Presentamos tres breves comentarios críticos al libro Han venido unos amigos del poeta catalán Antoni Marí, editado recientemente por Valparaiso México y Círculo de Poesía. Los comentarios son de la autoría de Elisa Jara, Horte Meneses y Huitzi Catalán, miembros del taller de poesía que el poeta Mijail Lamas impartió durante el mes de junio en la Ciudad de México.
Han venido unos amigos: Paisajes del olvido y la memoria
por Elisa Jara
La poesía, al igual que la naturaleza, no admite artificios ni busca distinciones. Pero a diferencia de la segunda, que suele alcanzar la perfección sin necesidad de ser intervenida por el hombre, la presencia tangible de la poesía sólo es posible gracias a la mediación humana: la del poeta, ese sujeto dispuesto a prestarle su voz y sensibilidad para llevarla al corazón y al pensamiento de los demás.
En Han venido unos amigos, (Ediciones Valparaíso México, 2014; traducido del catalán por Mario Bojórquez) el poeta español Antoni Marí presenta la voz narrativa de su historia a través de un hombre de edad avanzada, retirado y enfermo, habitante de una casa vacía de presencias pero llena de recuerdos. Haciendo uso de un lenguaje sencillo y conversacional, crea una atmósfera íntima, de evocación y nostalgia. En gran parte de los poemas, su tono melancólico y apacible, siempre reflexivo, permite al lector respirar pausada y lentamente, como desde ese lecho de convalecencia.
A partir de esa mirada accedemos a sus añoranzas mediante imágenes claras y emotivas: el hogar, alguna vez lleno de risas infantiles y voces de los adultos que un día la habitaron, y que dejó de serlo para convertirse en la casa que ahora es su refugio y el sitio destinado para su aislamiento, lugar en el que recibe las visitas de sus amigos, las cuales asimila como parte de ese aprendizaje que nunca termina: reconoce con sabiduría que el exterior ya no es lo que él ve, sino las representaciones que otros han hecho del mundo. Lejos de caer en un simple tono de queja o resignación, acepta que esas representaciones son nuevas maneras de conocer y de ensanchar la extensión de los paisajes y el orden del conocimiento. Partiendo de esas reflexiones, Marí presta su voz para que el lector se identifique con algunas realidades universales como son el tiempo, la memoria y el olvido. De la memoria, dice, “Me lleva muy lejos”. Al olvido lo concibe como una esperanza. De ambas afirmaciones se deduce que tanto recordar como olvidar son parte de vivir.
Y es precisamente la memoria la que nos lleva al interior del sujeto lírico en un poema en el que recuerda a sus padres: esa cama sobre la que ahora reposa, cansado y enfermo, fue alguna vez objeto de sus fantasías. Volver a ese cuerpo de niño en medio de los cuerpos de los padres, cuando invadir esa cama era un sueño recurrente que no siempre se podía cumplir, es uno de los episodios nostálgicos al que sólo puede acceder a través de ella. El poeta narra esta visión en tiempo presente, seguramente con la intención de mostrar cómo la memoria recrea y reproduce, fija y conserva ese presente. En otro de los poemas, la memoria olfativa le devuelve a aquélla amada a quien creyó haber perdido para siempre y logra recuperar durante un paseo por el huerto. Es así como comprobamos que es la memoria quien nos devuelve lo que de otra manera no regresaría, como en una especie de terapia del recuerdo.
Otro de los grandes temas, la soledad, da pie al autor para la construcción no solamente de un yo poético en primera persona: sino para la inclusión de un yo presentado en el texto como “un amigo poeta”, y que indudablemente es otra voz del sujeto lírico: la voz del quien habla consigo mismo, la del personaje más importante de los amigos que lo visitan, ya que es la que otorga amplia libertad al poeta para hablar de la poesía como forma de autoconocimiento, como una nueva manera de nombrar las cosas, como eje de transformación, como unidad e identidad entre todo cuanto existe. Esta voz también le permite reflexionar acerca de la impotencia de luchar contra las palabras y afirma que es el lenguaje y no el poeta quien se expresa, cuando se cree que es el poeta quien escribe. Hablar de poesía dentro de un poema puede ser arriesgado, pero Antoni Marí lo hace con inteligencia y conocimiento de oficio, al introducir esta otra construcción de un yo a su relato lírico.
Ya sea en su lecho de convalecencia o en la silla de ruedas que lo lleva de paseo por el huerto, se nos invita a mirar, no solamente las bellas imágenes descriptivas de los paisajes que lo rodean: las tardes lluviosas y su calma postrera iluminada por la salida del sol húmedo entre las nubes, el mar y la vegetación; sino también la forma en la que vida y muerte se entrecruzan como las enredaderas del jardín: lo que florece y lo que se marchita, incluyendo la propia vida del poeta. En un cálido llamado a observar hacia nuestro interior, la lectura de estos poemas nos lleva a encontrar la paz que produce la contemplación de la naturaleza, y a la vez a enfrentarnos a la incontrolable inquietud propia del pensamiento.
Han venido unos amigos: una obra que pesar de estar dividida en quince poemas, muestra una inconfundible unidad entre uno y otro. A esta unidad agrega el autor una forma de concluirlo que resulta muy acertada: como un poema circular, con el mismo verso con el que empieza: “Han venido unos amigos, esta mañana, a visitarme.” El autor nos lleva de regreso al inicio y sabemos que volveremos a el cada vez que terminemos de leerlo. Este recurso cíclico le añade mayor riqueza a los demás elementos de poemario.
