Apuntes sobre el ensayo

Ensayo

La semana pasada El Universal convocó a ocho ensayistas mexicanos nacidos entre 1976 y 1983 para que hablaran sobre su oficio así como del ensayo que se escribe en el país. A continuación publicamos la entrevista completa  de Jorge Mendoza Romero.

 

1. ¿Cuáles son los temas sobre los que te interesa trabajar?

La investigación literaria ha poblado la mayor parte de las páginas que he escrito. Trabajo desde hace tiempo sobre diferentes tópicos de la poesía mexicana: la conformación de su canon, la arquitectura del campo literario, o sobre algunos autores o movimientos que me interesan en particular: digamos Ramón López Velarde, Octavio Paz, Eduardo Lizalde, Rubén Bonifaz Nuño, José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra, Efraín Bartolomé, Eduardo Langagne etc.; el modernismo, los Contemporáneos, el poeticismo. Junto a este trabajo de investigación hay otro de crítica que se adentra en los libros de los poetas contemporáneos jóvenes y de otras generaciones que permanecen en activo. Para tener un instrumental y una perspectiva más amplios con los cuales leer la obra de estos autores, traduzco regularmente ensayos de poética y de crítica provenientes de lenguas como el italiano, el francés, el portugués o el inglés. Aunque los abordajes se sirven de la sociología, la semiótica o la historiografía, la lectura estética subordina a las anteriores. Desconfío del crítico que no es capaz de verbalizar las excelencias o deficiencias estéticas de una obra. Del mismo modo, desconfío del crítico autoritario, cuyos juicios son pretendidamente inapelables. Mi postura es deudora en este sentido del pensamiento débil del filósofo Gianni Vattimo.      

            Otra vertiente corresponde al ensayo como forma literaria que vehicula a la imaginación. A partir de un cuestionamiento sobre el yo que sirve de centro gravitacional del ensayo, he escrito textos largos desde una primera persona que no corresponde con el yo que urde los ensayos que firmo con mis iniciales. De Wilde es la premisa “ponle a un hombre una máscara y te dirá la verdad” que va por la misma rúa donde caminan Álvaro de Campos, Ricardo Reis o el Barón de Teive. El ensayo deviene género de ficción, como el Monsieur Teste de Valéry o como Bartleby y compañía de Vila-Matas. Este ordo artificialis requiere el ejercicio de una sintaxis particular, de la elección de un campo léxico específico, de otro diseño retórico así como de una modalización o actitud diferente ante el mundo interior y exterior del ensayista apócrifo. Este texto ha encontrado ecos entre amigos y colegas. Una derivación natural me llevó a concebir un ensayo desde el yo de las cosas. En la narrativa de Apuleyo, de Tolstoi, de Kafka, de Borges, de Tario, de Serna, de Savinio hay historias narradas desde la perspectiva de un animal o de un objeto. Hasta donde sé, muy pocos son los ensayos que han adoptado esta perspectiva y así lo he llevado a cabo en algunas cuartillas.   

 

2. ¿Hay temáticas que compartas con otros ensayistas de tu generación? ¿Hay temas comunes o son más las discrepancias?

Aún seguimos arrastrando la teoría de las generaciones que formularan entre otros, Ortega y Gasset. Si nos referimos a la gente que nace en un periodo próximo, comparto preocupaciones estéticas y literarias con el poeta Alí Calderón quien se ocupa de la investigación sobre poesía mexicana en el siglo xx. Podría mencionar también a (pero sin duda esta nómina debe ser más amplia) Carlos Roberto Conde, Mijail Lamas, Israel Ramírez, Jorge Aguilera López, Daniel Orizaga, Pável Granados, Carlos Ramírez Vuelvas o Rodrigo García Bonilla quienes se han convertido en estudiosos de la poesía mexicana y juegan tanto en la cancha de la academia como en la que rebasa sus claustros.

 

3. ¿Hay ensayistas de quiénes te sientas heredero? ¿Qué estafetas decidiste tomar? 

Tengo, más bien, maestros en los que he aprendido a servir de mejor modo a la página virgen. Me interesa Alfonso Reyes. El cultivador de los bonsáis y el de los ahuehuetes (Pacheco), el autor de la literatura pura y el de la literatura ancilar (Carballo), Alfonso, el escritor de sus amigos, y Reyes, el escritor de sus lectores, (Castro Leal), el ensayista de los años madrileños y el de los años mexicanos (Martínez), y que podemos concentrar en dos obras: Visión de Anáhuac y La experiencia literaria. La síntesis de ambos se encuentra en esas páginas y también en El arco y la lira de Octavio Paz.

