Mujeres guerrilleras de la India. Texto de Meena Kandasamy

La poeta india Meena Kandasamy (1984) escribe sobre las poetas combatientes de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil. Es una organización que entre 1983 y 2009 tubo la intención de instaurar un estado tamil en el norte y el este de Sri Lanca. Kandasamy vincula feminismo, poesía y pensamiento anti-imperialista. La traducción es de Ana Karenina Román Varela.

 

 

 

 

 

La poesía de las​​ feminidades​​ combatientes

 

Hace siete años,​​ en un frío fin de semana​​ de otoño​​ en Londres,​​ estuve vagando por una librería de segunda mano de​​ Walthamstow, en compañía de un hombre que apenas​​ estaba conociendo, un enamoramiento surgía. En la sección de poesía, esquina superior derecha, agarré una copia de​​ Lovers and Comrades.​​ Se lo mostré a mi amante y camarada, intercambiando sonrisas de complicidad. ¿De qué trata?, preguntó. Leí en voz alta el subtítulo:​​ poesía de resistencia de mujeres​​ de Centroamérica. Parece interesante, dijo. Fue publicado por​​ Women´s Press. En la portada,​​ podía leerse​​ una sencilla​​ dedicatoria: para mi amante y camarada, junio de 1997. El libro, que había sido publicado por Amanda Hopkinson, fue publicado en 1989.​​ 

Tenía cinco años en aquella época,​​ y la fuerza de paz de la​​ India todavía estaba ocupando el​​ Tamil Eelam​​ (LTTE), de modo que siempre escuchábamos historias al respecto; atrocidades contra mujeres. También escuchábamos,​​ muy a menudo, que las mujeres contratacaban, poniéndose equipos​​ de combate, empuñando una AK-47. Estos fueron los años decisivos en los que muchos tamiles​​ de la india, al darse cuenta de que no había una salida, decidieron unirse a los Tigres e identificarse con una lucha armada de liberación tamil.

El libro que sostenía en Walthamstow​​ pareció, de repente, igualar la explosividad de la historia, con una lucha armada de otro lugar, con sus propias poetas de guerrillas. Recuerdo con viveza aquellos bucles de pensamiento, así como recuerdo una profunda tristeza y un distanciamiento que no era capaz de​​ articular. ¿Cómo podía decirle, amante y camarada, lo que​​ significaba crecer a la sombra de una guerra de segunda mano, con fotos tamaño póster de los Tigres de Tamiles? ¿Cómo podía hablarle del amor de niña que sentía por los combatientes Tigres, hombres y mujeres, muy, muy apuestos? ¿Cómo articular esa savia, esa sed, ese recuerdo? Él era, es, blanco, europeo, francófono: mundos, mundos, mundos de distancia.​​ Era, es, un vacío entre nosotros. Recuerdo haber pensado, mientras tomaba su mano​​ entre la mía, y salíamos a la calle, tal vez poesía… poesía, algún día. De esa manera, no seríamos vistos como guerreros, como gente​​ ensangrentada, como gente desgarrada por conflictos, sino como gente que ama, gente que es romántica, gente que sólo soñaba con un futuro que fuese mejor.​​ 

Yo no era ajena a aquel anhelo, sostenía ese libro, prometiéndome​​ que haría algo similar con la poesía de las mujeres que luchaban con los Tigres Tamiles, con la esperanza de que me comprendieran mejor. Eso era lo que había estado haciendo en gran parte de mis escritos: tomar cosas que​​ nos​​ sacudían (la masacre de Kilvenmani),​​ que​​ me sacudían o me conmocionaban (la violencia doméstica),​​ ome convertían en una luchadora (los Tigres Tamiles, los Panteras de la Liberación).​​ Y​​ contrabandearlo​​ al inglés, buscnado un​​ arte elevado.​​ Como si aquello elevara mi existencia, mis luchas y aquellas cosas que daban sentido y propósito a mi vida.​​ 

Quizás de ahí fue dónde la idea de esta incorporación a la serie Luchadora del Guernica surgió: en las palabras no escritas, en la distancia insalvable entre dos amantes.

Enviamos una convocatoria para la presentación de poemas de mujeres guerrilleras, combatientes de la resistencia y militantes. Los poemas que buscamos no pertenecían a “la poesía del testimonio” que Carolyn Forche, en​​ la antología​​ Against Forgeting, etiquetó como un arte literario donde “el testimonio del poema no es un recuento, no es una narrativa mimética, no es un confesionalismo político” o simplemente un acto de memoria. Buscamos poemas que fueran más allá del testimonio en su flagrante aceptación​​ de la polémica.​​ Las respuestas a la convocatoria expusieron la rica tradición de poesía de mujeres combatientes: presentaciones y propuestas acerca de Mariana Yonusg Blanco, quien participó en el movimiento de liberación de Nicaragua en la década de 1970; Criselda Lobo (alias Sandra Ramírez), poeta exguerrillera, ahora congresista por las FARC; la comandante Yesenia, activa en el ELN (Ejército de Liberación Nacional) en Colombia; la libertad de Zimbabwe Tichaona Nyamumbaya, quien luchó por la liberación de Mozambique; poemas-canciones de mujeres que lucharon en la Guardia Roja en la guerra civil finlandesa; poetas maoístas anónimas de la India; Lorena Barros y Aida F., Santos de Filipinas; y la poesía de Anna Swir (también conocida como Anna Swirszczynska), una luchadora de la resistencia en el Levantamiento de Varsovia; entre muchos, muchos otros.​​ 

