Los encomenderos del siglo XXI. A propósito de Panamá

El profesor Olmedo Ernesto Beluche Velasquez de la Universidad de Panamá hace frente a la colonialidad del poder, representada en la estulticia de las clases dominantes en Panamá, a raíz de un articulo de opinión publicado en La Prensa Panamá que da cuenta del desprecio y la injusticia en que viven los pueblos originarios de América.

 

 

 

LOS ENCOMENDEROS DEL SIGLO XXI

 

El señor Jaime Correa Morales tiene el mérito de proclamar en público sus ideas racistas (“Madre tierra indígena“, La Prensa 27/4/13). Según él, los indígenas americanos alegan que su cultura es “supuestamente conservacionista”; “se oponen a la modernidad”; constituyen “la raza… más atrasada”; “con bajos niveles de educación y salubridad… (lo que) … comprueba su fracaso”; cuyos miembros “indolentes permanecen en las comarcas” y los “progresistas… se integran a nuestras sociedades y se superan”; todo lo cual se debe “a su práctica comunista de no reconocer la propiedad privada”; lo que no les impide “mendigar beneficios como escuelas, carreteras, médicos…”. A ellos les recomienda que “se decidan a aceptar la civilización y el progreso”.

 

El Sr. Correa dice lo que muchos piensan y dicen en privado, o hacen desde las posiciones del gobierno “empresarial”. No olvidemos los epítetos racistas de varios ministros del actual gobierno y los asesinatos, heridos graves y vejámenes sufridos por nuestros indígenas en Changuinola (2010) y San Félix (2012).

 

La gente como Correa es la misma que, desde las alturas del poder económico y político, promueven la figura del primer genocida en el Istmo, Vasco Núñez de Balboa, y las celebraciones pomposas del Quinto Centenario del “Descubrimiento” del Mar del Sur, en concordancia con la actual monarquía borbónica española. Según la lógica de estos racistas, embozados y desembozados, Balboa vino a traernos la salvación cristiana y la civilización. Los que así piensan, embebidos en sus prejuicios, nada saben de las grandes avances culturales y técnicos de los pueblos pre-hispánicos. Ignoran todo sobre la salubre y civilizada Tenochtitlán, hasta que llegaron los europeos.

 

Todos los criminales (ladrones, asesinos y violadores), salvo que sean verdaderos sicópatas (consecuentes amorales), se sienten obligados a enmascarar sus delitos bajo una justificación. No olvidemos que en los debates de la Junta de Burgos (1511-12), los conquistadores pretendían justificar el robo, el saqueo, el asesinato y las violaciones (carnales) aduciendo que “los indios no tienen alma”.

 

Gracias a los alegatos del cura Las Casas, y el famoso Sermón de Montesinos, se estableció que los indígenas debían ser tratados como humanos libres y súbditos de la Corona. Pero de ahí en adelante, el sometimiento de las poblaciones indígenas (mediante encomiendas y repartimientos) se hizo bajo la justificación de “adoctrinarlos” para la fe católica. Pero se aclaró que era legítimo hacerle la guerra a aquellos que no aceptaran el “Requerimiento”, es decir, cristianizarse y someterse al rey español. Por cierto, nadie defendió a los africanos, a quienes sí era “legítimo” esclavizar.

 

Claro que, el Sr. Correa y sus acólitos, pretenden no conocer nada de esta historia. Por eso, en su lógica perversa, la pobreza de las comunidades indígenas se debe a su cultura. Cuando en realidad la pobreza indígena sólo se explica por el saqueo de sus riquezas, el robo sistemático de sus tierras, de sus ríos y sus montañas realizados por los europeos, en nombre de la “cristiandad” y la “civilización”.

 

Como la modernidad (capitalismo) que se impuso en desde el siglo XIX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, se basa en un liberalismo laico, las alusiones religiosas fueron dejadas de lado al momento de justificar el continuado proceso de expoliación y explotación de los pueblos del mundo. Ahora, “el destino manifiesto” justifica esos crímenes en nombre de imponer la “civilización”, el “progreso” y la “modernidad”.

 

Con estos argumentos el imperialismo europeo y norteamericano ha justificado los genocidios de los últimos doscientos años, pasando por dos guerras mundiales y más de 70 millones de muertos. En nombre de la “superioridad” de ciertas “razas” se ha justificado el exterminio de “razas inferiores” o “sub-humanas”, como decía Hitler.

 

Lo que el Sr. Correa quiere, al igual que muchos empresarios y su gobierno, es apoderarse de las tierras que han quedado en las comarcas, ganadas por siglos de lucha y resistencia, para explotarlas económicamente a su beneficio, con minas, hidroeléctricas, hoteles, latifundios. “Civlizar”, no nos engañemos, significa someter política, cultural y económicamente. “Progreso” significa la pérdida de las tierras comarcales en beneficio de intereses foráneos.

 

No hay que ser comunista para entender la justicia de lo que reclaman las comunidades indígenas. Hagamos el ejercicio de preguntarle al Sr. Correa si estaría dispuesto a que le quiten su casa y su tierra a cambio de una bicoca o unas “cuentas de vidrio” para beneficio de otro. Preguntémosle al Sr. Correa si está dispuesto a renunciar a la lengua española, a su forma de vestir, a sus creencias religiosas, a sus tradiciones, a escupir sobre sus antepasados e irse a vivir a una villa miseria o barriada bruja a trabajar con un mísero salario que no da ni para comer. Porque eso es lo que la civilización le ha dado a los indígenas.

 

¿Acaso el problema de la construcción de hidroeléctricas hasta agotar el caudal de los ríos, de las minas, la privatización de las costas, es un problema solo de los indígenas? Preguntemos a los chiricanos qué piensan de lo que está pasando con sus ríos. Preguntemos a los habitantes de Azuero y Tonosí su opinión sobre la mina de Cerro Quema. A los habitantes de Panamá por la destrucción de los manglares, en especial a las comunidades y barriadas que han empezado a sufrir graves inundaciones.

 

Hay una sola cosa en que tiene razón el Sr. Correa: “La sola presencia de humanos altera la ecología”. Sí, pero hay modos de producción que alteran menos, o mantienen un poco más el equilibrio de los sistemas naturales, como el que practican nuestras comunidades indígenas y hay formas de producción, como el capitalismo rapaz, que se caracterizan por la destrucción masiva de los ecosistemas en función de un lucro irracional. No sólo la vida de los indígenas está en peligro, sino de todo el género humano. Eso es lo que debaten los ecologistas de todos los países y todas las “razas”, a quines desprecia el Sr. Correa.

 

Si queremos que haya un futuro próspero y feliz para nuestros nietos, debemos repudiar y derrotar los esquemas mentales, sociales, económicos y políticos que expresan personas como Correa. Si queremos paz para disfrutar la belleza del mundo, es hora de que empecemos a respetar la diversidad de las culturas humanas, para que en verdad todos seamos iguales, así como la diversidad de las formas de vida.

 

Panamá, 29 de abril de 2013.

 

 

 

 

Datos Vitales

Olmedo Ernesto Beluche Velásquez es profesor del Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá. Autor de los libros: Pobreza y neoliberalismo en Panamá (1997), Estado, nación y clases sociales en Panamá (1999), Independencia hispanoamericana y lucha de clases (2012).

 

 

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