Luis Martínez, en el marco de los estudios culturales, nos ofrece, en esta entrega de Subversión, un ensayo sobre la cancion “Alicia adorada” del colombiano Juancho Polo Valencia, a partir de las formulaciones teóricas de autores caros para el pensamiento contemporáneo, como Vattimo y Zizek.
Sobre la verdadera apertura ontológica
A Juancho Polo Valencia
En Creer que se cree Gianni Vattimo retoma la categoría de “abajamiento” para ponderar el papel de la tolerancia entre los seres humanos. Para este filósofo de origen italiano, la kenosis expresa el momento en que Dios abandona su posición para adentrarse a la temporalidad humana, en otras palabras, por amor se cambia la existencia eterna por la existencia temporal-humana, la de la corrupción.
Por su parte, y a diferencia de Vattimo, apoyado en las reflexiones de Schelling, el filósofo esloveno Slavoj Zizek propone formular la siguiente pregunta: ¿qué significa para Dios devenir hombre en la figura de Cristo? Probablemente, dicho descenso fue para Dios una ascensión[2]. En este sentido, Zizek sostiene que quizá la eternidad es un estadio inferior que el de la temporalidad humana, entendida ésta como una verdadera apertura ontológica. Por tanto, por qué concebir “el abajamiento” de Dios hacia el hombre como un acto de gracia y no entenderlo como la única manera en que Dios accede a la plena realidad y se libera de las sofocantes constricciones que impone la Eternidad… De ahí que esto nos llevaría, indudablemente, por otros senderos ontológicos.
Resulta interesante que dicha intuición fue también elaborada no por un filósofo florentino o un teólogo de algún prestigioso Instituto en París, Oxford o Berlín sino por un juglar del vallenato colombiano, nos referimos a Juancho “Polo” Valencia, quien en Flores de María cantaba sobre la tumba de su “Alicia adorada”: “Como Dios en la tierra no tiene amigos, como no tiene amigos, anda en el aire”. Y por ende, de manera poética, esclarece el quid de la cuestión planteada por Zizek; Juancho “Polo” Valencia nos pone sobre la pista del “aislamiento divino”, por ende, la relación con el otro, aunque muchas veces conflictiva, presupone la verdadera apertura ontológica. El “abajamiento” de Vattimo no sería una canonjía divina sino una imperiosa necesidad.
En lo que refiere al impacto de dicha canción, cabe hacer mención que fue, primero, popularizada por Alejo Duran y, posteriormente, por Carlos Vives en su “Clásicos de la Provincia”. Sí, nos estamos refiriendo al ingenuo intérprete de Santa Marta que nunca entendió el conflicto de su país y pensó –al igual que Shakira– que la paz se restablecería a través de conciertos multitudinarios sin siquiera tomarse la molestia de profundizar y enterarse sobre la guerra sucia implantada por el gobierno de Álvaro Uribe. Probablemente si ambos –Vives y Shakira– se hubieran informado sobre “las fosas comunes”, creadas por el gobierno de Uribe para enterrar a los opositores políticos, su oportunismo hubiera sido menos patético. Ya ni mencionar al caso paradigmático “del sabor latino despolitizado”: Juanes.
No obstante al gran machismo –producto de la colonialidad del poder–, que se percibe en las obras de la música de vallenato, la cultura popular –con sus contradicciones inherentes– no debería ser menospreciada por las ciencias de la cultura puesto que se corre el riesgo de privarse de intuiciones de profundo calado, como el que nos legó Juancho “Polo” Valencia.
[1] Sociólogo por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México).
[2] S. Zizek, La Marionnette et le nain, Seuil, Paris, 2006, p. 17.