Presentamos una breve semblanza, traducción de poemas, notas críticas y fotos de la poeta australiana, Bronwyn Lea, invitada al Encuentro Internacional de Poesía CDMX 2015, a celebrarse del 26 al 29 de noviembre de 2015 en la ciudad de México.
#poesíaCDMX
Bronwyn Lea nació en Tasmania, Australia. Es escritora laureada, crítica y académica. Ha publicado los libros Flight Animals, The Other Way Out, y The Deep North. Sus poemas han sido antologados en compilaciones como Australian Poetry Since 1788, Thirty Australian Poets, Sixty Classic Australian Poems, y The Penguin Anthology of Australian Poetry. Fue la editora de poesía de la Universidad de Queensland de 2003-2009, fundó la serie The Best Australian Poetry, y fue la editora inaugural del Australian Poetry Journal.
Ocupamos ahora un espacio infiltrado por los medios globales hasta un punto en que nuestro pensamiento privado es incluso asediado como uno de los últimos rincones del espacio personal. La gente necesita poesía para resistir tal asedio. La poesía, como diría el poeta ruso AndreiVoznesensky, sirve para evitar que nos convirtamos en robots […] La gran labor de la poesía, creo yo, es generar una privacidad necesaria en que pueda florecer el pensamiento.
-Bronwyn Lea
«Su poesía es marcada por un nivel consistente de excelencia técnica y una variedad impresionante de tono y forma»
-Geoff Page, The Canberra Times
«Cada poema es una pequeña caja de anhelo: hacia la valentía, hacia la calma, hacia el amor, hacia la trascendencia. Asimismo, sus poemas son apelaciones a que el ser abandone el deseo en sus formas aprehensivas, a que éste sea transformado en raíz y devenga, de nuevo, en árbol»
-Lyn McCredden, The Australian Book Review
«Fieles a la poesía lírica, los poemas de Lea son musicales en cuanto a composición e íntimos en cuanto a temática […] trasciende la poesía confesional»
-Maria Takolander, The Australian
Navidad
Cuzco, Perú
Ni las campanas de San Blas pueden despertarlo.
Ni el aroma a pólvora que se levanta
por las calles al llover. Ni el grito
de Camilla cuando amanece: Feliz Navidad! Ni
mis pechos cuando se aprietan
en su espalda. Está dormido, bien dormido,
y yo practico el desapego. Su cuello
escarlata, quemado por la siesta de ayer
en la Plaza de Armas, y ya su piel
empieza a caer, a rodar entre los pliegues
como páginas de viejos libros. Debajo,
es todo nuevo. Tomo un pedazo de su piel
y tranquilamente la separo del cuello. Se despega
parabólicamente- como una vela pequeña-
y, abrupta, se arranca desde arriba.
Levanto hacia la luz mi reliquia: toda clara
como celofán, secándose hasta hacerse
blanca. Deseo a mi caballista, pero él
no es su piel: eso sólo es su envoltura. Él
debe estar debajo. Debo pelar más
rápido. Quiero descubrirlo. Él
es mi regalo de navidad: una caja
que quiero abrir, zangolotear, escuchar
lo que hay adentro. Yo
le doy la vuelta y empiezo a pelar sus ojos.
Christmas Day
Cuzco, Peru
Even the bells of San Blas cannot wake him.
Nor the smell of gunpowder that lifts
from the streets with the rain. Nor Camilla’s crying
at dawn, Feliz Navidad! Nor my breasts
as they press into his back. He is sound asleep,
and I am practicing detachment. His neck
is scarlet, sunburnt from yesterday’s siesta
in the Plaza de Armas, and already his skin
is starting to shed, to roll at the edges
like the pages of an old book. Underneath,
he is brand new. I take a piece of skin
and carefully peel it down his neck. It detaches
in the shape of a parabola—billows
like a little sail—and tears abruptly at the tip.
