Presentamos, en versión de G.A. Chaves, dos textos del poeta norteamericano August Kleinzahler (New jersey, 1949). Mereció el International Griffin Poetry Prize. Algunos de sus libros son Live from the Hong Kong Nile Club : Poems: 1975-1990 y Red Sauce, Whiskey and Snow. Sobre su poesía ha escrito Allen Ginsberg que “es siempre inteligente, precisa y concreta”.
CARNE
Cuánta carne se muda
Cada noche a la ciudad
Las cubiertas de sus puentes tiemblan
En la licuefacción de la luz de sodio
Y la luna color naranja químico
Los semirremolques tensan sus ejes
Y tiritan mientras toman la larga curva
Sobre los almacenes y los desvanes
El desierto de las calles
Todo su engranaje
Juan que fuma en la escalera de la entrada
Y Luisa en el teléfono con su madre
Desde la bruma de las praderas industriales
Llegan, innumerables
Acarreando toneladas de cordero muerto
De hueso, de carne y de despojos
Por millas hasta los puertos y canales
De la esplendente membrana de la ciudad
Una célula gigante que respira
Y exhala sus residuos
Desde las pilas cerca del río
Y que se alimenta a lo largo de la noche
LAS RARAS HORAS QUE SIGUEN LOS VIAJEROS
Los mercados nunca descansan
Siempre están en algún lugar de la agitación
Vientres de cerdo, titanio, trigo de invierno
El éter electromagnético salpicado de fotones
Un tesoro que escupe silenciosamente a través del firmamento
Sistemas centrales tipo Unisys A-15 J
Entre las nubes de tormenta y los aviones de pasajeros
Mientras estos completan sus viajes de toda una noche
A través de los océanos y las estepas
Las nebulosas, incandescentes engendros de rana de la
información
Tiemblan en las garras del zodiaco
No un instante, y luego se disparan lejos
Como una enorme nube de estorninos
Las chalanas de la basura se mueven lentamente por el estuario
Las luces del aeropuerto pulsan en la oscuridad de la noche
Camiones de alimentos, propano, corazones torturados
El reticiente epistemólogo se parquea
Sale, revisa la acera, vuelve a parquear
Truenos de jets
Peristalsis de grandes capitales
Qué linda se ve en su bufanda de tartán
En su gesto meditabundo
La Ambigüedad y la Razón
Amarradas en un lento y feroz tango
De Si no, por qué no
Meat
How much meat moves
Into the city each night
The decks of its bridges tremble
In the liquefaction of sodium light
And the moon a chemical orange
Semitrailers strain their axles
Shivering as they take the long curve
Over warehouses and lofts
The wilderness of streets below
The mesh of it
With Joe on the front stoop smoking
And Louise on the phone with her mother
Out of the haze of industrial meadows
They arrive, numberless
Hauling tons of dead lamb
Bone and flesh and offal
Miles to the ports and channels
Of the city’s shimmering membrane
A giant breathing cell
Exhaling its waste
From the stacks by the river
And feeding through the night
The Strange Hours Travelers Keep
The markets never rest
Always they are somewhere in agitation
Pork bellies, titanium, winter wheat
Electromagnetic ether peppered with photons
Treasure spewing from Unisys A-15 J mainframes
Across the firmament
Soundlessly among the thunderheads and passenger jets
As they make their nightlong journeys
Across the oceans and steppes
Nebulae, incandescent frog spawn of information
Trembling in the claw of Scorpio
Not an instant, then shooting away
Like an enormous cloud of starlings
Garbage scows move slowly down the estuary
The lights of the airport pulse in morning darkness
Food trucks, propane, tortured hearts
The reticent epistemologist parks
Gets out, checks the curb, reparks
Thunder of jets
Peristalsis of great capitals
How pretty in her tartan scarf
Her ruminative frown
Ambiguity and Reason
Locked in a slow, ferocious tango
Of if not, why not