Poesía italiana: Emilio Coco

 Presentamos, en el marco del dossier de Poesía italiana preparado por Mario Meléndez, algunos poemas de Emilio Coco (Foggia, 1940), en versión de Marco Antonio Campos, que también los presenta. Emilio Coco es uno de los grandes difusores de la poesía hispanoamericana contemporánea en Italia. Ha traducido antologías de poesía mexicana, española y ecuatoriana.

 

 

 

 

Escúchame, Señor

EMILIO COCO

Presentación y traducción de Marco Antonio Campos

 

 

 

   En Escúchame, Señor (2012), como en su anterior libro, El don de la noche, destacan los poemas a la mujer, o con la mujer, donde con humor y eficacia describe a una pareja de viejos que trata de amarse. Nadie sale bien parado: ni uno ni otro. Hay en Coco una autoironía que es, a la vez, una autocrítica feroz.

   También hay piezas líricas –no en balde el título que es una piadosa petición- en que, siguiendo a San Francisco, con una honda compasión católica, da gracias a Dios por las criaturas mínimas o desprotegidas del mundo. Por ejemplo, de un lado, se conduele hasta la raíz del alma por los negros emigrantes en su pueblo del sur italiano, y de otro lado, por las prostitutas sin ángel que no tienen quien les custodie la vejez. En especial me conmueve un poema sobre una prostituta sin atributos ni gracia, ya entrada en años, quien vivía al final de la calle Agostinone, y se acostaba con desbandados y negros por cinco euros “como estaba escrito en un pequeño cartel que llevaba apuntado sobre el suéter”. Tiempo después la encuentra de nuevo. El tiempo la ha desgastado. Al crecer la ciudad ha desaparecido la calle y, por ende, las labores habituales de la prostituta, quien se ve obligada a vivir de la mendicidad. Alguien, que puede ser Emilio, la ve, se acerca y le da en la mano cinco euros, los mismos que cobraba cuando los tiempos eran menos despiadados. Ella sonríe. Tal vez entiende que alguien le manda un mensaje desde antiguo o porque la cantidad es anormal para quien pide limosna en la calle.

   Si en su anterior libro, Coco se deleita más con la belleza de las alumnas que con las clases, aquí agradece a Dios, porque en la mala luz de la vejez puede aún consolarse viendo en los supermercados a las atractivas cajeras, ligeras de ropa en el verano, y las cuales, con sólo verlas o rozarles la mano, le hacen el día.

   Hay en el libro asimismo recuerdos de la infancia y la adolescencia pobres durante la posguerra: de los primeros años recuerda, por ejemplo, cuando dormía en la casa con la abuela sobre un colchón raído, o a aquellas mujeres que iban a la cárcel por protestar a causa de la falta mínima de pan, o aquella pequeña vecina de los mismos diez años que él, quien alzándose el vestido, le pedía que le “sorbiera los senos”, mientras ella le metía la mano entre los calzones, o ya en la adolescencia, la urgente masturbación, que le daba, en una conjunción de contrarios, la noción de pecado y la satisfacción ilusoria de poseer a la muchacha de los inútiles sueños.

   En el libro Coco trabaja el endecasílabo blanco, el metro que le es más afín, y el verso libre. Como en anteriores libros, su estilo es conciso y seco, y se ocupa de temas, en que, gracias a la gracia con que están escritos, encantan al lector, poemas que en otro poeta serían de una vulgaridad desdeñable.

 

 

 

 

MI CHIAMO EMILIO COCO

e vivo in un palazzo al terzo piano

di via La Piscopia 89.

Ho insegnato francese per circa quarant’anni

ma ho amato sempre e solo lo spagnolo

e ho lasciato la scuola senza molto rammarico.

Non ho urgenza di sveglia la mattina.

Mi sorbisco un tazzone d’acqua calda

e faccio colazione

con caffellatte e  fiocchi di frumento

che assicurano – è scritto sulla scatola –

un pieno di benessere.

Poi vado in bagno e apro il rubinetto

per lavarmi la ruggine degli anni

ma dalle stecche della tapparella

la luce mi aggredisce col suo scherno.

