Foja de Poesía No. 311: Ricardo Opazo

Ricardo OpazoPresentamos la poesía de Ricardo Opazo (Huaquén, Talca, Chile, 1955). Es Profesor de Estado en Historia y Geografía y Licenciatura en Educación. Ha publicado “Poemas para naufragar en tu piel”, Talca, “La casa abandonada”, Talca, 1995; “Solo de niebla”, Talca, 1999; “Estación del olvido”, Talca, 2002, y “Heridas de tierra”, Talca, 2004.

 

 

Mis terrores

 

Puedo remediar este silencio

con fantasmas que nos visitan nocturnos;

sentado mastico lentamente mis terrores

niega la luna su luz

para ponerse velos grises

y caminar entre el viento

que eleva la noche

a su invariable avidez

suplico a ecos de una sola vacía

que se desprende de mi sombra

 

 

 

 

Paisaje

 

Una gaviota

picotea el sol

y derrama

el amanecer

sobre la playa.

 

 

 

Casa en playa solitaria

 

Muere la ola en otra ola;

una gaviota

rodea la casa solitaria

reflejando su imagen

en grandes ventanales,

esperando visitantes

que llegan en barcos de la noche.

Arenas cubre la puerta;

nadie abre

y sus postigos oxidados

ni siquiera suenan en la mañana

porque el sol escondió la llave

para depositarla en la playa

donde sombras de lluvia

son apiladas por el viento.

Pasamos bordeando la casa

como la infancia

que se ha ido llevando sus quimeras;

pasamos como el recuerdo vago       

de los cardos florecidos

en el campo de luz;

pasamos como procesión de barcos lentos

que se olvidaron de puertos

para quedar en el océano helado y solitario,

pasamos mientras tazas esperan en la mesa

otros vientos, otros fríos,

otros seres que ya olvidaron

la casa donde gaviotas

elevan su eterna luz

para esconderla en la arena.

 

 

 

Quiero viajar en tren

 

Escucho nocturno el sonido

de acero y luces lejanas,

mientras enfermo y cansado

acumulo años en el polvo de muebles

que crujen anclados a estas paredes.

Quiero salir de este carro de carga

donde observo pájaros

al borde de fantasmas,

ese tren largo

con un pito ronco

que vence la lluvia,

y derrota al invierno.

Sólo aquel viaje recorrerá

mis días de gloria.

El tren se aleja

mientras hojas caen secas

a los pies de mi cama

 

 

 

Magdalena

 

Esa mujer

se pinta la cara

y con una mueca

fugaz deshace

la escarcha

de los siglos

 

 

 

 

El suicida

 

Me mato, dijo,

y subió al árbol de la vida.

Adán a los pies,

manzanas podridas

en el huerto del Edén.

Miró desde lo alto,

bajó y subió

como tren a vapor

entre resoplidos

y calentura;

los ojos saltaron

hacia el trampolín

de la lengua

llegando a la tierra

nunca prometida,

donde Eva

recoge flores

sentada

en la serpiente

moribunda.

 

 

 

 

Alzheimer

 

Anclado en cama

mientras la familia acompaña

conversan, escuchan música,

salen … entran …

mi padre pasea por el cementerio

en busca de recuerdos.

Encuentra a su madre orillando la lejanía,

aconseja a su hermano ya muerto;

a la virgen interroga por su seriedad,

pasea por los rincones de Curepto.

La cama se transforma en camión

donde transporta sus fantasmas;

de repente, salta al mar

y se hacen gaviotas los muebles

que se mueven lentamente

al antojo de sus sueños.

¿Está enfermo de olvido?

Es la soledad de los que ayer fueron sus amigos

y ya hoy olvidaron su risa

ante el dolor de verlo arrinconado

en esta habitación de horas largas.

Mi padre, que siempre fue mayor,

juega con osos de peluche

en la estación feliz de su niñez.