            En Otras inquisiciones, Borges alcanzó las dimensiones del ahuehuete en el ramaje breve del bonsái. Al lado de este volumen pondría las piezas que reunió en Biblioteca personal, cuyos ensayos son muestra de la más concisa y eficaz expresión. Hay otro argentino que posee un interés doble. Por su propia obra y porque realizó la mejor traducción de Montaigne, Ezequiel Martínez Estrada.

             Un puerto en el que se puede anclar es un dístico de Xavier Villaurrutia que define al ensayo como “voluntad de forma, novedad de enfoque.” Normalmente la voluntad de forma se liga al particular fraseo que impone la voz del ensayista. Pero hay muchos modos de alcanzarla. Uno de ellos nos lo enseñó Wilde a través del diálogo en El crítico artista y En la decadencia de la mentira (que se separa del diálogo platónico por los navajazos de ingenio). En México Antonio Castro Leal y José Emilio Pacheco lo han practicado hasta donde sé. En la fila de los ensayistas lúdicos hay tres que releo frecuentemente por la elasticidad que infundieron al género: Guillermo Cabrera Infante, Salvador Elizondo y Julio Cortázar.

            El equilibrio, la mesura, la naturalidad y claridad del estilo ático son las señas particulares de la prosa de José Emilio Pacheco. A cada Inventario se le puede adosar esta sentencia de Rider Haggard: “una lanza afilada no necesita brillo”. Y del mismo Pacheco la siguiente enseñanza sobre la imitación de los estilos: un estilo nace de las circunstancias que lo rodean y no puede ser aplicado a otras.

            No quisiera dejar de mencionar a dos autores de la era simbolista en los que se trama una prosa opulenta pero sin manierismos: Marcel Schwob y Stevenson.        

 

4. ¿Cuáles son las lecturas que te interesan, a qué ensayistas lees?

Soy un lector de poesía fundamentalmente. Sería enfadoso para quien lea estas preguntas dirigidas al lector de ensayos, mencionar a los poetas que leo. Sólo quisiera decir que la poesía que provoca un estremecimiento anímico me interesa por encima de la que rehúye el sentido o de la que se inclina per se hacia la logopea.

            En lo que se refiere al estudio de la poesía mexicana, además de los valiosos libros que escriben los investigadores de las distintas universidades, no habría espacio aquí para hacer la mención pormenorizada que merecen los trabajos de tantos escritores de nuestro país, desde Manuel Puga y Acal o Justo Sierra hasta los de Evodio Escalante, Anthony Stanton o Jorge Fernández Granados, pasando por los de Allen Phillips, Octavio Paz, Zaid, Margit Frenk, Alatorre, entre muchos otros.

            En los últimos meses han sido fértiles las lecturas de El arte de perdurar, de Hugo Hiriart, Modernidad líquida, de Bauman, Adiós a la verdad, de Vattimo, Poesia non poesia, de Alfonso Berardinelli y Modernidad y blanquitud de Bolívar Echeverría.

           

5. ¿Cuál es tu diagnóstico de cómo está el ensayo en México hoy?

Es imposible hacer un balance del ensayo que se escribe en México en estos días. En la Revista electrónica de literatura, Círculo de Poesía comenzamos desde enero de este 2011 una Galería de ensayo mexicano con la intención de reunir a los autores que frecuentan el ensayo de modo sistemático en todas las vertientes que sean posibles. Hasta el momento se han publicado –o se publicarán en las siguientes semanas– a 32 ensayistas y el número crecerá a lo largo del año.

