Carlos Edmundo de Ory según Marco Fonz

El poeta y ensayista mexicano Marco Fonz (1965) nos presenta “El qué del otro ¿Yo qué soy? en Carlos Edmundo de Ory”, en celebración del natalicio del poeta, ensayista y traductor español (Cádiz, 27 de abril de 1923). Carlos Edmundo de Ory es el eje del “introrrealismo”. Marco Fonz es una de las voces más valientes en la crítica mexicana de los últimos años.

 

 

 

 

 

El qué del otro ¿Yo qué soy? en Carlos Edmundo de Ory

 

 

I

 

“…cuando me interno en el terreno de la voluntad o del pensamiento espeso, yo no sé todavía el mensaje que traigo, pues el espíritu que sale por mi letra es por el momento un espíritu revolucionario, más bien destructor y característicamente demoniaco. No soy más que un poeta, un lírico feroz y una voz iluminada que canta libremente…”.

El párrafo anterior fue escrito el domingo 2 de diciembre de 1950. Su autor contaba con 27 años. Hacía cinco que había llegado a Madrid proveniente de su natal Cádiz. A los 21 años se preguntaba: “¿Por qué estamos rodeados de auroras de la muerte?” Y a los 25 años afirmaba con clara visión delirante: “¡Jóvenes algo profundos, me oiréis! Tarde o temprano saldré yo con mis libros, como ahora salgo con mis barbas. Como mis barbas de fuego turbador que serán mis ideas y mis profecías.”

Carlos Edmundo de Ory nace el 27 de abril de 1923. Gaditano con raíces marinas y árbol universal. Poeta de posguerra, representa en España una de las voces de las vanguardias europeas. De hecho, junto con Eduardo Chicharro hijo y Silvano Sernesi fundan en 1945 el “postismo”, y en 1951, junto con el pintor Darío Suro, funda el “introrrealismo”. Estos dos movimientos lo hacen en sí mismo ser “la vanguardia” en la España de posguerra. Carlos Edmundo de Ory “pertenece a una estirpe de escritores para quienes vida y obra forman una indisoluble unidad”; esto lo dice Gloria Rey Faraldos refiriéndose a Gérard de Nerval, pero creo que es igual de válido cuando hablamos de Ory, ya que su poesía, cuentos, novela, ensayos, diarios y vida son un solo ser, un Golem maravilloso que nos lleva de la mano a visitar el mundo del hombre y los mundos del más allá.

 

 

II

 

La historia del poeta Carlos Edmundo de Ory comienza desde sus padres. Su madre le escribe contestando a la pregunta del poeta sobre su nacimiento: Carlitos, tu hora de llegar al mundo fueron las seis de la tarde, creo que era viernes, pero exactamente no te lo puedo decir, pero por la mañana fui a misa y tengo idea de que era viernes: ya sabes que te caíste al suelo al nacer, y por poco me muero yo, y que cuando tenías un mes te salió un bulto en la cabeza y por poco me vuelvo loca, y quise llevarte a todos los médicos de Cádiz y tu padre fue a rogar al decano de la Facultad, que ya estaba jubilado y no visitaba, que fuese a verte, y fue y le dije que al nacer te habías caído, y yo lloraba tanto que después de un reconocimiento completo se volvió a mí y me dijo: “Tranquilícese, señora, que el niño está bien y será un talento cuando sea mayor.” Esto lo predijo Rodrigo Labin, aquel señor de las barbas largas.

 

[Marín, 28 de junio de 1961.]

 

Y su padre, el poeta modernista Eduardo de Ory, quien fue amigo de Rubén Darío y Amado Nervo, escribió un poema a su hijo en el que afirma: “Tú serás poeta, / poeta preclaro; / ¡serás… mi obra magna / y mi mejor lauro!” Y en efecto, Carlos es, por sobre todos los oficios, poeta.

El joven aquel que comienza sus diarios en 1944 en Madrid, es desde ese momento un escritor, un poeta. Joven que ve fechas y datos de lugares como parte de la prosa o del poema. Joven que escribía: “A veces escribo algo tan hermoso que me horrorizo de saberme desconocido.” Afortunadamente ni el tiempo ni la censura de algunos críticos y poetas en España, ni el olvido ni la mala memoria de los seres humanos lograron callar u ocultar la obra monumental de Carlos Edmundo de Ory.

 

 

III

 

Poeta, el más humano y mágico de los poetas que he conocido. Tengo la mala manía de ir a buscar y conocer a los poetas vivos. Me gusta saber cómo son a la par de los poemas que escriben. Y me he llevado sorpresas gratas y experiencias desagradables. Con Carlos Edmundo de Ory el encuentro es, en verdad, de lo más luminoso y afortunado.