Es así, a través de este viaje de remembranzas como Antoni Marí nos abre las puertas de esta casa y nos invita a entrar a escuchar y a conversar, a visitarlo una y otra vez como amigos también de este yo poético maravillosamente creado para vernos en él y disfrutar algunas de las cosas más sencillas de la vida, que son a la vez, las más profundas.
Han Venido unos amigos: memoria y reconciliación
por María Hortensia Meneses Lena
Es un libro dividido en quince partes, en las que se narra una historia en verso libre, donde se percibe el tono ineludible para escribir sobre la inhabilidad, esa inhabilidad involuntaria de continuar en un mundo donde ya no se tiene cabida por el hecho de estar convaleciente.
Desde ese estado doliente Antoni Marí, a través de versos fluidos y largos, nos acerca a ese mundo, nos abre las puertas a su recorrido por la memoria, a su imaginación, y a sus “fantasías”.
Conforme avanzamos en la lectura, se mantiene un diálogo constante entre escritor y lector, más son el verso y la palabra “cobrando fuerzas”, quienes nos llevan por ese recorrido del cuerpo sin deseos pero que en palabras del mismo sujeto poético, es un cuerpo muy ocupado en la asimilación de los cambios que le acontecen; mientras la mente es un remolino, y el personaje (desde un estado contemplativo) prefiere hacerse a un lado, pues teme alterar con su presencia “las piezas del juego secreto de las cosas”.
A lo largo de todo el poema del libro, en una reflexión continua y en una reconciliación consigo mismo, el poeta conversa con todos sus muertos a los que su imaginación revive en ese instante, otorgándoles así el carácter de eternos.
En otra parte del poema y volviendo a la contemplación, se nos muestra a la poesía como el lugar habitable y a la vez, a la poesía como única compañía. Es ahí donde la reconciliación de sí mismo se hace notoria, y el sujeto poético se vale de otro tono para afirmarnos:
“La poesía rompe las obligaciones, los deberes,
Lo que el tiempo amontono sobre las espaldas de todos;
Te libera de los compromisos, de las citas, los acuerdos;
Y te olvidas de la vida como la vida se olvidó de ti…”
Cautivado por Marí, he venido
por Huitzi Catalán
Antoni Marí me ha embelesado. Este poeta catalán, que también es ensayista y narrador, consigue en su libro Han venido unos amigos eso que Gurrola llamaba el epifenómeno: el momento en que el espectador no está viendo una obra de teatro sino que la está viviendo y se imbuye en la sustancia de la dramaturgia, al mismo tiempo en que los actores dejan de actuar y todo sucede en un espacio extraordinario. Marí logra lo mismo: que el lector se imbuya en el poeta, que tampoco es quien escribe sino lo que ha escrito; el lector se vuelve el poema.
Es interesante (y al mismo tiempo de ahí viene su carácter moderno) que no usa grandes figuras, ni versos de estratosférica altitud lírica. A nivel de banqueta, dejando la parsimonia y las figuras retóricas complejas; hablando con un tono directo, franco y cotidiano, nos lleva a una profundidad enorme. Casi sin darnos cuenta, nos traslada como en una plática de buenos amigos (quizá los lectores somos esos amigos que “Han venido”) a explorar un tema trascendental: la relación entre la vida y la muerte. De paso, nos da una lección de Ars poética que más adelante rescato.
Se lo puede leer como un solo poema largo en 15 fragmentos porque tiene unidad de tono y forma, progresión poética y redondez; pero también se puede leer cada uno de los quince fragmentos por separado y es un poema en sí mismo. Como sea, en el poemario la progresión va en dos vías: por una parte habla de las condiciones de su enfermedad empeorando, pero por otro lado los versos se van haciendo claridosos y leves (la levedad a la que se refería Calvino en las Seis propuestas para el próximo milenio: “la búsqueda de la levedad como reacción al peso de vivir”) como en un proceso de entender la vida y muerte, y de estar tranquilo en sus circunstancias.
La traducción de Mario Bojórquez es esplendida, pues en ella está ausente esa aureola de artificialidad de las malas traducciones y, en cambio, permite entrar en la materia poética por portales amplios y bien aireados. En la traducción, Bojórquez usa verso libre, aunque suele recurrir bastante a verso de catorce sílabas. En realidad la medida de los versos responde a un propósito que tiene que ver con la expresión de ideas completas y de un ritmo conversacional. Es un poema redondo en todos los sentidos (debería decirse esférico).
La forma (lírica, coloquial, conversacional, etc.), el fondo (la vida y muerte y el papel de la poesía) y la intención del autor son una sola entidad sólida; su exploración poética es la forma y es el fondo. Marí ha logrado involucrarnos de una manera confortable en la que nos hallaremos gozosamente envueltos.
Datos vitales
Elisa Jara (Ciudad de México, 1975). Es Licenciada en Idiomas y también cuenta con un Diplomado en Formación Literaria por la Escuela de Escritores José Gorostiza, en la cual participó en diversos talleres, lecturas de poesía y programas de radio. En esta Institución se desempeñó como promotora cultural y coordinadora del Círculo de Lectura “Rosario Castellanos”.
María Hortensia Meneses Lena (México, D.F. 1969). Ha sido catedrático a nivel medio superior en el Estado de Chiapas. Actualmente trabaja y radica en la Ciudad de México. Ha asistido a diferentes talleres de escritura.
Huitzi Catalán (Distrito Federal, 1986) es poeta, ensayista, narrador, guionista y dramaturgo, egresado de la Escuela de Escritores de SOGEM. También es economista renegado por la Fac. de Economía de la UNAM, docente, y aficionado al vino.