Mi siedo al tavolino e mi spremo il cervello

cercando un verso bello

presto desisto, è meglio concentrarmi

su qualche messicano

cileno o uruguaiano,

da un anno a questa parte

non m’intrigano più i castigliani.

Dopo cena, mi allungo sul divano

e m’addormento

a ogni trasmissione

sia fiction, annozero o porta a porta.

Il sabato non faccio più la doccia,

assolvo ai miei doveri coniugali

non settimanalmente

ma come e quando posso

né mi creo problemi se fallisco.

Inaspettatamente mi soccorre

un mormorio di sangue

se tento una carezza sul suo corpo

e anche se non risponde

mi esalto allo scoprirmi ancora giovane

per non aver perduto il desiderio

di ritrovarla sotto le lenzuola.

Poi torno su quel verso mal tradotto,

questo contare sillabe sul petto

mi ruba il sonno, m’alzo,

dieci gocce di lexotan,

biascico le preghiere della sera

e spero che la notte mi sia lieve.

Nei tuoi imperscrutabili disegni

Signore mi hai assegnato

una vita da piccolo poeta.

Ai grandi non s’addice un’esistenza

così piatta e volgare.

 

 

 

ME LLAMO EMILIO COCO

y moro en un edificio en tercer piso

de calle La Piscopia 89.

Cerca de cuarenta años enseñé francés

pero he amado siempre y solo el español

y dejé la escuela con escasa amargura.

No tengo prisa por alzarme en la mañana.

A sorbos bebo un tazón de agua caliente

y luego desayuno

café con leche y copos de trigo,

que aseguran –está escrito en el paquete–

un pleno bienestar.

Voy al baño y en el lavabo lavo

la herrumbre de los años,

pero la luz por la rendija abierta

me clava sus reflejos como insultos.

Ya sentado en la mesilla me estrujo el cerebro

buscando un bello verso

pero desisto pronto: es mejor concentrarme

sobre algún mexicano,

uruguayo o chileno:

de un año hasta la fecha

no me interesan más los castellanos.

Terminada la cena, me acuesto en el diván

y me adormezco

con cualquier transmisión:

sea ficción, año cero o puerta a puerta.

No me ducho los sábados,

absuelvo mis deberes conyugales

no semanalmente,

pero como y cuando puedo:

no me invento problemas si es que fallo.

Inesperadamente me socorre

un murmullo de sangre

si intento una caricia sobre su cuerpo

y aunque no responde

me enfervorizo al descubrirme joven

por no haber perdido aún las ganas

de encontrarla debajo de la sábana.

Regreso al verso que traduje mal,

me roba el sueño contar sílabas sobre

el pecho, me alzo,

diez gotas del lexotan,

mascullo las plegarias en la noche

y espero que la noche me sea leve.

En tus inescrutables designios,

Señor, me has asignado

una vida de poeta menor.

A los grandes no les toca una existencia

tan pareja y vulgar.

 

 

 

***

 

 

GRAZIE, SIGNORE,

per questa creatura

che, scuotendosi la pioggia dalle ali,

s’avvicina a saltelli circospetti

a beccare una briciola di pane

quasi sotto il mio piede

mentre aspetto seduto su una panca

la corriera che mi riporta a casa

dopo una notte insonne in ospedale.

Grazie di cuore per la compagnia.

Grazie per non averla intimorita.

 

 

 

GRACIAS, SEÑOR,

por la criatura

que, sacudiéndose la lluvia de las alas,

se aproxima a saltitos circunspectos

a picotear del pan una migaja,

casi bajo mi pie,

mientras espero sentado en una banca

el autobús que me regrese a casa,

luego de una noche insomne en hospital.

Gracias desde el alma por la compañía.

Gracias por no atemorizarla.

 

 

***

 

 

SEMPRE HO DESIDERATO

possedere una casa tutta mia

un pezzo di giardino dove scrivere

al tremulo chiarore della luna

i miei versi più belli.

Ma vivo in un oscuro condominio

e il mio studio s’affaccia sulla strada

lacerata dall’urlo delle macchine.