Al final, decidimos presentar cinco poetas combatientes de tres países: la capitana Vaanathi, la capitana Kasturi y Adhilatchumi de los Tigres Tamiles; Lil Milagro Ramírez de El Salvador, quien fue miembro fundador de una de las primeras organizaciones guerrilleras que, eventualmente, se convertiría en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional; y Nibha Shah, quien fue una combatiente activa en las filas maoístas nepalesas.​​ 

 

***

 

El aspecto​​ obliterante de la guerra (el individuo subsumido​​ bajo el colectivo, la urgente necesidad por el anonimato (más allá de la autoprotección, para garantizar la seguridad de la propia familia), el acto mismo de asumir una nueva vida como insurgente) se manifiesta en los pocos detalles biográficos que tenemos sobre las poetas Tigresas.​​ Su producción literaria, creativa y política aparece bajo sus nombres de guerra.​​ Los detalles biográficos se vuelven escasos, esquemáticos. Lo que es verificable, y está dentro del alcance del trabajo de archivo existente, son sus publicaciones, sus fechas de muerte y la operación militar que les costó la vida.

En​​ su introducción​​ a​​ Vaanathiyin Kavithaigal, una colección de poemas del Capitán Vaanathi, Jeya, líder del Frente de Mujeres (Magalir Munnani) de los LTTE, recuerda que le presentaron su trabajo cuando escuchó por primera vez al poeta leer un poema sobre el líder político tamil, mártir,​​ Thileepan, que ayunó hasta la muerte. La capitana Vaanathi, escribe Jeya, luchó en una época sin búnkers ni fortificaciones, y murió a los 27 años. Vaanathi resume la fuerza de la personalidad del poeta-luchador: “Ella se mantuvo como una mujer y luchó como un tigre”.

El capitán Vaanathi y el capitán Kasturi fallecieron el mismo día, en el mismo campo de batalla. En sus biografías se puede leer: “Murieron el 11 de julio de 1991 en​​ una​​ batalla para capturar el Paso del Elefante, el enfrentamiento más sangriento que los LTTE habían enfrentado hasta ese momento”. La base militar de Sri Lanka de Paso del Elefante tenía una importancia estratégica, ya que unía el norte del continente, conocido como Vanni, con la península de Jaffna.

La tercera poeta tamil, Aadhilatchmi Sivakumar, no es sólo escritora, sino que también trabajó como productora de La Voz de los Tigres (Puligalin Kural), el programa de radio del grupo guerrillero. Su poesía está, con claridad, arraigada​​ en el movimiento de liberación, es cercana a los combatientes, lo que demarca claramente su propia posición como escritora dentro del movimiento, incluso cuando escribe a sus amigos en el frente:

 

Todo es ahora un sueño

muchos de mis amigos

están en el campo de batalla.

Algunos de ellos, en los cementerios.

Yo​​ estoy​​ sola,​​ 

con una pluma en la mano,​​ 

soy​​ una poeta.

 

La razón que poseo para elegir estos poemas tamiles, en particular, no fue con necesidad de transmitir el​​ estilo​​ más poético,​​ más romántico, o más estético, aunque bien, todo lo anterior existe en sus​​ obras. Mi propio sesgo como editora​​ proviene de mis inclinaciones feministas y de mi búsqueda en sus volúmenes de poemas que fueran explícitamente políticos. Como tamil india que apoya el derecho de autodeterminación para el pueblo del Eelam tamil, también quería utilizar este proyecto de selección para mostrar que la lucha por construir una nación del Eelam tamil era emancipadora y liberadora, no solo invertida en la necesidad de salvaguardar los aspectos lingüísticos y culturales de la existencia tamil, sino en forjar un estilo de vida feminista, igualitario y antiimperialista.

En la obra de la capitana Vaanathi, vemos que el proyecto de liberación nacional está vinculado de manera directa a la liberación y emancipación de las mujeres, y a una agenda feminista descarada:​​ 

 

Construiremos​​ una​​ tumba

Para la explotación de las mujeres

Cavaremos las tumbas

Para las ideas retrógradas de la sociedad.​​ 

 

En su poesía, convertirse en​​ una​​ combatiente armada​​ no tiene que ver con escapar de la opresión, sino con ponerle fin.

