Valparaíso Ediciones ha publicado recientemente la antología de poetas de Ecuador: Modelo 1972: 12 poetas ecuatorianos. Presentamos el prólogo de Federico Díaz-Granados para esta reunión de poetas, seguido por una selección poética de los doce autores antologados.
MODELO 72:
UNA GENERACIÓN DE ASOMBROS Y DESENCANTOS
El poeta francés Henry Michaux nos recordó que “Aquel que no ama las nubes / que no vaya al Ecuador”. Y algo de verdad entrañan esos dos versos que nos convocan desde la poesía a asomarnos a ese país de nubes y montañas, de mares y selvas que configuran una maravillosa geografía en la mitad del mundo, allí donde el planeta se parte por una línea imaginaria donde todo suele ser más leve.
Y es curioso que siendo el Ecuador la mitad del mundo todavía desconozcamos, inclusive en países tan cercanos y fronterizos, tanto de su historia, de su arte y de su literatura. En mi caso, por ser un curioso ratón de biblioteca, Ecuador resultaba algo tan cercano que hacía parte de mi vecindario y de mi primera cartografía de afectos. Y es que sus nombres me resultaban tan familiares que Chimborazo, Pichincha, Riobamba, Galápagos y Cotopaxi, entre otros, podrían configurar lugares de mi mapa nacional o, a la manera de Alberto Manguel, en toda una guía de lugares imaginarios o literarios. Pero existían y estaban cerca y algunos libros de la biblioteca de la casa o del colegio traían noticias de su luz. De igual forma los libros de historia, en los capítulos relacionados con el periodo de la Independencia, hablaban del misterioso encuentro entre Simón Bolívar y José de San Martín el 26 de julio de 1822 episodio que le ha permitido a la literatura fabular sobre lo que realmente ocurrió en ese misterioso diálogo.
Ya en mi bachillerato leí a Jorge Icaza y su legendaria novela Huasipungo cuya travesía del dolor indígena de los Andes ecuatorianos podría ser perfectamente el mismo retrato de las penurias de las comunidades aborígenes de Colombia, Bolivia o Chile. Ahí su universalidad y vigencia. Luego llegaron nombres como los César Dávila Andrade, Jorge Carrera Andrade, Benjamín Carrión, Pablo Palacio, Alfredo Pareja Díezcanseco y los inolvidables Miguel Donoso Pareja y Jorge Enrique Adoum, de quienes fui cercano en los últimos años de sus vidas y pude celebrar sus trayectorias y obras.
Pero esta historia de afectos y vecindades tuvo su recompensa inicial en 1997 cuando la editorial Eskeletra organizó en la ciudad de Ambato el Primer Encuentro Internacional de Escritores evento al que asistí en compañía de maestros y amigos como Antonio Cisneros (Perú), Rafael Courtosie (Uruguay), Juan Forn (Argentina), Tabajara Ruas (Brasil), Pía Barros (Chile) y mi compatriota Fernando Cely Herrán.
Allí, en medio de las jornadas, además de mi reencuentro con Jorge Enrique Adoum, Pedro Jorge Vera y su esposa Alicia Viteri, conocí a escritores como Raúl Vallejo, Iván Oñate, Galo Galarza y Gabriela Alemán con quienes cultivamos a lo largo de los años posteriores una amistad sólida y cómplice en las letras. Pero la poesía y el destino suelen sorprendernos constantemente. En dicho encuentro conocí al poeta Xavier Oquendo Troncoso con el cual establecí desde el primer instante una hermandad alrededor de tantas sintonías vitales, lecturas comunes, maneras de entender la poesía, el respeto por los maestros y por nuestras tradiciones y quien me deslumbró no solo por su talento sino por su infinita generosidad. Desde ese primer abrazo me habló de los jóvenes poetas de su país, de las filias y fobias, encuentros y desencuentros y de los vasos comunicantes de las nuevas voces con la tradición y sus contemporáneos, del papel de las editoriales y los festivales. Este joven poeta de Ambato tenía 25 años por esos días y hablaba con la propiedad y la seguridad del que conoce a profundidad el tema que expone, de quien ha leído y habla desde el afecto y el criterio propio.
Y así he tenido el honor de caminar junto a él en tantos proyectos y de ser testigo desde cerca de su crecimiento como poeta y como crítico, de su papel destacado como antologista, editor y gestor cultural. Sus antologías (editadas en diferentes países) me han permitido entender la fuerza de una tradición que tiene tanto para decirle a la poesía que escribe en español. Su editorial me ha revelado nuevos nombres y su festival me ha mostrado la vitalidad de la poesía en la mitad del mundo. Por eso cuando leo a los doce poetas que integran esta antología sus voces me resultan tan familiares y de entrecasa como si hablara de mis condiscípulos del barrio o de mis amigos de la patota del parque.
