Antología de cuento español: Mercedes Cebrián

Presentamos, en el marco de la Antología de cuento español, preparada por Juan Gómez Bárcena, un cuento de Mercedes Cebrián (Madrid, 1971). Ha publicado La nueva taxidermiaEl malestar al alcance de todos,  Mercado Común13 viajes in vitro Cul-de-sac. Fue becaria de literatura en la Residencia de Estudiantes de Madrid (2002-2004). La fotografía es de Daniel Mordzinski.

 

 

 

FALSAS AMIGAS

 

Otro es uno de esos libros parasitarios que sitúan a Cristo en un bulevar, a Hamlet en la Cannebière o a don Quijote en Wall Street. Como todo hombre de buen gusto, Menard abominaba de esos carnavales inútiles, sólo aptos ¾decía¾ para ocasionar el plebeyo placer del anacronismo o (lo que es peor) para embelesarnos con la idea primaria de que todas las épocas son iguales o de que son distintas.

 

                                  Pierre Menard, autor del Quijote

                                                                 J. L. Borges

 

 

Emma le ha traido un queso Camembert a Aldonza. “Merci de m´heberger, Aldonza. T´es tres gentille”. Sí, muy gentil de alojarla pero con qué poco convencimiento se le oye decirlo, con qué poca ilusión, Dios mío. Aldonza le contraofrece queso de su tierra, queso Clavileño, de mezcla (vaca, oveja y cabra) que conserva en aceite. Emma se aparta como si el queso fuera en realidad mofeta. Alega que es muy fuerte; para suavizarlo, membrillo, piensa Aldonza: queso de sabor fuerte + membrillo = menos fuerte. Así razona Aldonza y así actúa. Cuando abre la nevera con su brazo carnoso y akimonado para sacar el membrillo, Emma se fija en el imán pegado a la puerta, en el imán con la inscripción “membrillo Don Quijote” y una cruz de Calatrava como elemento icónico. Diseño pobretón, a qué engañarse.

 

Y ahora esto, Aldonza presumiendo del membrillo que le permite vivir cómodamente a cambio de ceder el nombre de su esposo y, con la misma dosis de temeridad que de inocencia, preguntándole a Emma a qué marca de queso o de vino Burdeos presta ella su nombre. Ella o, bueno, Charles. Aquí Emma flaquea: escudándose en su acento francés dice algo morfológicamente incomprensible, similar a “dono mi nombge a una magca de rojo a labios asaz pgestigiosa”, sabiendo que es mentira, que los cosméticos Madame Bovary ni siquiera se anuncian en TV, que su público objetivo son quinceañeras de la banlieue parisina, sus colores chabacanos y que sus texturas, resecas y de corta duración, ofrecen brillo (“effet glossy”) a mansalva a unos proyectos de mujercilla abocados al fracaso estético.

 

¿Por qué ha venido Emma a Ciudad Real entonces, si detesta la Mancha, sus gentes, sus productos (el membrillo ni lo prueba)? La ha invitado el departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Castilla-La Mancha con motivo de un encuentro internacional. La han agasajado; le han regalado un delantal que pone La Mancha, Tierra del Quijote ; la han llevado de excursión a El Toboso y, una vez allí, a la casa artificial de Dulcinea, la no-casa con los no-muebles de Aldonza. Y en Campo de Criptana, además de un bolígrafo con líquido en el que flota el tandem Quijote-Sancho ante un fondo previsible de aspas y gigantes, le esperaba un asiento reservado para asistir al espectáculo de luz y sonido que organiza el Ayuntamiento al pie de los molinos.

