Poesía norteamericana: Jessica Piazza

Presentamos, en versión de José Luis Justes Amador, dos textos de la poeta norteamericana Jessica Piazza. Es, a pesar de lo breve de su obra todavía, una de las voces más interesantes de la poesía usamericana contemporánea. Desde su primer libro, Interrobang (Red Hen Press, 2013), ha demostrado una preocupación constante por el lenguaje y sus posibilidades. Esta tendencia se mantiene, a través de la écfrasis, en su próximo libro This is not a sky (Black Lawrence Press, 2014), al cual pertenecen estos dos poemas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Terraza de café en la noche

sobre un cuadro de Van Gogh

 

 

Los caballeros y las damas, apuestos y atildados. Las lámparas astrales brillan gayamente: el cielo antes ominoso, candelabro y dorado y precioso.

(Es Venecia. O París.

Están achispados. Radiantes).

Las terrazas son cuadros para los que pasan, los de ojos con miradas fijas, los que no tropiezan, los que no se desconciertan con las idas y venidas por el empedrado. Los clientes, deslumbrados en rojas alfombras tejidas, beben café au lait, limoncello y vino.

(¿Y ella? No pasa nada… ella está bien)

A pesar de lo oblicuo del toldo y de la patina dorada no tiene rostro y como ya pasada, la forma de una sombra. Un hombre en la puerta. Un hombre que ella puede que conozca.

(Ve por favor. Ve, por favor)

Y la curva de su abrigo convoca pensamientos de una lámpara que destella cruelmente en los espejos que ella ha humedecido con gasa. Ese bajar, esa pérdida. Esa luz que baja.

(Una noche terrible que da pausa a todas las otras noches)

Pero las estrellas. Las estrellas. Las horas del paseo. El tiempo y el color. Las memorias cortadas por la risa, su lavar, sus olas. Nadie se va, nadie tiene tumbas.

No hay tumbas.

 

 

 

 

 

 

Lluvia, vapor y velocidad – El Gran Ferrocarril del Oeste

sobre un cuadro de Turner

 

El clima es de un amarillo que se arremolina, arriba y abajo. Las ventanas en las que los pasajeros se apoyan –mientras las millas avanzan secuestradas y secas- son más húmedas que el cielo.

Esos pasajeros aspiran niebla en las ventanas.

(Antes de los aviones, la única concepción del vuelo

era observar a los pájaros o los sueños o un adiós arrojado del techo).

La humedad sin enmarcar de Londres una maravilla más allá. Detrás: una tormenta.

Detrás: las historias que se desarrollan pierden la causa; la unión obliga a una promesa; los daños.

Alambre espino en la cercas de las granjas.

Las memorias incesantes que el río escribe de los muertos.

(Pero adelante. Hacia delante.

Todo metal; todo movimiento).

Sus nuevas vidas imaginadas son más reales que la verdad.

El tren se estira: todo silbato, todo lamento. Entre los raíles, una canoa diminuta se tambalea en el oleaje, sus remeros entre la niebla, no se ven bien.

Adiós, oh tarde sin horizonte.

(Un cruce de caminos

es todavía un marcharse).

 

 

 

 

 

 

 

 

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