Presentamos a la poeta colombiana Leidy Bibiana Bernal (Calarcá, 1985). Es poeta y editora.Ganadora del Concurso de Poesía Comfenalco 2003. Es Directora de la Fundación Pundarika, Cuadernos Negros Editorial, la Revista Minificciones y el Centro de Investigación y Difusión del Minicuento, Lauro Zavala. Su primer poemario es “Silencios de Hadaverde”.
JULIETH Y LA LLUVIA
Bajo el mismo aguacero
fui niño
y seré viejo.
Umberto Senegal
Si algún día vuelvo a morir
procuraré hacerlo bajo la lluvia,
hay tanta compasión en cada gota…
Le diré a mamá que voy a jugar
con el aguacero en la cancha de arena.
Ella pronunciará el mismo no
y yo aprovecharé el rumor del techo
para encubrir el sonido de la puerta.
La sonrisa cómplice de Julieth
estará al otro lado de la cortina de agua
del alero de su casa.
En la ventana, como siempre, su abuela
con un cigarrillo en la boca y nicotina en la mirada,
convirtiendo el humo en niebla.
Si algún día vuelvo a morir y la muerte me da tiempo,
le diré a Julieth que no la olvido, que al final
todos los saltos nos arrojan al mismo vacío,
que podemos volver a jugar a la oficina
aunque ella no vea ya ni juguetes en los libros.
La llevaré a “los pinos” –donde jugábamos
y nos escondíamos en las noches– para narrarle
mis 26 años y mostrarle mi inventario de nostalgias.
Si algún día vuelvo a morir
y se va la mujer
y regresa la niña,
buscaré a Julieth en la lluvia…
vamos, Julieth,
debajo de la cancha de concreto
están nuestros días y noches de juego,
nuestra memoria de arena.
LOS PÁJAROS NO VEN LA TRISTEZA
Con el tiempo se aprende a ocultar la tristeza.
Hasta para los amigos se vuelven reales
la fingida sonrisa, el tono efusivo de la voz
y la alegría ostentada en el abrazo.
Se aprende a llevarla tan dentro,
en el fondo de los ojos,
que su oscuridad también se deslumbra
con el brillo aparente de la mirada.
Se disfraza de tal manera la tristeza que los pájaros
se posan y cantan y duermen sobre ella.
Se aprende a encubrirla entre la carne
a no desnudarla frente a los extraños
a darle el más dulce rostro
para que el mundo no la vea tan triste.
Con el tiempo se aprende
que solo se puede ocultar la tristeza
cuando se lleva en las entrañas.
TAMBIÉN LA CASA
Limpia la casa con desgano.
Deja polvo en los rincones
donde no llega la mirada.
Como cuando se lava el rostro
y debajo de la piel queda la tristeza.
Solo ruina y cuartos vacíos.
Desaliento en sus manos
y en sus ideas por ahí dejadas .
Abandono en ella y en la casa.
En ambas se refleja la penuria
del tiempo malgastado.
Pesan las mañanas.
Asfixian las tardes.
Tal vez la casa
también está cansada con ella,
y quiere que se vaya.
LLUVIA BLUES
(…)
Y se desviste como para poder tocar
toda la tristeza que está en su carne.
María Mercedes Carranza
A quién confiarle la urgencia…
en quién abandonarse más allá del abandono
si a esta hora hasta las horas no tienen tiempo
si esta noche el único encuentro
es el de la lluvia con el techo
si llueve sobre la casa y sobre el cuerpo
si lágrimas, saliva y agua y otra humedad…
se confunden en la boca y saben a Blues
A quién confiarle la urgencia…
Si dejé el mundo del otro lado de la puerta
donde solo toca la lluvia
si de este lado no hay quién se desnude
–más allá de la piel–
con esta desnuda soledad.
HACIA EL CREPÚSCULO
Entre árboles deshojados anidan sus ojos.
Su mirada se ha ido con las golondrinas.
Atardece y su cuerpo
–avidez en la memoria de mis manos–
se convierte en horizonte dejado atrás.
¿Cómo puede la frontera estar
a tus espaldas y frente a ti?
Aún con su desnudez en el tacto
advierto su ausencia.
¿A dónde va el hombre que aloja
levedad y pesadumbre en sus ojos?
Vuela de mis brazos
donde retenerlo y liberarlo es imposible.
CUERPO A LA INTEMPERIE
Quien acaricia un cuerpo, lo transforma
en un río.
Benjamín Prado
Se volvió sombra entre sus manos.
No era a quien aguardaba.
Lo desnudó como buscando a otro,
quizá oculto entre la ropa.
Un cuerpo a la intemperie
de sus ojos que no lo ven.
Indagarlo o dejarlo allí, esperando,
fijaría la misma ausencia en su mirada.
Sin poder inventar un nosotros,
se fue con su desierto y lo dejó allí,
esperando que lo convirtiera en río.
ELLA Y ÉL
Gestos aletargados,
labios ausentes del beso,
manos dejando incertidumbre en la piel.
Ella tiene la desolación en la carne.
Él lo sabe y finge que no.
A Ella no le importa la lujuria.
A Él no le importa la melancolía.
El deseo y la tristeza
están más desnudos que sus cuerpos.
Juegan a no saberlo. Juegan…
Ella le inunda el sexo de llanto.
Él le inunda la boca de Él.
Datos vitales
Leidy Bibiana Bernal (Calarcá, Quindío, Colombia. 1985). Poeta y editora. Ganadora del Concurso de Poesía Comfenalco, en la categoría juvenil (2003). En 2010 recibió la Medalla al Mérito Literario que otorga la Alcaldía de Calarcá. Directora de la Fundación Pundarika, Cuadernos Negros Editorial, . Socia fundadora y miembro de la Junta Directiva de la Red de Editoriales Independientes Colombianas (REIC). Ha publicado las antologías Mujeres minicuentistas, 8 Cuentistas Quindianos, 5 Ensayistas Quindianos, Minificción Quindiana, Ellas cuentan menos y el libro de poesía, Silencios de Hadaverde.