La poeta ecuatoriana radicada en México, Valeria Guzmán (Krasnodar, Rusia, 1988) nos presenta algunas versiones de la escritora belga Liliane Wouters (1930). Ha merecido, entre otros, el Premio Monteigne, por el conjunto de su obra (Hamburgo, 1995), Beca Goncourt de poesía (París 2000), Premio Quinquenal de la Comunidad francesa (Bruselas, 2000), Premio Alain Bosquet (2010).
Una vez, una sola vez,
El agua entre mis palmas,
La sombra de la higuera sobre mi casa
Una vez, una sola vez,
El agua en mi lengua, el resplandor del sol
Entre mis dedos.
He vivido, pase lo que pase,
Este momento de aire y de luz,
Esta plenitud de sed.
Une fois, une seule fois,
L’eau dans mes paumes,
L’ombre du figuier sur ma maison
Une fois, une seule fois,
L’eau sur ma langue, l’éclat du soleil
Entre mes doigts.
J’aurai vécu, quoi qu’il advienne,
Ce moment d’air et de lumière,
Cette plénitude de soif.
Entre nacer y morir, hay un tiempo para vivir.
Algunas horas, algunas estaciones. ¿Cuánto
Pueden pesar nuestros días?
La luz y la escarcha
Brillan para todos, y a todos muerde el frío.
Lo mismo que esos insectos llamados efímeros.
¿Qué sucede con aquel que no hace nada, con las grandes obras
de aquel otro, con los rebaños de ganado, con Homero?
La mar está sola a decir de su marea baja.
Entre naître et mourir, un temps pour vivre.
Quelques heures, quelques saisons. De quel
Poids pèseront nos jours ?
Lumière et givre
Brillent pour tous, et sur tous mord le gel.
Ainsi de ces insectes nommées éphémères.
Quid de celui qui ne fait rien, des grands travaux
De l’autre, des troupeaux de bovidés, d’Homère ?
La mer est seule à donner le niveau.
Yo era más pobre que la noche,
más taciturno que un monarca en la ventana,
más solitario que un monje estilita.
Yo no tenía más que el polvo de mi vida
en los huecos de las manos.
Tú has venido, las piedras han gritado,
las ruinas han erguido la cabeza,
las brasas en mi sangre han renacido,
la vida ha retornado a su curso,
la sombra ha dado a luz.
Todos los caminos conducen a ti.
J’étais plus pauvre que la nuit,
plus taciturne qu’un monarque à la fenêtre,
plus solitaire qu’un stylite.
Je n’avais plus au creux des mains
que la poussière de ma vie.
Tu es venue, les pierres ont crié,
les ruines ont levé la tête,
la braise dans mon sang s’est rallumée,
la vie a repris cours,
l’ombre a donné naissance.
Tous les chemins conduisent jusqu’à toi.