Presentamos, en versión del poeta y traductor Gustavo Osorio de Ita, algunos textos del escritor francés Michel Deguy (París, 1930). Fue amigo de Derrida, activo colaborador de las revistas clásicas Critique y Les Temps modernes. Su libro más reciente es Écologiques (2012). En 1998 recibió el Grand Prix national de la poésie y en 2004 le Grand Prix de poésie de l’Académie française.
Prosa
Tú me haces falta pero ahora
No más que aquellos que no conozco
Yo los invento tamizados por tus apariencias
La tierra que fue rica en mundos
(Cuando cada rey guardaba una isla
A razón de sus bienes (ceniza de
Pájaros, manganeso y salamandra)
Y que náufragos federaban los linderos)
Ahora tú me haces falta mas
Como aquellos que no conozco
A los cuales imagino con tu rostro la impaciencia
He lanzado tus dientes a los ensueños
Te he tratado por encima del hombro
(Hay vestales que reconducen al Pacífico
Su agua humeante Es después de la partida de los fieles
El océano babea como un mongol en las orejas del lecho
Carroña endurecida y pelos en el arroyo de sal
Un elefante blasfema a Poseidón)
Tú no me haces falta más que aquellos
Que no conozco ahora
Órfica has devenido He lanzado
Tu ausencia desmembrada en varios valles
Tu me has convertido en huésped Yo sé
O invento
Quién qué
Hace mucho que tú no existes
Rostro algunas veces célebre y suficiente
Cómo te amo No sé Desde hace tiempo
Te amo con indiferencia Te amo con odio
Por omisión por murmullo por cobardía
Con obstinación Contra toda verosimilitud
Te amo perdiéndote por perder
Soy yo quien rehúsa ser por nosotros arrastrado
Por la popa (este balcón contorneado sobre la sal)
Antes quién por el dorso arrastrado entre dos aguas
Ahora qué
Boca castigada
Boca castigada corazón recorriendo la órbita
Una cuestión que en todo concierne en vano a terceros
Cardiograma
(Mayo)
El Sena se vertía a tus brazos
Más allá del puente Mirbeau bajo
las colinas como una respiración
Las afueras nos tomaban
Yo habría querido yo habría
tanta necesidad de que tu pienses el bien
¡Mas el coraje ahora de
un corazón como un prisionero furioso como un corazón
expulsará lo lírico el remordimiento de ser!
El alargamiento del día nos tiene privados de días
El reflujo de la noche nos encuadra las noches
¡Oh mi amor paradójico! Nos privábamos de la poesía
Mas el coraje estará en privar al poema
del gusto de nada sobre el gusto de todo
Cuento
Una noche donde nos habíamos puesto una sola cintura
Tú me murmurabas un cuento al oído de nieve
Y me decías estoy conmovida
Y habíamos franqueado ya varios amplios intervalos
Hecho arcos de ausencia más grandes que aquellos de Avignon
Y estamos devueltos a nosotros por vados crecidos
Ayuda
Memoria
Lo que ha tenido lugar de ser
No va sin decir
Lo que uno no puede decir…
Es necesario escribirlo
La parte dada sobre el todo
Que da la parte
Saber a qué aquello asemeja
Es nuestro saber – no absoluto
Es necesaria la semejanza
Para hacer la contigüidad
El poema es cosas próximas
Que es necesario ir a buscar
*
¿Comprendes que esto es una declaración de amor? De la misma manera que cierta luz, la funda del alba entre otras, aparece toda haciendo reentrar en ella, levantándolas en su resplandor, todas las cosas que se puedan enumerar, así el poema bajo el resplandor especial del eclipse: el eclipse del ser se hace visible y el todo (cosas nombradas en parte volcando sobre el todo) y la luz: el lenguaje.
Hablo de esta mañana azul ligera fría de otoño, en adorable azul, y de caza y zancos, este sabor por ser, fuera de todo mas haciendo un todo, separado y diminutivo. ¿Cómo lo perderemos? Es necesario privarnos de ello.
A quien en ello no acaba
(Extracto)
Es la primera vez que te dejo sin que estés ahí. No entendía más tu voz cicatrizada tras tantos años, cubriendo mal su herida de hace muchos años más, la voz cuando yo telefoneaba de lejos y que para ti estaba acabado por siempre por algunos días, que decía la injusticia y el abandono contra toda verosimilitud ya que pocos días después del curso de la otra injusticia, la cotidiana, retomada, tu voz sin razones, y tu tenías razón con tantos años de adelanto ya que finalmente serías abandonada, tu habrás sido abandonada, tú lo sabías, tu voz asfixiada por la ausencia y la insensible distancia, y la normal, la razonable la necesaria e insensible separación, tu ser asechado por la súbita, evidente, fulminante fatalidad, la carencia de ser, la falta de lo que había sido prometido, la carencia de ser juntos, la cruel falta infringida, la inflexión victimaria, tu ser infectado por pruebas.
y en lugar del acuerdo la recíproca, la instantánea, la brutal herida al teléfono, como en un asalto de espadines vulnerables, tocados, tocados al mismo tiempo por la punta desafilada del otro por la milésima vez “oh furor de los corazones maduros por el amor ulcerados”
es la primera vez que te dejo sin que tu estés ahí para sufrir, y en lugar de recibir de esto al menos un aligeramiento por pena, de no hacerte al menos sufrir más, está mi abandono, aquel que deseaba, citando al amor taciturno y siempre amenazado, que me tuerce la esponja del vientre y me vuelve lloroso, como si el viaje agravado tantos años por estas malas condiciones, este contagio de errores recíprocos, aquí hubiera encontrado su régimen de melancolía, su tonalidad de errata inevitable, de qué nutrirse y ceder sin arrepentimiento a su interrupción.
Me despierto sobre la laguna ecuatorial, abrazando su alba, como de costumbre, y es por el aniversario y su alarma, hace un mes moría mi mujer, no puedo decir tú morías, un tú inquietante,
sin destinatario, y digo bien “moría”, no desmejoraba o leía o viajaba o dormía o reía, mas “moría”, como si esto fuera un verbo, como si existiese otro sujeto para este verbo entre los demás.