Sempre ho sognato un albero

non importa se un salice o una quercia

alla cui ombra sedermi

per comporre romantiche poesie

col trillo degli uccelli in sottofondo

e il soave sussurro delle fronde.

Ma esco sul balcone e solo vedo

cassonetti stracolmi d’immondizia

e pneumatici vecchi accatastati

di fianco all’officina del gommista.

Scruto il cielo slavato

e niente mi commuove

nemmeno quella nuvola sfrangiata

che occhieggia dietro il monte.

Si scatenasse almeno una tempesta

con lampi e tuoni e bare scoperchiate,

m’ispirerebbe un canto ineguagliabile.

Tutto trascorre invece banalmente.

Ti ringrazio, Signore,

di avermi risparmiato tanto scempio.

 

 

 

ANHELÉ SIEMPRE

poseer una casa toda mía,

un trozo de jardín donde escribir

mis versos más bellos

a la leve claridad de la luna.

Pero vivo en un oscuro condominio

y da mi estudio hacia una calle

lacerada por el bramido de los coches.

Siempre he soñado un árbol,

no me importa si un sauce o si una encina

a cuya sombra sentarme

y componer románticos poemas

con el trino de los pájaros de fondo

y el suave susurro de las frondas.

Pero salgo al balcón y sólo veo

contenedores plenos de inmundicias

y neumáticos viejos apilados

al lado de una vulcanizadora.

El cielo desteñido escruto

y nada me conmueve

ni siquiera esa nube desflecada

que asoma tras el monte.

Si una tormenta reventase al menos

con truenos y relámpagos y féretros abiertos

me inspiraría un canto inigualable.

Pero todo transcurre banalmente.

Por haberme ahorrado tanto estrago

te doy gracias, Señor.

 

 

***

 

 

TI LODIAMO, SIGNORE,

per questa nostra doccia

coi vetri trasparenti a portafoglio.

Ci piaceva così, fuorimisura,

novanta per novanta e la comprammo

per starci entrambi dentro.

Che meraviglia d’acqua

scrosciante sopra i nostri corpi nudi

che, mista al bagnoschiuma, disegnava

cirri paradisiaci.

E saremmo rimasti

a vivere lì dentro

se il letto non ci avesse convocati

nella complicità

dei nostri giovani anni

odorosi di talco.

Lontane quelle notti in cui la carne

fremeva sotto i colpi del piacere,

guardo le forme incerte

dietro gli stessi vetri

velati dagli spruzzi del vapore

mentre allo specchio stiro guance e fronte

nella caparbia lotta con il tempo.

Proviamo a far l’amore?, ti propongo.

Spalmandoti la crema sulle cosce,

mi fai un sorriso complice

e mi sfiori l’orecchio con le labbra:

prepara il letto, adesso ti raggiungo.

 

 

 

TE ALABAMOS, SEÑOR ,

por nuestra ducha

con vidrios transparentes plegadizos.

Nos complacía así, en desmesura,

noventa por noventa y la compramos

para estar ambos adentro.

Qué maravilla de agua chorreante

sobre nuestros cuerpos desnudos

que, mezclada al baño espuma, dibujaba

nubecillas paradisíacas.

Y nos habríamos quedado

a residir allá dentro,

si el lecho no nos hubiese convocado

a la complicidad

de nuestros jóvenes años

olorosos a talco.

Lejanas esas noches en que la carne

temblaba con los toques del placer.

Miro las inciertas formas

tras los mismos vidrios

velados por el vaho del vapor,

mientras en el espejo estiro mis mejillas

en la obstinada lucha contra el tiempo.

¿Hacemos el amor?, propongo.

Te masajeas los muslos con la crema

y me haces una cómplice sonrisa

al rozarme el oído con los labios:

prepara el lecho, enseguida te alcanzo.

 

 

***

 

 

LI AFFIDO A TE, SIGNORE, QUESTI NEGRI

che sbucano a decine, a centinaia,

a gruppi o in fila indiana,

dal sottopasso della ferrovia

vicino a casa nostra.

Si avviano starnazzanti verso il mare,

intasano la strada, incuranti del traffico,

che ti verrebbe voglia di gridare,

per fargli il controcanto,

cerchi scampo chi può, mamma, li neri!