Y es que eso son cada uno de ellos: los amigos de mi barrio de la poesía con quienes comparto estéticas, lenguajes y temas y lo confirmo cuando leo el Manifiesto inicial y compruebo los móviles y propósitos de esta antología como lo son el afecto, el rigor poético, la mirada compartida del mundo y la literatura y la fraternidad como escudo ante el horror y la adversidad.
Por eso esta antología es una apuesta y un testimonio que nos comparten doce poetas nacidos entre 1971 y 1973 y quienes encuentran en el territorio de la poesía el mejor pretexto para dejarnos una crónica vital de una generación que vio derrumbar a fines de los 80 y comienzos de los 90 muros, utopías, sueños mientras el continente se debatía entre la velocidad del neoliberalismo y la multiplicación de la pobreza. Por eso resulta curioso que un libro que muestra un tono de escepticismo en muchos de los poemas incluidos y donde se proclama una Generación del nuevo desencanto se llame precisamente Con los ojos también maravillados. Es la respuesta de la poesía ante las dificultades de la vida y de los tránsitos humanos.
Sabemos que 1972 fue el año en el que un golpe militar derrocó al presidente José María Velasco Ibarra en el llamado “Carnavalazo” y que en medio de la inestabilidad política y la dictadura nace el boom de la bonanza petrolera en Ecuador. Eso nos dicen los textos de historia política. Wikipedia nos recuerda que Emelec se coronó por cuarta vez campeón del fútbol profesional y la Liga Deportiva Universitaria de Quito descendió a la segunda división. Y el poema del extraordinario poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola nos recrea que fue el año de El último tango en París y de El Padrino, y en el que Bobbie Fischer derrotó a Boris Spassky en el match mundial de ajedrez, entre otros episodios.
Pero también nos recuerda el poema algo fundamental: fue el año en el que Marco Antonio Campos refuta a Neruda. Y es que aquellas contradicciones al poeta mayor de América resultan piedras fundacionales para una generación de poetas nacidos no solo en 1972 sino en la década de los 70. Era una manera cariñosa de responderle a un padre y tomar distancia. De manifestar gratitudes y tomar camino propio. Marco Antonio Campos es hoy uno de los poetas vivos más destacados de la lengua española y su generosa labor de traductor también nos ha permitido releer voces esenciales de otras tradiciones y lenguas. Neruda sigue siendo uno de los puntos cardinales hacia donde apunta nuestro idioma y la poesía de todos los tiempos a quien se lee como se lee a un clásico. Esa refutación más que un acto parricida fue un reproche cariñoso a un gigante.
Estoy seguro de que el lector encontrará en cada uno de los doce poetas que integran este libro un mundo propio, una voz segura y un talante verdadero. Porque eso son estos poetas: la certeza de unas vocaciones verdaderas y hondas que bajo una misma sombra de un tiempo adverso pero también hermoso eligieron un destino definitivo y común: la poesía.
Si el antecedente más claro de esta antología La voz habitada permitió ir tomando la temperatura a esa “Generación del nuevo desencanto”, esta antología “Modelo 72” nos mostrará un panorama más claro y sólido de la poesía ecuatoriana de hoy. Una generación partida no solo por una línea imaginaria en el globo terráqueo sino tajada entre dos siglos, entre dos milenios atroces pero entrañables.
Así y solo Con los ojos también maravillados podemos mirar hacia el porvenir conscientes que quien se asome a esta casa de múltiples voces no solo amará las nubes sino a ese pequeño país en extensión y gigante en su poesía que es el Ecuador.
FEDERICO DÍAZ GRANADOS
Bogotá, Enero 6 de 2016
MODELO 1972
CON LOS OJOS TAMBIÉN MARAVILLADOS
12 POETAS ECUATORIANOS
SANDRA DE LA TORRE GUARDERAS
Quito, 1971
Sosiego metropolitano
La tormenta revienta en el asfalto
motores se quejan a lo lejos
gritos ambulantes
silbatos
ladridos de humo.
Dos tacones
van acompasados en el callejón.
La percusión crece
con el golpe tenue de otros pasos
y su fricción en el pavimento
golpe
fricción
golpe
fricción.
Los tacones tropiezan con la duda
y aceleran su tañido
al ritmo copioso del granizo.
Los pasos intrusos mantienen intacta
su arrastrada cadencia.
Enmudecen los tacones
y una puerta cruje adolorida.
