La editorial Simiente y la Universidad Autónoma de Querétaro han publicado el poemario El espejo adecuado de Jorge Contreras. Presentamos aquí los comentarios que Mario Bojórquez, Raquel Lanseros, Jair Cortés y Gabriel Chávez Casazola han hecho sobre este libro, que se presentará el la Feria de Minería el próximo 2 de marzo a las 12:00 horas con los comentarios de Mario Bojórquez y Sergio David Lara.
DONDE EL TIEMPO SE REFLEJA Y LA SOLEDAD HABITA
El espejo adecuado, de Jorge Contreras.
Jair Cortés
Jorge Contreras es uno de los poetas jóvenes más activos en el terreno de la poesía mexicana actual. Su labor no sólo se circunscribe a la escritura de la poesía sino a su difusión desde todos los medios posibles, acercando la poesía a públicos diversos y variados, convirtiéndose así en un poeta que vive para la poesía y comparte esta experiencia con sus lectores de manera directa. El espejo adecuado es un libro en el que lo cotidiano se revela a cada instante como una posibilidad para sublimar la vida, la palabra es un puente que traslada al lector del mundo exterior al otro mundo: el íntimo, el silencioso, el rincón olvidado de nosotros mismos. “No quiero que en mi mirada/ esté la mirada de quien ha perdido el alma”, nos dice Contreras, al acercarse a ese espejo que revela la imagen verdadera del ser que emerge por medio de la palabra poética. La poesía de Jorge Contreras busca, por medio de un tono confesional, emocionarnos y que nuestros sentidos se despierten para rememorar aquella imagen del amor y de los seres que lo habitan, como en el poema “Me busco entonces”:
Parece, me niego a escribir.
Hay demonios dentro de mí burlándose de mis buenas intenciones.
Vigilo mis emociones y no estoy en ellas.
Me busco entonces,
sólo encuentro mi cuerpo y viejos poemas.
Y en esos “viejos poemas” está el cuerpo que es templo y laberinto del ser, en donde los poemas habitan la experiencia del poeta y se acumulan como recuerdos en la memoria. Una parte fundamental de la poesía de Jorge Contreras es el silencio: lo que decimos, muchas veces disfraza lo que escondemos, el silencio es, como en los siguientes fragmentos, un ejercicio inverso del decir, un callar a solas o en medio de la multitud, un hacer hablar al otro y que ese otro se escuche:
Te invoco
grabando estas letras en tu frente
en el corazón de la noche tienes que leerme.
Óyeme.
Yo soy tú.
Y del silencio pasamos al amor como una tentativa, un dudar y un insistir en el otro, el que tal vez es uno mismo, pero dividido (como en el mito platónico) en donde los seres buscan su complemento. Así, dice Contreras en otro poema:
Ovillé mi lengua en tu boca
mi sexo en tu sexo
aun así
no logré zurcirte el alma.
La ciudad y la noche también son temas recurrentes en este conjunto de poemas que, como en un caleidoscopio, multiplican y construyen una realidad diferente, llena de una enunciación nostálgica y nutrida por el deseo de transcender el olvido: la familia y sus espacios, las habitaciones en donde el amor y la vida se resuelven.
Estoy convencido que uno de los temas centrales de la poesía de Jorge Contreras es la soledad, el aislamiento, el ser a solas, en la noche, en la ciudad llena de solitarios, en la orfandad del amor o amurallado por el silencio pero nunca por el olvido, porque la poesía, al final, es la prueba de que el hombre amó: “La mujer como la poesía, exige todo de ti./ Tú eliges, tu estremecido corazón elige./ Al final, mujer o poesía te abandonan./ Una podrá llevarse todo,/ la otra, ha de dejarte todo.” Esta soledad a la que alude la poesía de Jorge Contreras está cifrada por el tiempo, por el transcurrir de ese río que no se detiene nunca. En esa conclusión se resuelve la vida: el tiempo que transcurre y sobre el que vamos fluyendo. Por eso insisto, el poema, la Poesía, mira al tiempo y se refleja en ese espejo adecuado que no conoce reglas ni instrucciones y que, por eso mismo, es el camino ideal para que nuestras palabras no se pierdan nunca y sepamos siempre reconocernos en la poesía de Jorge Contreras.