Sia chiaro, siamo aperti

a ogni loro esigenza

grazie al nostro passato di emigranti

però, diamine, un po’ più di rispetto

per chi a quest’ora schiaccia un pisolino,

parlare ad alta voce è di esseri incivili.

Guardali quanti sono,

somigliano alle bibliche locuste,

a un gregge di montoni in Aspromonte,

gli uomini con fagotti nella mano

o in bilico sul capo

le donne più composte coi residui

della loro famiglia tra le braccia

o sospesi alle spalle.

Donne dolorosissime

con negli occhi i massacri delle guerre

e della fame, donne fortunate

che si sono disfatte di altre donne

schiavizzate, stuprate, lapidate,

con le ferite aperte

di matrimoni imposti e vedovanze,

che intrecciano i capelli delle bambine bianche

col viavai di lunghe dita nere

sotto lo sguardo attento delle madri.

E uomini vaganti

tra lettini e ombrelloni

che, come per un gioco di magia,

estraggono da zaini e da borsoni

l’armamentario delle meraviglie:

borse a soffietto, zufoli, girandole,

lingue di menelik, ranocchi luminosi,

nani spruzzanti bolle di sapone,

rosari, figurine

di Padre Pio e dell’odiato Papa,

immagini di Cristo sorridente

con il cuore squarciato dalla spada,

loro poveri cristi musulmani.

Signore, dammi ascolto,

spalancagli le porte dello Janna

e adagia sopra il seno delle huri

la loro schiena rotta

sotto il peso di inutili negozi,

con una nube dove riposare

i piedi martoriati

dalla cocente sabbia del deserto

lungo la spiaggia di Montesilvano.

 

 

YO TE ENCOMIENDO, SEÑOR, A ESTOS NEGROS

que salen por decenas, por cientos,

por grupos o en fila india,

del pasaje de la estación de trenes,

muy cerca de mi casa,

y en gran borlote caminan al mar,

tapan la calle, desatienden el tránsito,

qué ganas te darían aun de gritarles

y hacerles contrapunto:

¡Sálvese quien pueda, ay mamá, los negros!

Es claro, hay apertura

para sus exigencias

gracias a nuestro pasado de emigrantes,

pero, ¡diablos!, un poco de respeto

para todo el que a esta hora hace la siesta

y hablar en voz alta es incivil.

Míralos cuántos son,

semejantes a bíblicas langostas,

a un rebaño de carneros en Aspromonte,

los hombres con los bultos en la mano

o sobre la cabeza,

mujeres, comedidas, con el resto

de la familia entre los brazos

o colgados en los hombros.

Madonas dolorosísimas

que aún reviven matanzas de la guerra

y del hambre, mujeres con suerte

de dejar atrás a otras mujeres

esclavizadas, estupradas, lapidadas,

con heridas abiertas

de nupcias impuestas y viudeces,

que trenzan los cabellos de las chiquillas blancas,

con el vaivén de largos dedos negros

bajo la vista atenta de las madres.

Y hombres vagabundos,

entre hamacas y sombrillas,

que, como arte de magia,

extraen de mochilas y de bolsas

el instrumental de las maravillas:

bolsas a inflar, cohetería, flautitas,

espantasuegras, ranitas con luces,

enanos que soplan bolas de jabón,

rosarios, figuritas

de Padre Pío y del odiado Papa,

imágenes de Cristo sonriente

con el corazón roto por la lanza,

los pobrecillos cristos musulmanes.

Señor, préstame oídos:

de par ábreles la puerta del Jana,

y pon, en el seno de las huríes

su propia espalda rota

por el peso de inútiles negocios,

con una nube donde reposar

los pies martirizados

por la arena ardiente del desierto,

allí, en la playa de Montesilvano.

 

 

***

 

 

TI RINGRAZIO, SIGNORE,

per tutte le commesse che ho incontrato

all’Iper di Pescara Nord, a Brico,

a Castorama, a Auchan, a Oasi, a Sisa,

alla Conad e agli altri supermarket

dove ci rifugiamo per sfuggire

all’ardore di questi pomeriggi.

