Presentamos dos textos inéditos del poeta, narrador y ensayista español Benjamín Prado (Madrid, 1961). Prado es identificado por la llamada “Poesía de la experiencia”. Ha merecido los premios Hiperión, Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y el Generación del 27. Escribió con Joaquín Sabina, entre otras, las canciones del disco “Vinagre y rosas”.
UN PROFESOR ES ALGUIEN QUE HABLA EN LOS SUEÑOS DE OTRO
(En la tumba de W. H. Auden en Kirchstetten, Austria)
Imagina unos versos. Después, ponte a buscarlos
como si fueran tuyos y estuviesen perdidos;
intenta adivinarles las palabras
como el que huye trata de predecir los pasos
de quienes lo persiguen; y procura que en ellos
se detenga el idioma
igual que el agua
se vuelve hielo para dejarse acariciar.
Que tu poema sepa algo que ignoras;
que no te necesite; que encuentre al mismo tiempo
lo que nadie soñaba y lo que buscan todos;
que cuando ya no estés
oculte que te has ido,
se haga pasar por ti.
No escribas si lo puedes hacer como cualquiera
pero no como tú;
si al repetir
lo que dijeron otros
no dices otra cosa;
si en tus libros no se oyen los libros que leíste,
como en un apellido
se escucha galopar
a los antepasados.
Que tu poema esté a medio camino
entre tú y yo
lo mismo que una estatua
entre el cuerpo y la roca;
que ponga lo intocable en nuestras manos;
que logre que se queden las cosas que se van.
(Eso es lo que me dijo Auden junto a su tumba.
Nevaba sobre Kirchstetten, en los Bosques de Viena,
y yo soñé
que un día
alguien pondrá unas rosas debajo de mi nombre
y encima de estos versos que escribo para ti.)
OPCIÓN B
Siempre tendré la Esfinge de Gizeh junto al Nilo;
tendré la Gran Muralla; tendré el reino de Aksum;
las moái en la arena de la Isla de Pascua;
las ruinas de Zimbawe; la ciudad de Lagash.
Siempre habrá un general que usurpe el trono
y un Palacio de la Moneda en llamas;
prestamistas que compren y vendan nuestra sangre;
pueblos que echen abajo la estatua de un tirano.
Podré decirle a otros, aunque ya no lo crea,
que hasta el día más triste se termina a las doce
y cada cicatriz tacha una herida
y equivocarse es sólo el premio del que quiere
aprender de su error.
Siempre me quedarán Lorca y las aduanas;
las selvas en peligro; la injusticia;
los banqueros; la plaza de Tian’anmen; Neruda;
la libertad; el sueño de la revolución.
Todo eso
de lo que yo tendría
que escribir
si te vas.