En medio de la nada, nuevo libro de Glafira Rocha en Argentina

Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2015: El suri porfiado, en coedición con Círculo de Poesía, ha publicado en Argentina En medio de la nada, de la narradora, dramaturga y guionista Glafira Rocha (Culiacán, 1974). Licenciada en Letras Hispánicas y Maestra en Filosofía,  ha publicado Relato a mí, Tales cuentos, Más allá del Sol, entre otros. Su trabajo ha recibido menciones honoríficas en el IX Premio Nacional de Cuento Carmen Báez y en el Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo. Además, obtuvo las becas de la Fundación para las Letras Mexicanas; del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y; del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, así como el apoyo del Instituto Nacional de Cinematografía en su Programa de Estímulo a Creadores.

 

 

 

 

 

 

 

 

En medio de la nada

 

Un minuto, otro. Un segundo, otro. Un ahora, otra hora y después no se sabe el momento, ni siquiera se en­tiende a dónde se fue el tiempo. Sólo queda ese resquicio en el que se vislumbra el segundero alejado del orden, la manecilla perdida en la cuenta y un reloj extraviado.

La tierra ha dejado de girar, los hombres ya no van hacia alguna parte, las mujeres se han quedado con la sonrisa congelada y los niños observan permanentemente un globo que se fue hasta el infinito. El momento, que así llamo porque no sé decirlo de otra forma, mi momento, es otro, es la pregunta sin respuesta, es un no saber, un no entender: todo era perfecto, los deseos se habían cumplido y el camino era largo.

Estoy en ese espacio donde no hay tal; varado en la estación del sin sentido, en el ayer, en el ahora que no me dice que habrá mañana. Me he descubierto ahí, atrapado. Quiero salir, voy a avanzar hacia el futuro (el futuro, un tiempo que sirve para denotar una acción, un proceso o un estado de cosas posteriores al momento en que se habla) amaré, volaré, seré, algún día seré.

En medio de esta nada de todo, puedo dejar de pensar en el tiempo, pero, se me hará tarde para llegar al trabajo, para ir a la oficina, para decirle a la secretaria que saldré de vacaciones por dos semanas. No más llamadas. He decidido que los días de descanso los pasaré fuera de mí, no pensaré más, no cruzará una idea por mi cabeza, ni querré llevarla a cabo, tampoco crearé mundos ima­ginarios donde estoy situado en el paraíso que me he desarrollado, ya no más, todo eso se fue al espacio que se sitúa entre un segundo y otro, nunca más, unos días, unas horas, otras, un segundo, otro, y me alejaré para siempre de mí. Por fin voy a descansar de la corbata, del pantalón de lino. Que todos me vean, sí, me tomaré un respiro donde no se me llame por el apellido, ni tenga que firmar con saliva las cartas sin remitente.

Un camino se observa, en el camino mi auto, un crucero, elegir la vía correcta, la que me llevará lejos de aquí, lejos de mí, donde no pueda ver, ni descubrir que deseo alejarme. Las flores secas, marchitas, están a la orilla, sólo para que yo en ese momento, en el que las llantas de mi auto las rozan con el aire purulento, pueda decir que sus pétalos deshidratados adornan el paisaje, pero, ¿cuál paisaje? El que me han fabricado: las casas, un ser humano, una historia que nos llevará a otra y otra hasta encontrarnos con la de un hombre que viaja hacia sus vacaciones. Una cima, el auto a marcha forzada, el motor, el aceite corre por los ductos, el agua se evapora, el radiador con poco líquido explota, el humo, qué importa, nada importa, sólo el camino, sólo lo que será, lo que disfrutaré, las vacaciones, las mujeres que conoceré, aquella de la que podré enamorarme, los hijos que tendremos, los viajes, los nietos, el radiador, tengo que llegar, ya quiero estar ahí, es de noche, es tarde, el radiador, pero qué importa siempre es tarde para em­pezar. Por fin un tiempo compartido que no comparto, el gran letrero “Bienvenido” y mis ojos se pierden en el espectacular: la mujer de bella sonrisa, el radiador, niños jugando con un globo, hombres caminando por las aceras, el auto deportivo que siempre quise tener, sus faros en mi rostro, veo las ruedas, el radiador, ya no hay tiempo, se ha esfumado, se ha volcado, ha dado vueltas, los segundos están paralizados, el espacio entre un tiempo y otro tiempo infinito que se perdió con el freno, con el radiador, con el clutch, con el parabrisas, por fin cumplir el futuro, volaré, volaré y ahí me quedo estático, sin memoria, sin pensamiento. Tic, tac, tic, tac, tic, tac, ese tic tac que sigue corriendo para ti.

 

 

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