Che gioia quelle bianche camicette

morigeratamente sbottonate

sul seno sotto camici attillati

col nome e con il logo dell’azienda.

Che regalo impagabile

le loro esili dita

che scorrono veloci

sopra i codici a barre dei prodotti.

Che mani alabastrine

con unghie di ogni forma e ogni colore,

mani tamburellanti

sui tasti della cassa,

mani di una bellezza folgorante,

che, disattentamente,

incrociano le mie

collocando la spesa nelle buste.

Mani che resteranno

per tutto quest’agosto

fino all’estate prossima

nel disco fisso della mia memoria.

 

 

TE DOY GRACIAS, SEÑOR,

por todas las cajeras que he encontrado

en el Íper de Pescara Norte, en Brico,

en Castorma, en Auchan, en Oasi, en Sisa,

en la Conad y en demás supermercados

donde hallamos refugio para huir

del calor de estas tardes.

Qué deleite aquellas blusas albas

levemente desabotonadas

en los senos, bajo las batas ceñidas

con el nombre y el logo de la empresa.

Qué impagable regalo:

los dedos tan gráciles

que discurren veloces

sobre el código de barras del producto.

Manos alabastrinas

con uñas de todo color y forma,

manos tamborileantes

en teclas de la caja,

manos de una belleza luminosa,

que muy fortuitamente,

entretocan las mías

colocando la compra en una bolsa.

Manos que quedarán

en todo el mes de agosto

hasta el próximo verano

en el disco duro del recuerdo.

 

 

 

 

Datos vitales

Emilio Coco, nacido en San Marco in Lamis (Foggia, 1940), es  hispanista, traductor y editor. Entre sus trabajos más recientes destacan: Antologia della poesia basca (Crocetti, Milán, 1994), tres volúmenes de Teatro spagnolo contemporaneo (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 1998-2004), El fuego y las brasas. Poesía italiana contemporánea (Sial, Madrid, 2001), Los poetas vengan a los niños (Sial, Madrid, 2002), Poeti spagnoli contemporanei (Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2008), Jardines secretos (Sial, Madrid, 2008), Antologia della poesia messicana contemporanea (Sentieri Meridiani, Foggia, 2009), La parola antica (Nove poeti indigeni messicani) (Edizioni dell’Orso, 2010) Como poeta ha publicado: Profanazioni (Levante, Bari, 1990), Le parole di sempre (Amadeus, Cittadella, 1994), La memoria del vuelo (Sial, Madrid, 2002), Fingere la vita (Caramanica editore, Marina di Minturno, 2004), Contra desilusiones y tormentas (Ediciones Fósforo, Ciudad de México, 2007), Il tardo amore (LietoColle, Falloppio, 2008, traducido al español, al gallego y al portugués, Premio Caput Gauri, 2008), Il dono della notte (Passigli, Florencia, 2009, Finalista Premio Pontedilegno Poesia, Premio Alessandro Ricci-Città di Garessio, Premio Città di Adelfia, Premio Metauro, Premio della Giuria “Alda Merini”), El don de la noche y otros poemas (“Temblor de Cielo”, La Otra, Ciudad de México, 2011) y algunas plaquettes.  Dirige las colecciones I Quaderni di Abanico (Levante Editori, Bari) y Uni-versi (Sentieri Meridiani Edizioni, Foggia) y es editor de I Quaderni della Valle. Entre las muchas distinciones y premios que ha recibido sobresalen el Premio de ensayo y traducción Annibal Caro y el Premio Proa a la trayectoria poética.  En 2003 el rey de España Juan Carlos I le otorgó la encomienda con placa de la orden civil de Alfonso X el Sabio. En 2010 ha recibido la condecoración “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo en Venezuela. En 2011 el Colegio de México le concede una medalla de plata por sus trabajo de traductor de autores mexicanos. Ha participado en muchos festivales de poesía en España, Francia, Turquía, Argentina, Venezuela Nicaragua, Colombia y México. Ha sido traducido al español, portugués, gallego, francés, húngaro, lituano, turco y corso.

 

 

 

 

 

También puedes leer