Prometeo. Poema de Renato Leduc

Presentamos el poema dramático Prometeo (1934) de Renato Leduc (1897-1986). Hijo del narrador romántico y modernista Alberto Leduc, además de periodismo escribió poesía. Fue amigo cercano del grupo surrealista francés y estuvo casado con Leonora Carrington. En palabras de Alejandro Alvarado, “Renato Leduc fue un escritor que enalteció la cultura en la cantina. De su pluma resbalaba cada gota de tinta como si fuera alcohol que mojara sus textos con el lenguaje de la calle, la ironía, el ingenio, la denuncia y la crítica que caracterizan su obra”.

 

 

 

 

 

ACTO I

 

PROMETEO, CRATOS, HEFESTOS

 

CRATOS
(a Prometeo)

Por fin hemos llegado
al siniestro confín de Recabado.
Tú, padrote de de putas miserables,
quedarás enclavado en esta roca,
un chancro fagedénico en tu boca
dejará cicatrices imborrables.

 

(a Hefestos)

Y tú, cojo cabrón, ya palideces
como si fueras a correr su suerte.
Átalo pronto, que si no, mereces
¡oh! ¡pendejo inmortal, que te dé muerte!

 

HEFESTOS
(para sí)

Yo no tengo la culpa de apreciarle,
juntos corrimos memorable juerga.
¡Oh miseria! ¡Oh dolor! Tener que atarle
de pies y manos, de pescuezo y verga.

 

CRATOS

¿Acabarás por fin con la tarea
que Zeus te encomendó…?

 

HEFESTOS

¡Que yo no vea
realizarse mis fúnebres temores…!

 

CRATOS

Déjate de lamentos y clamores
y di ¿qué es lo que temes insensato?
¿acaso quieres que valor te preste?

 

HEFESTOS
(profético)

Que no te llegue el doloroso rato
que estás haciendo padecer a este;
que tu pene inmortal no se convierta
en huachinango con la boca abierta;
que tu miembro viril erecto y seco
no escurra nunca pasta de pebeco.

 

CRATOS

¿Qué palabras fatídicas brotaron
del cerco de tus dientes, desdichado?
Jamás los vaticinios me asustaron
porque el ánimo tengo bien templado.
No cumplida verás tu predicción
yo nunca voy con putas de a tostón.
Además, en las aguas del Pocito
invunerable se volvió mi pito.

 

HEFESTOS

No te jactes, ¡oh Cratos!, del telúrico
miembro viril que te obsequió Natura,
mira que hay chancros de ácido sulfúrico
que polvo vuelven a la piedra dura.

 

CRATOS

No me asustas, no soy de tus pendejos;
abstente de dictar nuevos consejos
y acaba de forjar esas cadenas…

 

HEFESTOS

Bien forjadas están, mayores penas
sufren quien forja que quien solo manda
con duro acento…

 

CRATOS
(a Prometeo)
…Anda
Titánida feroz, lleno de dolo,
¡decláranos la guerra!
Desciende hasta la Tierra
donde viven los hombres cual lombrices
y enséñales placeres que tan solo
reservados están a los felices.
Si a las efímeras piedad te mueve,
enséñalas a hacer sesenta y nueve.

Titánida feroz, lleno de dolo,
aquí te vas a ver jodido y solo,
que las putas de lengua articulada
nada pueden hacer, no pueden nada…
(vanse)

 

 

 

ACTO II

 

PROMETEO, HERMES, CORO DE OCEÁNIDAS

 

PROMETEO
(encadenado se dirige a los elementos)

Éter sulfúrico, bebidas embriagantes,
claros raudales de tequila Sauza;
Vedme sujeto a pruebas torturantes
y sin saber siquiera por qué causa!
¡Oh twenty dollars coin que ruedas mansamente
por el tapete azul del infinito;
vástago de Hiperión, dios igniscente
apaga los ardores de mi pito!
Tú, que brindas tu luz a los mortales
cual cerúlea linterna,
mírame padecer horrendos males…
Como la Hidra de Lerna
llevo en mi sangre gérmenes fatales.

Tierra nutricia, asfalto de la calle,
soñoliento gendarme de la esquina,
impide que la inquina
de Zeus Cronida sobre mí restalle
(escuchando un batir de alas que se aproxima)
Alguien viene. ¿quién es? ¿baja del cielo
un inmortal para tomarme el pelo?

 

CORO DE OCEÁNIDAS

Desdichado titán, hemos venido
veloces desde el fondo del Océano
para tenderte una piadosa mano
en el momento en que te ves jodido.

Relátanos por qué quiso el Cronida
tenerte así, con la cabeza erguida
con los brazos en cruz y ¡oh cruel tirano!
con un falo metido por el ano.

Refiérenos también, uno por uno,
los pormenores de tu cruel suplicio.
¿Por el chiquito te cogiste a Juno?
¿Rompiste sin querer el orificio
ambrosiano y sutil, por donde mea,
a la divina Palas Atenea…?

 

PROMETEO

¡Oh, prole innumerable de Pánfilo Zendejas!
Ya que piadosas escucháis mis quejas,
ya que venís del fondo del Océano
para tenderme una piadosa mano,
os voy a referir por qué delito
quiso el Cronida cercenarme el pito.

Los hombres miserables por el monte
vagaban, persiguiendo a las mujeres,
y su coito tenía los caracteres
que tiene el coito del iguanodonte.

Yo los vi cohabitar en las cavernas
sin un petate en que tender las piernas,
sin otra almohada que la roca dura.
Tan solo conocían una postura
para efectuar el acto del amor…

Transido de dolor
yo enseñé a los mortales industriosos
cuarentas y sesis maneras de joder.

Sabiamente les hice comprender
que en esto de los lances amorosos
se llega al non plus ultra del placer
dando cierta postura a la mujer.

Por mí supieron que el sesenta y nueve
obedece a las leyes del Clynamen
porque yo lo enseñé, ahora mueve
cualquier mujer el blando caderamen.

Mi enseñanza cundió por el Urano
y jodieron hermano con hermana
y los dioses sintieron en el ano
“una sensual hiperestesia humana”.
Tal es, dulces deidades, mi delito;
tal es el crimen de que se me acusa;
por él se quiere convertirme el pito
en una inútil cafetera rusa.

 

OCEÁNIDA

Desdichado Titán, te he de decir
que por falta de pene no habrás mengua.
Confórmate que allá en le porvenir
lo que habrás menester será la lengua.

 

PROMETEO

Si me hubiera tejido la puñeta
no sintiera el dolor de que taladre
mi canal uretral la espiroqueta…
(a Hermes que llega)
Mensajero fatal ¡Chinga a tu madre!

 

HERMES
(cantando)

Tal parece que estás arrepentido…

 

PROMETEO

¡Oh Zeus, tirano fermentido,
sé que voy a sufrir y me conformo…!

 

LAS OCEÁNIDAS
(retirándose)

¡Qué olor tan espantoso a yodoformo…

 

PROMETEO
(bajo el bisturí de Hermes)

 

¡Ay…!

OCEÁNIDAS
(en la lejanía)

¡Que caray…! ¡Que caray…!

 

 

 

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