 

 

 

Huerto

 

Te quiero demostrar

que aún bajo la tierra

están limpias

las cebollas

 

 

 

 

Estación Olvido

 

El rincón más gris de tu lejanía

trae pájaros de escarcha;

era la casa donde regamos el jardín

con brotes de mitología griega.

Por sus raíces desfilaba Jasón

con argonautas disfrazados de olvido;

todo fue una primavera de aguas

que vertía por desfiladeros;

en la cumbre, grandes rocas

esperaban cercenar nuestras cabezas.

Olvidé viejas mariposas

en libros hurtados a la luz;

ya no recuerdo las estrellas

ni aquella medialuna árabe

de turbantes escapando

hacia la oquedad de la tierra.

Se diluye el gran cometa

que pulveriza el siglo;

tendidos estamos bajo una noche

que abandona lerdos cuerpos

rodeados de cíclopes.

 

 

 

 

Profesor

 

En la sala de clases

yace

Prometeo encadenado.

Un águila

le come las entrañas.

 

 

 

 

La Anciana

 

Ella era hermosa

como Ruth espigando en su viudez,

podrá vagar por estrechas calles

buscando a la Beatriz de Dante

entre ventanas de bienvenida

o bailar como Salomé

en noches de alegría e incertidumbre.

Ella mira el cielo

resignada de estrellas negras

esperando la llegada de dioses mitológicos.

Levántate de esa cama de bronce

para destruir fantasmas

que el Quijote no logra dispersar,

o contemplar el Nilo verde

de la Alejandría del Magno Conquistador;

ven a rescatar los jardines colgantes

de la Babilonia moderna;

no permitas que el mundo

sea una herida en tu costado esencial …

Detrás del velador de mármol

la humanidad consume su historia

en los huesos cansados de la anciana

 

 

 

 

Partida

 

Me fui

en este amanecer

cuando la hoja otoñal

moría arrastrada por el viento.

Yo esperaba la fría noche;

espesa bruma

impedía a la luna

asumir expresiones.

Yo sé que muero,

no te importe;

siempre soñé la niebla

consumiendo sombreros.

 

 

 

 

Hago una fiesta a la orilla de tus ojos

 

Hago una fiesta

a la orilla de tu vestido.

Mujer, en tu cuerpo

se congregan los pueblos;

todas las razas pasan por tus senos

amamantando profetas y guerreros.

Hago una gran bacanal

a la orilla de tus ojos

que llenaron la prehistoria

compleja de nuestra especie

y sembraron astronautas

siguiendo la deriva cósmica.

Por ti los hombres

han desfilado entre llantos y flores

naciendo una y otra vez.

Hago una fiesta

en tu vientre

donde todos somos niños.

 

 

 

 

Zapato en el pasto

 

Ese zapato

a la deriva de los hombres,

recordando

sus pedestres aventuras,

ha varado en el pasto

donde una lombriz

pasea

la eternidad

de los cordones.

 

 

 

 

Avenida Manuel Larraín

 

Esta calle era un río   

y aún despierta con olor

a peces antiguos,

el fondo se fue llenando

de adoquines y golondrinas;

por aqui pasaba un auto negro

con parachoques y espejos brillantes,

tan a los lejos, como flores

que amarillas descansaban

en sus laderas.

Hoy escucho ruidos de micros

saltando sobre el asfalto caluroso,

lleno de voces,colegios y risas…

Sí,aún risas en esta calle

que entre piedras pasea

en busca de ranas y juncos

que salen de viejas puertas.

 

 

 

 

Ramal ferroviario abandonado

 

Los rieles apenas contienen

una margarita entre hierba seca.

El tiempo

jardín vacío a la orilla

de espectros sin nombres.

Aquí la impaciencia

tiene las puertas cerradas,

porque ellas contienen

seres anclados

en cosas cubiertas de polvo pretérito,

como mirando a los hombres

encorvarse con el peso de la nostalgia.

¿Acaso la ausencia

es otra dimensión del tiempo?

no hay colores sobre el horizonte,

sólo mariposas dormidas de estío.