 

Aldonza le ofrece bajar con ella a misa de siete a la Catedral y al salir, dar una vuelta por el parque, o por el Torreón con su zona de bares, o mejor aún: pasear por la calle de las tiendas, que han abierto un Body Shop no hace ni una semana. Aldonza, que es toboseña, encuentra excitante la vida en la capital de provincia, pero intentar agradar a una inmensamente aburrida Emma, a una inmensamente lánguida Señora de Bovary, es tarea complicada: en Ciudad Real Emma se hace más camaféica si cabe y es capaz de mantener la misma mueca estática de seriedad durante horas. No quiere seguir hablando con Aldonza, que le ofrece esta vez un Valdepeñas recio en una jarra de barro con la inscripción “Recuerdo del Mesón Rocinante”. No, no quiere que la vean por la calle con la lustrosa Aldonza (“lustre”, esa misma mañana aprendió que significa algo así como “éclat”). Quiere estar sola, echa de menos su casa, sus clases de piano, sus paseos mareantes en fiacre por Rouen. Necesita urgentemente repasarse los extras de las dos películas en DVD sobre su persona. Quiere, con ansiedad de yonqui, tener cerca el pack lujoso que incluye la de Renoir, la de Chabrol y la de Minnelli, única pieza de merchandising narcisista a su disposición, porque, todo sea dicho, ni una mala ópera ni una serie de dibujos animados sobre su personaje tiene la pobre que llevarse a la boca.

 

Basta ya de platitos de cerámica burda con molinos pintados a mano, basta de ceniceros-bacilyelmo, de camisetas con la versión submesetaria del gordo y el flaco serigrafiada, de llaveritos, de imanes. Basta. Emma se pone emmísima, y en un tono ultraseco, más propio del clima de Puertollano que del de Rouen, le dice a Aldonza que prefiere estar sola y que si sabe de algún cibercafé por allí cerca. Aldonza le explica cómo ir al más cercano, pero a la vez le ofrece su internet pachorro, su conexión austera ¾modem de 14400¾ que con mucha paciencia acaba cargando la página. La página va lenta porque no hay prisa en la capital pequeña, nunca la habido y no tiene por que haberla ahora, la página no hace sino imitar la vida. Emma ni contesta: sabe lo vergonzoso que resultaría que alguien pudiera verla teclear en Google “Madame Bovary” y, enseguida, “Aldonza Lorenzo”, y percatarse de su expresión de alivio tras comprobar que, afortunadamente, los 90.700 resultados son para ella y la irrisoria cifra de 17.200 para la pobre y manchegota Dulcinea del Toboso.

 

 

mercedescebrian@gmail.com

 

(Publicado en la antología “El Quijote: instrucciones de uso”. E.D.A. libros Málaga, 2005. )

 

 

Datos vitales

Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) ha publicado los libros La nueva taxidermia (Mondadori, 2011), El malestar al alcance de todos,  Mercado Común (ambos en Caballo de Troya, 2004 y 2006), 13 viajes in vitro (Blur Ediciones, 2008) y Cul-de-sac (Alpha Decay, 2009). Sus relatos, poemas y ensayos han aparecido en Revista de OccidenteLetras LibresEñe-revista para leerTuriaDiario de Poesía, Quimera o Circumference (Universidad de Columbia), y en antologías como Mutantes (Berenice, 2005), El arquero inmóvil (Páginas de Espuma, 2006), La España que te cuento (Funambulista, 2008),  Pequeñas resistencias 5 (Páginas de Espuma, 2010) y Mi madre es un pez(Libros del silencio, 2011). Ha sido columnista del diario Público y colabora asiduamente conlos suplementos El Viajero de El País y Cultura/s de La Vanguardia. Asimismo, ha traducido al castellano a Georges Perec, Alan Sillitoe, Miranda July y Alain de Botton. Su versión de Lo infraordinario de Perec recibió en 2008 el premio Mots Passants de la Universitat de Barcelona a la mejor traducción del francés. Fue becaria de literatura en la Residencia de Estudiantes de Madrid (2002-2004) y en la Academia de España en Roma (2006-2007), así como escritora residente en el Civitella Ranieri Center y en la Ledig House International Writers Residency.

 

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