Insurgentes sur (Carta a Efraín Huerta), poema de Marco Antonio Campos

Marco Antonio Campos

Presentamos el poema “Insurgentes sur (Carta a Efraín Huerta)” de Marco Antonio Campos (Ciudad de México, 1969), perteneciente al volumen Dime dónde, en qué país, que mereció el XXXI Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y fue publicado por Visor en 2010. Marco Antonio Campos es uno de los autores que son referencia ineludible de la poesía mexicana.

 

 

 

 

 

Insurgentes sur

(Carta a Efraín Huerta)

 

Y esa fue la historia, Efraín. Si volvieras hoy reconocerías menos la ciudad de la que trazaste el centro en el alba como nadie. Moriste, acabaste de morir, el año cuando México comenzó a caer a la velocidad del fuego para tumbarse de lado en ningún lado. En el país sobra sol pero nos falta a nosotros. De febrero a agosto del ’68 me gustaba caminar por Insurgentes desde el linde de San Ángel a la glorieta del Biarritz. En algunos tramos me paraba a ver las casas aristocráticas. Podía abarcarse todo el cielo y en el Ajusco, al sur, en las montañas, cerrábase de verde el azul neblinoso. Al llegar a la glorieta doblaba en una esquina e iba a buscar a la muchacha que me rompió los 19 años. Ella nació en abril, pero toda la gloria y la luz acaban marchitándose como flor o como hierba del noviembre frío. Yo era aún más fuerte que el tronco del olmo pero solitariamente oscuro como las entrehojas del tomillo.

Llega marzo. Se ve marzo. Se va. Nos vemos. Nos veremos. En las aceras de Insurgentes, en los barrios de La Florida y Guadalupe Inn, llamea el azul-lila de las jacarandas. En las cercas de las casas, en el entramado del enramado, se avivan los colores de las buganvillas. Las petunias en los jardines no regresarán a su color y olor. Pasó el invierno, pero en Ciudad de México la mayoría de los árboles no se deshoja ni la mayoría de los pájaros acaba de irse.

Habías de ver en el hoy, que un segundo nos borra tras la hora, cómo Insurgentes se ha llenado de bancos donde la aritmética sólo sabe de números de usura, de plazas mercantiles enfrente de cuyos aparadores deslloran los tejados a contramano de Dios, de bares y discotecas con música dura para jóvenes imbéciles que no saben el arte de conversar, de restoranes y fondas que no alcanzan ni forma ni altura en el bolsillo, de farmacias cuyos precios apresuran la llegada al sanatorio, de doctores sin consultorio fijo y pordioseros e histriones que pululan como hormigas a la hora del incendio…

Nos vimos pocas veces pero fuiste cordialísimo. Soltabas de súbito el chiste o la broma pícara y nos reíamos de puro gusto, o como dirían los centroamericanos, de “pura vida”. Te reías de ti, te reías con la muerte, y mientras más la sentías próxima, más te ponías a lanzar fósforos como poemas mínimos desde la ventana de tu casa en el barrio de Polanco, ah la muerte, como si te pelara los dientes uno a uno, mi así, nada más, ponerse al tú por tú como si nada, como si no supiera que a lo macho y en serio un mexicano, a lo Efraín, se la pasa en triunfo por el arco chauvinista.

Al menos así yo te recuerdo, al menos así un cuarto de siglo, así, sin Efraín.

No naciste aquí, no era tu ciudad, pero la volviste tuya. Escribiste poemas que son parte de una urbe que no existe, porque a la ciudad cada quince años la suma otra ciudad. Ahora tus cenizas no la rondan sino miran las alturas del Popocatépetl, y si el volcán enfurece, si arroja piedras ígneas y espesas humaredas, me da por pensar que te alzas para saludarnos, y me pongo a recordar poemas tuyos de Los hombres del alba y los responsos a Darío, al maxilar de Kafka  ese borrador tristísimo para un testamento.

Quizá estas líneas se vayan en las postrimerías de abril como las flores de las jacarandas. Se irán, será así, nos iremos, nos veremos. Por esta vida que desérticamente es angustia y aflicción, tú escribiste, Efraín, con el puño a lo Huerta, con la pluma furiosa, poemas que uno lee de pie, tras el guiño de Catulo y la risa de Marcial, cohetería pequeñísima que deslumbra en el aire y se queda en nuestros ojos, y veremos.

 

2007

 

 

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