Abejas zumban monotonía

posándose en muros de adobe,

rayados con clavos oxidados

mostrando nombres como heridas resecas.

En una estación olvidada

el pitazo de un tren

puede despertarnos a la eternidad.

 

 

 

 

Capilla

 

Sentado,

escuchando la liturgia,

siento el roce de tus dedos.

Y hacia el sol

saltan ángeles.

 

 

 

Viento

 

El viento es el mismo

de épocas pretéritas;

aquí siempre vuela

trayendo de todos lados

paisajes de rostros amados.

El viento nunca es distinto,

pues lleva los techos de las casas

dejando arena entre muebles.

Unos dedos buscan entre el polvo

secretos antiguos

y encuentra cenizas

acumuladas en el alma,

y si pasa entre los árboles

hace una mueca y silba

porque siempre sopla

porque es eterno.

Entre cruces

de un olvidado cementerio

se esconde un cántaro

que lo absorbe

cuando se escapa

de las manos

del viejo molinero sentado

triturando el tiempo.

 

 

 

 

Cuando hablan de ti

 

Si me preguntan por ti

hablaré de juncos

que olvidaron la orilla

y canciones de grillos nocturnos;

Invocaré la presencia

de materiales cósmicos

arrancando con sus luces

de castillos con ventanas destrozadas,

descubriré la lluvia turbia

que no deja acercarse al estanque

de cisnes con su cuello negro

oteando el horizonte

y se esconden en el fango.

Si me preguntan por ti

les hablaré de la arena

que aparece en mis ojos

cuando me miro

dentro del espejo de tus sueños,

y si vuelven a preguntar

miraré la raya del horizonte

mientras del cielo se descuelgan

pájaros escarchados

contra un sol que agoniza

en el vientre de la tierra.

 

 

 

 

El cartero

 

El cartero vació mariposas

en mis manos,

desbordó los grises de mi sombra

apareciendo difusa las imágenes

que me atan a tu cadencia.

Puedo rasgar este paisaje ya olvidado,

pero colores pintan nuevamente

tus desbordes de ternura.

Pasos previos danzan risas

que aún acuden a este llamado

del cartero

que se aleja

con su canasto de sueño.

 

 

 

Motel

 

El amor

muere en una habitación

asesinado

por una puñalada

de mil pesos

 

 

 

Poema  de amor

 

Yo le llevaba una flor;

Me la tuve que comer.

Hojas humilladas en mi boca…

desde entonces,

cuando la veo,

me duele el estómago

 

 

 

Mi abuelo las amaba

 

Mi abuelo

entraba al salón

con terno  a raya,

corbata y

alfiler de oro.

En días fríos

usaba bastón

para dar vueltas

Calles adoquinas;

Las vecinas sonriendo

agitaban sus manos

al verlo pasar.

El abuelo

traía un carnaval

de dulces y flores

en los bolsillos.

Bajo a la lluvia

(y confundido

con la tierra)

aun las espera

al pie del arcoíris

 

 

 

Rutina

 

ella trae un oso de peluche,

y el una pulsera;

Dan vueltas por la pieza

pájaros agoreros

en torno a siluetas

de porcelana.

una fuente

madura de niebla;

Espera el paso del amor

para empaparlo

de fantasmas.

ella se esfuma

en el vaho de la tetera,

y el enciende un cigarrillo

mirando

el horizonte

 

 

Datos vitales

Ricardo Opazo (Huaquén, Talca, Chile, 1955). Poeta de trazo breve y profundo, enraizado fuertemente en la tradición hermética y metafísica del Maule, ha conquistado un estilo original donde trabaja con maestría el verbo alado, restaurador de un humanismo en crisis, utilizando en ello notables hallazgos de clara ternura y auténtico dolor, consiguiendo, de esta forma, que motivos nimios e insignificantes logren plena madurez lírica: universalidad y trascendencia.

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