He leído casi todos sus libros y mi carne ha dejado de ser triste. Poemas que son el amor creado y creador. El matrimonio de lo cordial y la imaginación, la lucidez diversa, el estudio del ser y el todo en su poemario Técnica y llanto. La lucha por recuperar la inocencia, la lucha por la confianza, la crítica, el humor y la investigación de lo ilegible.

Poemas que van desde lo que él llama “aerolitos”, poemas que son como aforismos, hasta su poemario Música de lobos, que, nos dice, es su libro profético. Poeta-mago, poeta-demiurgo, poeta-visionario, poeta-místico y poeta-Ory son los estados de conciencia y luz que hacen de sus poemarios una experiencia de asombrosa calidez existencial.

Carlos Edmundo de Ory es un poeta a quien no le gustan las entrevistas, ni los concursos de poesía, ni que ningún premio de poesía lleve su nombre, ni la televisión.

Le gusta dialogar y que cuando uno esté en su casa investigue todos los objetos que forman su mundo. Compartir es parte vital de sus poemas.

 

IV

 

Aerolito:

 

“Si te gusta ser llamado poeta desde joven, cuida de vivir poco.

Toda una vida con un pequeño mote es ridículo.”

 

Para un poeta demiurgo como Carlos Edmundo de Ory la misión no ha sido fácil, pero ha sido plena y llena de magia. Su comienzo con la creación del postismo en 1945 fue felicitado por Eugenio d’Ors, Vicente Aleixandre, Cirlot y otros escritores y poetas que llevan con su nombre la calidad de su obra y la visión. Fue rechazado por esa España sumisa y llena de miedo. Y escritores que ahora nadie guarda en la memoria ni en el corazón hicieron que se cerraran todas las puertas para no dejar pasar esta vanguardia. Afortunadamente, la fuerza y belleza de la obra de Ory logró vencer esas débiles barreras y llega a nosotros como un tesoro recién descubierto.

Es indispensable y necesario leer, junto a la obra poética de Ory, sus Diarios. En ellos la poesía desborda vida y la vida se convierte en un poema que se construye conforme el poeta nos habla de sus momentos, anécdotas, lecturas, viajes, amores, desamores y el encuentro con Laura Lachéroy (pintora), ser y compañera para la visión y crecimiento del Ory hombre y del Ory poeta.

Otros libros que reafirman y que amplían la estructura para el conocimiento de la obra de Carlos Edmundo de Ory es su novela Méphiboseth en Onu, así como sus cuentos publicados en dos volúmenes: Cuentos sin hadas. Y sus ensayos en el libro Iconografías y estelas. El poemario Sin permiso de ser ángel es publicado en edición bilingüe —inglés-español— y traducido por Allen Ginsberg y Edith Grossmann.

Otros poetas como Félix Grande, Jaume Pont, Joaquín Marco, Pere Gimferrer, José Ramón Ripoll, Jesús Fernández Palacios y el poeta chileno Manuel Silva reconocen en Carlos Edmundo de Ory al poeta de culto y necesaria referencia para completar la visión sobre la poesía de España y la poesía mundial.

 

 

V

 

En México y en otros países de Latinoamérica la lectura de la obra de Carlos Edmundo de Ory ha sido aislada, pero sus lectores son de la talla de Efraín Huerta, Octavio Paz, Roberto Bolaño, José Vicente Anaya, Orlando Guillén. Así que su lectura llega como parte de un destino luminoso a quien tiene que llegar y da fruto a quien tiene que darlo. Actualmente existe una mayor difusión en nuestros países de la obra de Ory, ya sea porque las editoriales distribuyen mejor sus libros o porque algunos poetas que son buenos lectores al viajar a España se traen entre sus regalos y bebidas, libros de Ory. En el año 2008 publiqué el libro: La mano en la espalda. Cuatro manifiestos Postistas. Primera vez que se publican en el continente americano.

Ante una obra literaria monumental como la de Carlos Edmundo de Ory nos queda leerla como él recomienda entrar a un libro de poemas: abrir una página, leer el poema, cerrar el libro. Así las veces que sea necesario, sin darle importancia al tiempo, con todo el espacio del mundo. Y en algún momento terminar de leer el libro.

Carlos Edmundo de Ory nos dice: “El cansancio hace inocentes a los hombres.” Y con esa inocencia nos convertimos en sabios que están por saber y conocer todo.

La respuesta a la pregunta que hace Carlos Edmundo de Ory  ¿yo qué soy?  contesta él mismo: soy el que.

 

 

 

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