Como continuación del dossier de poesía joven de El Salvador, preparado por el poeta y narrador Jorge Galán, presentamos el trabajo de Rebeca Henríquez (San Salvador, 1982) El Salvador. Escritora y artesana. Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Premio Único en los IXX Juegos Florales de Usulután en el género de poesía. Certamen Nacional para jóvenes, 2011. Finalista del I Premio Internacional de Poesía “Carlos Ernesto García”, 2011. Premio Único en los XX Juegos Florales de Usulután en el género de poesía. Certamen Nacional para jóvenes, 2012. Premio Único en los XVII Juegos Florales de La Unión en el género de poesía infantil. Certamen Nacional, 2012.
EFECTO PLACEBO
La Aspirina en el centro de mi mano
se vuelve una mariquita cuyo caparazón es negro
con diminutos puntos blancos
y mi mano de pronto es una gramínea que la sostiene
mientras la brisa diurna del verano la hace tambalear,
aunque en realidad se resbala
como en un trineo
por los trechos profundos que son las líneas de mi palma.
A esa mariquita
que en la sombra es mustia y con alas plateadas
suelo confundirla con la lágrima oscura
que rueda de mi ojo cuando mira la ciudad
la ciudad de occidente que aún funda colonias
en los recintos que acordonan la noche
y la privan de mi ventana.
Pero también la confundo
-y esto es más deliberado-
con la ceniza vítrea que suelta la caña
como los lamentos de su terrible hoguera.
Igualmente me la bebo, dulzona,
y de preferencia con una esencia de salvia o de té negro.
En el centro de mi lengua sabe a pistacho con sal refinada.
Y si me sabe a tierra mojada de tormenta, a tierra ácida,
como ajenjo apocalíptico y sus premoniciones finales
sé que no debo de extraviarme
ya sea en un concierto
o en un film engorroso de cine alemán
porque detesto tanto ver a mis manías en el cine
y la mariquita
que ya en mi garganta es un proyectil
perdería el frenesí redentor que la afama.
Luego suelta el veneno
la ponzoña que se vierte en el flujo carmesí
el narcótico que emprende una lid entre tejidos y neuronas
que hace o deshace nuevas mariquitas en mi cabeza
como en una quimera
de la que resucito rutilante y sin remordimientos
con mis palmas diáfanas, cada doce horas,
convertidas en un vergel.
EL BUQUE DE ARRASTRE
Un anochecer extraño se despliega sobre el agua.
El tajamar de la proa de un barco
surca una ola pequeña
y sus amarras se deslizan por la orilla del muelle
con la serenidad de un hombre que se mira a sí mismo
solitario.
Sus tripulantes se elevan hacia el estribor
como una gaviota que lleva en su cabeza la máscara de un verdugo.
Debajo de la quilla el horror zambulle su pecho
y bucea lenemente
mientras extiende sus membranas oscuras de gárgola
al filo de las rocas en el fondo marino.
Los corales se arrumban con la guadaña de hilo trenzado.
Las medusas muestran el fulgor de la muerte.
Los espiráculos de los delfines sangran desmesurados.
Y las estrellas
son las caracolas que huyeron de las redes
por las calzadas añiles del firmamento.
ESTADOS ONÍRICOS
Me es imposible dormir en esta ciudad
sin que el pavor llegue como la Salamandra
que espira el fuego y el estío sobre mi cabeza
y que provoca las llagas que corroen la carpa
que sujeto a la intemperie
por si acaso llueve
y caen truenos.
Su noche es recorrida por unas criaturas
cuyos brazos terminan en navajas agudas y rutilantes.
Detrás de sus espaldas
los postes se que se alzan son los fanales altivos
que esperan un rival o una víctima
para obsequiarles las heridas y la muerte;
esa que nadie es capaz de impugnar.
Sobre las sábanas
el letargo es una ceguera que a veces se retracta
y me muestra las imágenes de la vida en un tono gris
y empapado como la medianoche
con una sinfonía hecha con los rugidos penetrantes
de un océano prehistórico
en el que mi nombre resuena en la barcarola
que un marinero infortunado canta
mientras su cuerpo se desplaza como una boya
hacia un remolino de peces y de algas.
ACTO FALLIDO
Desde muy joven sé que la distancia
es el velo oscuro de la incertidumbre,
que cuando alguien se marcha
la negrura va poblando cada tramo que se avanza
aunque se vaya con presura
o con el sigilo de unas pisadas sobre losas marchitas.
Los escarabajos se agolpan en los caminos como piedras.
El aceite de los furgones anega las avenidas.
Los atajos y senderos
se vuelven puentes corroídos
sobre avernos tremendos.
