado por el Centro Nicaragüense de Escritores, la Asociación Noruega de Escritores y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega
ahora que ha llovido
mirada
es así de sencillo:
la luna aparece ciertas noches;
langostinos, champaña y caviar
se sirven sobre
mesas privilegiadas.
Una flor estalla rojo a la luz del sol,
vientos de amargura azotan el jardín del despojado.
El muerto de hambre naufraga en un mar de basura.
Un cementerio recibe al nuevo difunto (que es el mismo).
La noticia se vuelve pasado en segundos,
mientras
mariposa y susurro comparten hueco
y
dos labios se buscan en algún escondrijo urbano.
antes de llegar a tu esquina
Canto en la fiesta de la carne
a mi vieja e inolvidable ramera
los susurros de una canción
que compuse apurado por el tren de los días,
casi se detiene,
más es dúctil e implacable,
quédate donde estás,
hazle como siempre
el milagro al adolescente,
déjalo sin respirar en su primicia,
permítele escarbar los dibujos del lecho,
déjalo asomarse más allá
de las estrellas rojas.
Déjale el corazón translúcido
donde cualquiera pueda ver
el furioso chocar de olas
sobre la mansa tierra acostada.
Pido porque nadie altere tus pasos por ningún tiempo
y puedas sustraer de sus tristezas
a los que caminan agachados,
a los que viajan sin ver,
a los renegados,
a los que bajan tardíamente del monte
a lamer la miel de tus panales,
y cuando creen ser invisibles
arrojar sus fluidos
cual torrentes,
y ya huérfanos de la incandescencia
vuelven a esconderse
a desoír la canción.
Pero los sabes estériles,
les conoces ese espíritu de laureles podados en parques pueblerinos:
ornato, sólo ornato a la vista,
semilla que no crece.
Sigue mi canción al aire,
festina el color,
maldice tu soledad,
en el quicio de las cantinas se detiene y baila contigo
los boleros del ron.
Después de todo, las crudas diarias
son acaso paisaje simple de una melancolía
aposentada en las esquinas
donde siempre estás
viendo pasar a la gente envuelta en sus caretas,
no importa el frío de la madrugada
ni el ardor de los pies,
no te importa el reiterado vacío de las calles,
la maldición del obtuso
en su ansia por abrazarte.
Tu aroma se repite,
vierte en cada encuentro la espesa transpiración
del cansancio,
a pesar de ello, alguien va hacia ti
acuciado por el viento de una caricia,
entonces se agranda tu regazo
es sol
con ardor de mandarinas en el día
intimidad apacible
en el abrazo de la noche.
Carnada olorosa de jaguares.
en ese instante de leche y céntimos
tiene razón el futuro
cuando te impone el velo,
igual que ayer.
Transfiguraciones
amanece, como es ahora.
El hombre muda ropa y años
pero tú sabes que es el mismo,
aquél cuyo retrato aparece en la revista
a la que siempre acudes
cuando el cuarto te arropa
con su inevitable fragor de ausencia,
y su inquietante aroma de tabaco seco.
noche
… Porque la noche no es
sino nada más acaso
la suma de las sombras
de aquellos hombres ya fallecidos
que dejaron al amor
como un fruto sazón
al que nunca le pudieron
hincar sus dientes.
muchacha del verano catalán
Debajo del alero:
ojos claros escudriñando,
la espera, ella
ni siquiera imagina otros ojos
apropiándose de sus latitudes.
Nunca estas miradas
harán reunión.
Entre el polvo de los edificios
se cuelga el murmullo,
un vino tinto
recorre los monumentos, salobre.
Aguarda muchacha
los menjurjes en la cara
no quitan tu verdad de niña,
escuálido cuerpo
temblando
entre el Mediterráneo y el Vallés.
Sí diablilla, date cuenta:
no es la silueta de hilo,
no es tu cintura,
no son las exiguas caderas,
sólo es la mirada triste de infancia
desde que te conocí,
sólo es el color de tu piel
el reflejo dorado que
amarro como horizonte,
sólo es tu imagen
reverberando en el pavimento
de esta ciudad que me llama,
que me lleva por tus callejas.
hostia
Pedacito de pecado
que sabe a pan… comido.
con el corazón en las páginas de un lector
Ellos
Seguirán estando ahí
Al borde del precipicio
Justo donde termina el mundo
Aguardando la germinación
De la sorpresa
Una claridad que abre caminos
Para perseguirla
Dejarse ir tras ella
Hasta el fondo
El fondo
Fondo
hablar por hablar
Con todo el tiempo por venir
muera el silencio esta tarde.
Instancia del vacío
su misterio rezuma murmullos
cantos de acertijos,
rumia incertidumbres
las vuelve mariposas y las deja volar.