            A manera de apuntes podríamos trazar una cartografía mínima sólo atendiendo a los temas que abordan, aunque provisionalmente perdamos de vista los matices y el vigor de las ideas. Dominan los textos sobre algún tema literario. Penélope Córdova, Marco Lagunas, Héctor Orestes Aguilar, José Manuel Recillas y Rafael Toriz sobre literaturas de otros países. Gracias a sus ensayos o traducciones podemos conocer lo que se está escribiendo en alemán, en portugués, o en lenguas eslavas. Sobre consideraciones generales acerca de la literatura en el mundo contemporáneo, Paola Velasco. El relato que se escribe en México es visto por Geney Beltrán. El grupo más amplio lo integran los ensayos sobre poesía: Jorge Aguilera Lópéz, José Miguel Barajas, Marco Antonio Campos, Eva Castañeda, Evodio Escalante, Armando González Torres, Pável Granados, Rogelio Guedea, Eduardo Huchín, Daniel Orizaga, Francisco Segovia, Guillermo Sheridan, José Javier Villarreal. Es indudable que Sheridan y Escalante ya han escrito libros sobre los estridentistas y los contemporáneos que podemos considerar imprescindibles. Sobre el propio ensayo los textos corresponden a Carlos Oliva, Alberto Paredes, Romeo Tello y Liliana Weinberg. Oliva compiló hace un par de años¸ La fragmentación del discurso: ensayo y literatura; Por su parte Alberto Paredes reunió su antología crítica del ensayo literario hispanoamericano del siglo xx, El estilo es la idea  en 2008 y Liliana Weinberg en los últimos diez años ha publicado cuatro libros teóricos sobre el ensayo como Situación del ensayo de 2006. De la historia de México se ocupa Carlos Ramírez Vuelvas. En la tradición del flâneur se encuentran los textos de Valeria Luiselli, Ingrid Solana y Vicente Quirarte, dueño de una prosa fina e inconfundible. Los estudios culturales abordan diferentes temas bajo distintos enfoques a través de la pluma de Sergio Aguillón, Fausto Alzati y Mario Calderón. El ensayo de imaginación, “el género más noble e ilustre del ensayo” (son palabras de José Luis Martínez) es practicado en esta muestra por Mario Bojórquez, José Emilio Pacheco y Brenda Ríos. El del poeta Mario Bojórquez es un caso muy interesante. Con la obtención del Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas el año pasado, se ha convertido en uno de los escritores más completos entre los nacidos en la década de los sesenta.

            Este panorama se complementará con el crecimiento de la muestra. Además se puede acudir a las más recientes antologías: la que compiló Armando González Torres sobre los ensayistas beneficiarios del Fondo para la Cultura y las Artes, la que firmaron Geney Beltrán y Verónica Murguía de los ensayistas nacidos a partir de la década de 1970, El hacha puesta en la raíz (2006), así como aquellas muestras que en la década de los noventa recogió el Fondo Editorial Tierra Adentro o las recopilaciones anuales publicadas por Joaquín Mortiz en los años recientes. Un finalmente tentativo nos llevaría a El ensayo literario mexicano (dedicada por entero a temas literarios) que firmaron John S. Brushwood, Evodio Escalante, Hernán Lara Zavala y Federico Patán y que en cierto modo comienza cronológicamente en el punto donde cerraba la antología canónica de José Luis Martínez, El ensayo mexicano moderno. Conocer a los autores que aparecen en este dossier de El Universal abonará en el conocimiento del ensayo mexicano.

            Este mapeo de inmediato sufriría modificaciones apenas se lean otros ensayos de los mismos autores, debido a la flexibilidad que ofrece el ensayo en el abordaje de asuntos y en mayor medida, a los intereses de cada escritor. Junto al ensayo sobre artes plásticas y cine (José de la Colina, Jorge Ayala Blanco, Andrés de Luna), hay dos temas que no mencionamos arriba. Uno obedece al desarrollo de la ciencia y las nuevas tecnologías que es frecuentado  por ensayistas como Juan Pablo Anaya y Ramón Castillo y que entre nosotros fue atendido inauguralmente en las crónicas de Amado Nervo. El otro ha formado parte, nos dice José Luis Martínez, de las preocupaciones de los ensayistas de nuestro país de modo más constante: México y lo mexicano. El ser del mexicano fue objeto de estudio de Samuel Ramos, Rubén Salazar Mallén, los hiperiones, Octavio Paz o Roger Bartra, entre otros, durante el siglo XX. En el comienzo de la segunda década del XXI, en medio de la globalización, ha sido tratado una vez más por Heriberto Yépez en La increíble hazaña de ser mexicano.

           

Jorge Mendoza Romero

 

Jóvenes ensayistas, sin territorios prohibidos en El Universal.

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