I hold up my relic to the light: it is clear
like cellophane and dries to a cloudy white. I
am wanting my caballista, but he is not in his skin:
it is only his wrapping! He must be underneath. I
peel faster. I want to uncover him. He
is my Christmas present. I want to open
him. I shake him. I want to hear what’s inside. I
roll him over and peel back his eyes.
Vino tinto barato
Bebo vino tinto barato casi todas las noches.
Lo bebo sola.
Lo bebo desde un vaso Baccarat de cristal, del cual
sólo poseo uno, y por eso debo beberlo
sola. La sabiduría popular
me dice que no debería beber
sola. Especialmente
si se trata de barato vino tinto.
El aroma asfixiante es tanto que un sentimiento
de angustia se vuelve rápido
desasosiego. Por eso
algunas veces imagino un compañero de bebida:
para aguantar el desasosiego.
Anoche, por ejemplo,
bebí con Baudelaire. Él bebía
de la botella, debido
a que sólo tengo un vaso de cristal Baccarat.
Charles (me pidió familiaridad) me dio las gracias
por invitarlo. Hace mucho que no sale
como solía, me dijo. Me disculpé con él
por no pensar antes en su compañía, y pregunté
por Jeanne Duval: hace mucho no la había visto,
me dijo, y suspiró. Dans l’amour il ya toujours un
qui soufre pendant que l’autre s’ennui. En el amor
hay uno siempre que sufre mientras otro
se aburre. Asentí y levanté mi vaso. Charles
me leyó de sus Fleurs du Mal, mientras
la brisa nocturna soplaba por mi ventana abierta,
y le confesé mi miedo a las flores,
cómo el olor de las flores me puede llenar de temor
inasible. Él, gravemente, movió
su cabeza. Tal sentimiento, me dijo,
le había inspirado a escribir estas líneas:
los arreglos de flores enterradas en vidrio exhalan su último suspiro;
y también, prefiero los frutos otoñales a los banales floreceres
de la Primavera. Tembló un poco,
se acabó la botella.
En la noche profunda Charles me leyó
y mientras dormía entre sus brazos me crecía la idea
de que comunicarse con los muertos no era, del todo,
una actividad mística. Puede no necesitar
más que un vaso o dos de vino barato tinto
y la disposición, profunda, de escuchar
los significados corporales
que tienen las palabras fantasmas.
Cheap Red Wine
After Galway Kinnell’s ‘Oatmeal’
Most nights I drink cheap red wine.
I drink it alone.
I drink from a Baccarat crystal wine glass
of which I have only one and that is why I must drink alone.
Popular wisdom tells me it is not good
to drink alone.
Especially cheap red wine.
The dank and cloying aroma is such that a feeling of sorrow
can too easily twist into despair.
That is why I sometimes think up an imaginary companion
to drink with. To ward off the despair.
Last night, for instance, I drank with Charles Baudelaire.
He drank from the bottle
owing to the single Baccarat wine glass.
Charles (he begged me to be familiar) said he was grateful
for the invitation.
He hadn’t been getting out as much as he used to.
I apologised for not thinking
to invite him sooner and asked after Jeanne Duval,
if he had seen much of her lately.
He sighed. Dans l’amour il y a toujours un qui soufre
pendant que l’autre s’ennui. In love,
there is always one who suffers while the other gets bored.
I nodded and refilled my glass.
Charles read to me from Fleurs du Mal,
as the evening breeze blew through the open window,
and I confessed to him my anthophobia,
how sometimes the scent of flowers can fill me with unshakable dread.
He nodded gravely.
Such a feeling, he said, inspired him to write
the lines: arrangements of flowers encoffined in glass exhale their ultimate breath;
and, I prefer the autumnal fruits over the banal blooms of Spring.
He shuddered and finished off the bottle.
Deep into the night Charles read to me,
and as I fell asleep in his arms I had the idea
that communing with the dead needn’t be a mystical activity.
It may require no more than a glass
or two of cheap red wine
and listening, intently, to the bodily meanings
of ghostly words.
Traducciones de Sergio Eduardo Cruz