LA VIDA ES OTRA COSA, ALGO QUE SE TE ATORA EN LA GARGANTA
Raquel Lanseros
Si hay algo que le sobra a El espejo adecuado, este último libro de Jorge Contreras, es vida. Vida auténtica que rezuma a través de sus versos y desemboca en el lector con esa fuerza que sólo posee la verdad. Jorge escribe sus versos con el corazón temblándole en la pluma, sin miedo a la inmensa fuerza de sus propias palabras, que renacen desde el papel y transmiten al lector toda la desesperanza de ese tiempo yermo que llega después de perder un gran amor. Los recuerdos hostigan al poeta con la fiereza de un monstruo, vaciando aún más de sentido la insoportable monotonía de la ausencia. Ya dijo el gran William Shakespeare que “las heridas que no se ven son las más profundas”. Contreras desgrana en estos poemas la sabiduría de quien es consciente de la inutilidad de luchar contra el desamor. Vencido por clarividencia, reconoce al tiempo como único y lento aliado, y va dejándose mecer como un junco por el vendaval de su inevitable tristeza. “Triste quien no ha perdido / por amor una casa”, dice el poeta Joan Margarit. Jorge ha perdido una casa, un sueño y una vida. Como los buenos poetas, posee un dolor lúcido, que le empuja a concluir: “sin el espejo adecuado / la soledad nos aniquila”, en el verso que otorga título al poemario. La necesidad del otro, la identidad propia sólo concebida a través del reflejo, es una de las viejas certidumbres de la filosofía. El espejo adecuado contiene poesía genuina, no apta para pusilánimes ni paniaguados, poesía que fluye como un río y desborda los cauces e inunda las praderas. Poesía incontrolable como lo es el destino. En palabras del propio Contreras refiriéndose al asesinato de Federico García Lorca: “un verso de sangre escribiéndose en la carne”. Bienvenidos a un libro cuya lectura, les aseguro, no va a dejar indiferente a nadie.
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Gabriel Chávez Casazola
Quienquiera que penetre en estas páginas podría sentirse tentado a recorrerlas del mismo modo, / que se habita una casa de fantasmas. El espectro de una mujer lo atraviesa de parte a parte, sí, y otras apariciones cotidianas de eso que llamamos, genéricamente, un fracaso (o, peor aún, el fracaso).
Si eso fuera todo, poco habría que decir acerca de estos poemas. Sin embargo, una lectura atenta guarda para nosotros pequeñas y valiosas revelaciones de ese estado del alma: que no hay cosa más atroz que la desdicha de perder / la voluntad y no rendirse / al mismo tiempo; que la inocencia suele tener fauces de monstruo; que en verdad no sabemos aquello que perseguimos ni aquello de lo que huimos, y que eso es divertido; o que el mañana ya no se parecerá a nosotros. Y también, soslayada verdad de Perogrullo, se nos recuerda que una cosa es la literatura y otra la vida, ese algo que se te atora en la garganta, la cuchara inservible de la sopa, el estómago con hambre y el amor con hambre.
‘El hombre usa sus antiguos desastres como un espejo’, escribe Roque Dalton. Jorge Contreras –lodo de instante, (…) nube de fuego, una idea flotando por el universo– lo ha entrevisto y ha colgado en las paredes de esta casa el espejo adecuado para mirarse y que nos miremos, de frente o de soslayo. Después de todo, allí en el fondo del azogue nos encontramos, como en la luz primera, solos con nosotros mismos, sin la ropa interior de las excusas ni el sombrero de los argumentos. Tal como cuando nos abandonan o cuando el reloj del ultimátum se aproxima a cero.
La única posibilidad de detener el conteo, o de reírse de él y de nuestros vanos reflejos, parece proponernos el autor, es abrir nuestros ojos nunca cerrados y observar sin sentidos / el verdadero sentido. Es decir, la poesía.
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Mario Bojórquez
El hombre regresa a casa, el hombre siempre regresa a casa; y no es solamente un mecánico volver sobre los pasos hasta tocar la puerta de nuestro cobijo, se trata de un regresar a casa aún sin haber salido de ella; y aún más, un retorno a la casa deshecha, demolida entre las ruinas de la memoria. Un regreso, entonces, que es más bien una voluntad de seguir hasta rozar los pliegues de lo conocido, un reconocerse en ese andar de vuelta sin haber venido de parte alguna. Jorge Contreras nos muestra en El espejo adecuado diversas formas de ese regreso: el cuerpo de la amada, el paisaje de la infancia, el tedio de la soledad viril. Nada es más urgente para Odiseo, y para cualquier hombre, que volver a casa.