Y por más que se intente retornar por el mismo camino,
estatuas de sal quedan en lugar de pasos
hasta que el viajero es sólo ese aliento
que inicia las más temibles tolvaneras.
EL EXTRANJERO
Llegó a una ciudad cuyo verano se extendía por años.
En sus calles
los lagartos eran estatuas cubiertas de un moho impenetrable.
Perros mortecinos seguían a los transeúntes
y éstos huían
y fragmentaban con sus rostros perlados de sudor
los hatajos vibrantes de moscas
y de mosquitos.
La ciudad y su verano implacable
le recibieron por la noche
con el talante de una tolvanera
ante el forastero que se emplaza.
No era él
en aquel tiempo
un viajero intrépido avanzando de frente y sin retorno
por cada paraje mundano que se le antoja o se le permite.
Era, más bien, un vagabundo
que llevaba consigo
adherido a su memoria
la gelidez de un invierno.
Y como si fuese rastreable la tundra
le cercaron los coyotes, libélulas y culebras.
Le horadaron el rostro con sus colmillos y aguijones.
Le vaciaron en una pila amplísima
y se volvió como un lago rodeado de montañas
que eran los niños y los ancianos.
Los hombres se desvistieron y mojaron sus espaldas.
Las mujeres acarrearon en cántaros todo lo que podían.
La ciudad fue regada desde los picos de las aves
y la maleza sucumbió al verdor.
Su cuerpo fue arrojado en el páramo.
Sus ojos aún abiertos vieron las nubes de una tormenta.
Y luego
como en un renacimiento
el alba le acogió en su bautismo de fulgor.
EN EL AÑO DEL ERROR
“Al sol de la verdad pongo desnuda mi alma…”
Miguel de Unamuno
El tiempo golpeó su hombro contra el mío
y luego se extravió en un enjambre de burlas y desdenes.
Sobre mi muñeca calcó su semblante terrible
y sin la oportunidad de que lo entendiese
se afianzó en mi brazo
como un brazalete forjado con jade y platino.
De ninguna boca o labio supe de las fechas.
Los calendarios estaban en blanco.
Los días zarparon como pequeños navíos
rumbo a una guerra viciada.
Solamente en mis entrañas se balanceaba un péndulo
con la frialdad de un reloj
que avanza presuroso y sin escrúpulo.
Una esfera colmada de ruidos llegó a mi encuentro.
No pude separar el cántico etéreo de un ángel
de la súplica de la víctima frente al asesino.
Mi madre enmudeció.
Mi hija se durmió con un llanto ahondado.
Los radios, teléfonos y truenos me abatieron.
Busqué sin mucho esmero los pasos que extravié.
Mi nombre y mi apellido cambiaron tantas veces
así como el sur cambiaba con el norte
en la brújula del olvido.
Deambulé en una casa que no me pertenecía
y en la que no sabían de mi presencia.
Cada noche intenté irme
pero mis pies formaban islas que anegaban mis zapatos.
Mis cabellos se batían como hélices
y me llevaban de nuevo
al principio de mi huida.
Un perro albino y silente custodiaba mis rumores
y lamía mi frente
y limpiaba mis pesadillas.
Mis pupilas transgredieron las pantallas
y detonaron en medio de sus cristales fluorescentes.
Fui tan sólo un espectro
y el tiempo seguía revuelto con los rostros de la ciudad.
En un segundo advertí
que los yerros dejan estelas filosas
como jáculos en manos de cazadores.
Tuve que quitarme de la piel
– tan vasta que parecía un desierto-
uno a uno
sus aguijones.
Tuve que ocultarme en los sueños para evadir sus dardos
hasta que no pude despertar.
En el año del error me extravié
y sólo el tiempo
después de todo su tiempo
logró recomponer su horizonte infinito.
Datos vitales
Rebeca Henríquez (San Salvador, 1982) El Salvador. Escritora y artesana. Ha obtenido los siguientes reconocimientos: Premio Único en los IXX Juegos Florales de Usulután en el género de poesía. Certamen Nacional para jóvenes, 2011. Finalista del I Premio Internacional de Poesía “Carlos Ernesto García”, 2011. Premio Único en los XX Juegos Florales de Usulután en el género de poesía. Certamen Nacional para jóvenes, 2012. Premio Único en los XVII Juegos Florales de La Unión en el género de poesía infantil. Certamen Nacional, 2012. Parte de su obra ha sido publicada en: Antología de poesía joven salvadoreña “Las otras voces”. Dirección de publicaciones e impresos de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, 2011. Aún permanecen inéditos: “Estropicios”, Poesía. “El verano aventurero”, Poesía infantil.