La articulación de la militancia, tal como está consagrada y encarnada en las mujeres, presenta un alejamiento radical de la convención. En primer lugar, es una intervención en el cuerpo de la poesía de guerra que tradicionalmente exalta a los hombres y centra su experiencia, incluso dentro de la tradición poética tamil. En segundo lugar, altera nuestra percepción del campo de batalla, rompiendo con el estereotipo de que es un coto masculino, y también desmantela la creencia perezosa y patriarcal de que la gallardía y el valor son rasgos masculinos.

La poesía de guerra encaja, naturalmente,​​ en formas adyacentes a la elegía, mostrando cierta preocupación y predisposición hacia la muerte, tanto en los elogios a los camaradas caídos como en los poemas que predicen, celebran o marcan la muerte inminente del poeta. Encontramos imágenes recurrentes de cementerios, monumentos y entierros en los poemas de estos combatientes,​​ como también la impactante metáfora de la siembra de semillas. Esto se​​ ve​​ reflejado​​ en la obra de Lil Milagro Ramírez cuando escribe:​​ Los agujeros que dejaron nuestros muertos deben llenarse luchando.​​ Aquello​​ da testimonio de la continuación y progresión de la lucha. Esta continuación no solo se ve como un proceso intrínseco a la lucha, sino que se presenta como un proyecto incluso dentro de la literatura y la escritura.

Partiendo de esto, es inevitable que los poemas de mujeres combatientes resuenen en todas las culturas, idiomas y luchas. El poema de Nibha Shah “Kaili” encuentra un paralelo claro con “Tea Baskets” de Kasturi. Mientras que el último se basa en la explotación de los trabajadores de las plantaciones de té,​​ en el sur, el poema de Nibha Shah personifica la realidad vivida y la lucha de una joven huérfana empobrecida llamada Kaili.​​ Ambos plantean una solución revolucionaria como respuesta. Kasturi plantea una pregunta retórica:

 

¿Cuándo llegará el día en que, marchando como dioses del fuego,

quemen sus sufrimientos?

 

Es una pregunta que encuentra una contraparte inmediata en la declaración de Shah:

 

Del vientre de Kaili surge la revolución, inquilab,

Inquilab jindabaad.

 

***

 

¿Leer su poesía cambia la percepción externa de las militantes femeninas? De entrada, cuestiona el discurso predominante de que a estas mujeres simplemente les lavaron el cerebro y las obligaron a portar armas. Yo diría que estas combatientes usaban​​ los​​ poemas como herramientas de comentario político y que, lejos de ser reclutas involuntarias, reclutas inocentes, reclutas indefensas, eran muy conscientes de la​​ macro política: que su lucha armada se desarrollaba en el contexto de un orden mundial imperialista, de superpotencias y naciones extranjeras que se entrometían en sus asuntos y que había consideraciones geopolíticas en juego. Kasturi usa la forma y el formato de la poesía para criticar a las superpotencias imperialistas, escribiendo: “La mayoría de las veces, sus intervenciones / han dejado atrás solo tierra quemada”. Esta visión telescópica se equilibra con una inversión en el individuo y en lo micropolítico, como cuando Nibha Shah pregunta con picardía: “La gente solo vio caer el árbol. / ¿Quién vio caer el nido del pajarito?”

 

Es un lamentable perjuicio para sus luchas de liberación si reducimos, restringimos y aplanamos su discurso a un contexto puramente local, a una cuestión de lenguaje y territorio. La libertad que imaginan no está limitada a un lugar en particular ni retenida por un solo enemigo.

 

Lil Milagro Ramírez escribe que “Tu nombre de combate / pertenece a la historia”. Leer a estos poetas es reclamar su legítimo espacio histórico. Leerlos juntos es embarcarse en un proyecto de resistencia, un intento de deshacer la​​ lista negra del imperialismo que incluye a todos los movimientos guerrilleros bajo la bandera punitiva y aislante del terrorismo. Leer a estos poetas es también recordarnos que los sistemas dentro de los cuales operamos como escritores “progresistas” a veces son cómplices de los mismos sistemas capitalistas e imperialistas que han permitido que tales voces y luchas sean aniquiladas. Si bien la literatura está ansiosa por celebrar al autor como activista, su enrarecido reino nunca se abre al activista/luchador como autor.

 

La inmersión en la lucha y la sensación de soledad como escritora en ella, una existencia interior-exterior, se ejemplifican en toda la obra de las poetas luchadoras. Nos lleva a plantearnos la pregunta: ¿por qué la poesía? Sin sucumbir a la inevitable comparación de la pluma y la espada, o su inverso, el poder que fluye del cañón de una pistola, tenemos que permitir que la obra de estas poetas arroje luz sobre cómo veían su escritura en el contexto de su actividad guerrillera.

Insto a los lectores a que aborden​​ estas​​ obras​​ como una crítica del colonialismo, la ocupación, el orden mundial imperialista. Los invito a participar de lo que estas luchadoras están haciendo con la poesía: poesía como artículo de opinión, poesía como resistencia, poesía como un llamado a las armas y poesía como un llamado a la poesía.

 

 

 

 

 

 

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