En su escala al cielo
se exhibe,
nadie puede tocarlo,
cuando acaso lo rozamos
tiembla arisco como sapo descubierto.
Maná del anacoreta,
el silencio transfiere su esencia
a la arena del desierto
los arbustos así renacen
a pesar de la seca,
una salamandra saca la lengua
abre los ojos, calla.
Se descubre el sapo interlocutor de sí mismo.
Desnudo.
Minucia arcaica de dioses, enlaza.
Rosario que deja exhausta las griterías.
sentado en el parque
Tanto peso
Tanto andar
Denso de imágenes
Y sin embargo
Estar en la misma fuente
Con un tiempo apenas visible
Inútil contertulio de las tardes
mudanza
Habrá que reemplazarnos,
decir:
mira, me voy
y sin embargo ya hay alguien
y ni siquiera siento
ser sustituido,
porque me deslizo
sobre la pátina
de los jóvenes que llegan.
Ellos, mis hijos,
tendrán los suyos,
y se volverán viejos,
y estarán alegres de haber sido,
y tendrán su tiempo
para ser reemplazados,
y se tendrán que ir,
como yo ahora
siento que me estoy yendo.
ahora que ha llovido
Amanecer en cualquier parte
no me importa,
interesa a mis manos
asir el amarillo del sol
y aventárselo a la melancolía
cuyo sino es llevarme
a la infancia
Tal vez siga royéndome carne y huesos
tal vez continúe merodeando mi memoria
con su olfato de roedor
y consiga desmoronar los recuerdos
—conozco bien su deseo de llevárselos—
hasta escapar con ellos.
Atrancaré todas las puertas, taparé rendijas
impediré a toda costa su salida,
no quiero ver como los esparce
sobre la blanda tierra que hollamos
y de ellos nazca
—ahora que ha llovido—
la nostalgia.
larvario
Estoy en otra luz ahora,
necesariamente tuve
que asistir a esa
distinta soledad. El paisaje
se mueve al ritmo del parpadeo:
migrancia eterna, los destinos
hallan acomodo en la
frágil envoltura
de esta realidad imaginada
que estoy viendo. Se inaugura
un continente:
el ojo como carcelero
y el poema como memoria,
visión y pensamiento
trastocados en el iris,
otra verdad adjunta
no menos real
ni más fantasía
sólo esa:
la que se vive en los pasos,
la que se muere en las huellas,
la que se recuerda en la danza
siempre con un compás renacido,
desde el filamento cristalino
embebido de tierra,
poblada de gusanos maravillosos,
merodeando,
juntos
en el pulso quieto de los instantes,
entonando un tristísimo canto
para escalar,
y todos arriba
vueltos ya palabras
desmembradas desde su raíz,
desarraigadas,
son idioma en efervescencia:
corazonadas migrando
desde la vista,
que en peregrinaje azaroso
trastocan su evidencia,
se plasman
alcanzadas por la revolución oleaginosa de una pintura,
y ellas mismas
si es que acaso, alguna vez
no tuvieron nombre,
se sienten bautizadas
con una belleza que inquieta la pupila.
Datos vitales
Corea Torres, nació en el Océano Pacífico (1951), asistido por el médico de un barco carguero anclado en Puerto Morazán, Nicaragua. Su padre agente de ventas azucarero a mediados del siglo XX, lo llevó con su madre a Chichigalpa, para allí registrarlo. Hace sus estudios de primaria, se inicia en la lectura y la poesía. Cursa el bachillerato en Managua y la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Autónoma de Puebla, México. Durante 22 años ejerce la ingeniería en la industria de la celulosa y el papel y continúa leyendo. Ingresa a talleres y seminarios, cristaliza su sueño de escritor. En un acto amoroso con la literatura comienza a crear poesía y narrativa. Inicia la publicación de sus textos. Ha publicado Miscelánea erótica (Poesía colectiva 2007). A veces la razón (Cuento, 2001 3er. lugar, V Concurso Mujeres en vida, Filosofía y Letras, UAP). Fue autor de la columna Solentiname del diario intolerancia. Consejero Editorial de la revista Quimera (UDLA). Autor de las secciones Librofilia, La República de los Libros, del programa Sin corbata, Radio Tribuna 1250 de AM. Ha colaborado en la revista virtual carátula, en los suplementos Catedral y Cámara de los diarios Síntesis y Cambio. Ahora es maestro de talleres de creación literaria, asesor de proyectos literarios, escribe sobre libros en la revista MOMENTO de Puebla, colaborador de El Nuevo Amanecer de El Nuevo Diario de Nicaragua y poeta y escritor por vocación.