Poesía de Miami: Susana Della Latta

Susana Della Latta

Presentamos, ene l marco del dossier “Poetas de Miami”, preparado por Francisco Larios, textos de la poeta, narradora, traductora y artista plástica argentina Sussana Della Latta (Buenos Aires, 1955). Vive en Estados Unidos desde 1987. Es autora de Sin alquimia (poesía, 2005-2007) y Ojo de Pez (relatos, 2007-2008).

 

 

 

 

El coraje de tu boca cerrada

 

para Sylvia Plath

 

¿Quién pidió la mitad

del esqueleto,

tu sanidad, tu hambre?

La luz te acuchilló.

Emergen de tus senos

labios y costillas como agujas.

Te repites en mí.

También poseo

un bastardo.

¿Cuánto veneno necesita mi boca?

Tortura,

juguete sin aliento (dices)

Camino las paredes

y devoro mi ración de amnesia

en el cemento.

Lady Lazarus

Yo me levantaré del barro

para comer varones.

 

 

 

 

 

 

mi padre

 

Vienes.

Los números

fueron tu escondite abstracto,

la suma de nueve: alerta

había un error

cuando el alcohol te convertía

en sombra

para mí

adolescente muda

tu mano no alcanzaba a tocar

la piel de mi demente madre

ni atestiguar el mundo de occidente.

Nunca pronuncié tu nombre

no me acercaba

llegamos a encontrarnos en acrósticos

en las columnas de tus grandes libros

donde la pobre cabeza de mamá

no tuvo espacio para congregarse.

Me convidaste cigarrillos

me hablaste de Frank Kafka y del absurdo

yo no pude quererte en ese tiempo

nos faltó el tiempo

mucho tiempo

tu voz ebria en el suburbio,

tu desapego, tu gran delicadeza

yo sólo percibía credenciales

que tu esposa presentaba de ti

un sujeto colgado de la noche:

Francia, el vino y la virtud.

Te castigué por ser distinto.

Pronto sabría lo que soy.

 

 

 

 

 

Pizarnik

 

Lloras,

debajo de tu nombre.

Hay hielo junto

al ángel idiota

que pobló tu jaula.

Para ti

la sangre es muda

y los pájaros, rehenes

de un guante

que cubrió el lenguaje.

Destruye el miedo

de ser dos.

Multiplícate

con los visitantes

de sombrero negro,

ellos poseen el enigma

tú sólo

el ganglio

en la piedra.

 

 

 

 

 

 

Con Álvaro de Campos

 

Una firma tuya a la orilla

del libro que me regalaste,

la Tabaquería cruzando el hospital.

No percibo el contorno.

Todo se va y todo queda,

quizás te ocurrirá lo mismo.

Hoy eres una firma, un incierto

encuentro en medio de la nada.

Nos seguiremos cruzando

el pensamiento en la Tabaquería,

o en esta ciudad. Con tu firma

a la orilla del libro que me diste.

Desintegro lo impensable.

La noche sigue siendo nuestra.

Mis manos empujarán las tuyas.

Así es, así fue en la sombra

cuando abrió el deseo sin nombre.

Despertaré y tal vez busque la firma

que ya no dice nada. Que no

significa lo que ha significado.

Todo se va y todo queda.

como la Tabaquería.

 

 

 

 

 

Alabama, también igual a Quíos

 

Para Gail Hardeman

 

La muerte es una esmerada recolectora que no puede perder una sola espiga de cebada

GU CHENG

 

Satánico Lunes 15.

Huerta, pestilencia, loas y jugo de linaza.

Dos persianas cubrieron sal del mediodía.

Hubo un perro obeso, con lodo en las patas

(por eso su ladrido resuena)

Alguien impacta.

(No supe. No pude haber escrito antes lo que estoy escribiendo)

Era minucioso oír tu pulso.

Él estaba abrumado, no podía;

sin retirar los dedos de tu axila

prefirió caer.

(¿Quién era yo en aquel instante para decirle

que te deje conmigo?

Basta de susurros. Irrelevante la vigilia.

Búscale en cambio

un sitio afuera para caminar.

Comprende: los brebajes fueron demasiado verdes para

su pupila azul.

¿Por qué fue en Alabama,

donde la cicatriz

sufrió metamorfosis?

Ésta es Calipso,

y éste el mástil que la sostiene sin oráculo.

Recuerda que “Zeus llovió sobre el camino”

En tanto

Gail, amiga mía,

déjalos proferir,

porque tú no te has ido

porque tú no has muerto.

 

 

 

 

 

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