Detrás quedan murmullos de tormenta
motores ambulantes
gritos urbanos
y el pesado golpe
la fricción monótona
golpe y fricción en el pavimento.
La lluvia calla
y el intruso golpeteo descompasado
es el único escándalo en el callejón.
Seducidos los pasos se detienen
ante el gemido de la puerta.
Golpe y fricción
amordazados en la alfombra
avanzan obsesivos.
Aterrados los tacones tropiezan
buscando escondite.
Un alarido se confunde
con las protestas vanas de la madera
golpeada y friccionada.
Jadeos
espasmos
palabras no nacidas
interjecciones descoyuntadas.
La ciudad y sus gritos
se sosiegan.
(De El hueco en el zapato, 2012)
Cuerpo opaco
Riego la sombra que crece en mi jardín
sus hojas morenas provocan al viento
besa su tallo el suelo humedecido
No la sembré yo
acaso su semilla vino del sur
donde germinan más fértiles los espectros
Qué feliz se ve bajo el alumbrado público
rendida su negrura a los dedos de la neblina
bailando un andarele con el agua del grifo
Mis ojos se mecen en sus hojas
se duerme mi noción de estar despierta
olvido la sed del jardín
bebo la sombra de esa sombra que baila al viento
me sacio de tiniebla
soy la tiniebla que florece con el toque del agua
Pero qué triste me mira
triste y sediento me mira el bambú
que se interpone en el sagrado cauce de la luz
(De Andinismo en la azotea, 2014, Inédito)
Cruzan la ría los fantasmas en el Morgan
fingen una fiesta ochentera sobre el agua
llenan de silencio las miradas suspendidas
en la noche sin Morgan, sin ría
sin fiesta ni fantasmas
Tarda el encanto en subir los escalones
baja la llovizna sin pudor por las mejillas
y es la ausencia en la entrada a la taberna
quien recibe mis pasos extraviados
y es la ausencia de fantasmas en el Morgan
de la fiesta sobre el agua
de la ría en las miradas
(De Andinismo en la azotea, 2014, Inédito)
PEDRO GIL
Manta, 1971
breve biografía
madrugada de un 18 de Mayo.
ahí está mi madre,
fresco aún el crisol de su entrepierna,
sudando y pujando dolores
para que luego venga yo
llore sude escriba El poema.
nunca
le pregunté si fue por amor o lascivia
que se entregó a mi padre
en esa cama huesuda
que está guardada en una bodega de la casa
y la memoria.
ya grandecito,
pese a sentir una aplastante gana de comer,
nunca salí a buscar empleo
porque el empleo agota,
salí a buscar amor,
porque el amor es inagotable.
a los 11 años,
me perdí en un callejón donde sólo había
droga y amigos con caras
y almas cortadas.
salí de ese callejón a los 24.
de los 11 a los 24, tantas cosas.
fui fichado por la poesía muy temprano.
he dormido en hoteluchos
donde mujeres del ambiente
(ya no les llamemos putas ¿quieren?)
prefieren borrachos con plata
antes que poetas con estrellas lunas planetas
de necesidades.
he merodeado ciudadelas
de enfermedad y miseria.
he visitado Clínicas Psiquiátricas
ahí reposó mi enfermedad en una hamaca
esperando el Crepúsculo.
el crepúsculo de maniáticos y enfermos
con caretas de hombres.
he paseado en carros patrullas.
he traicionado al traicionero.
he pedido limosna a Los Míseros.
una vez supliqué PAREN LA GUERRA QUE YO NO JUEGO.
pensaron que había fumado al revés.
bombas misiles cohetes
zumbaron por mis narices.
que otro pare la guerra.
he visto mi parentesco con la muerte
en uno dos tres Delirium Tremens
y supe que la muerte no es un juego
ni un ensayo.
la muerte, como la vida,
tiene demonios
que no vemos porque no nos da la gana.
me senté confiado, de espaldas,
en la silla que me cedió el asesino.
he reído atardeceres frente al mar,
respirando yodo, sal y aguardiente.
he caminado bajo aguaceros sin paragua
no porque me encantara
(no tenía para comprar un paraguas).
le hice dos hijos a una hembra.
tampoco sé
si fue por amor o por su calentura
que abrió gustosamente las piernas para mí.
he recibido bravos hurras y aplausos
por sudar y escribir El Poema.
gracias, muchas gracias.
amigos parias.
amigos con carros. muy amables amigos académicos.
aquí tengo mi talento. El Poema.
el que salí a buscar
desde la entrepierna de mi madre.
¿qué hago con él? ¿se los doy? ¿lo quieren?
¿me lo como? ¿qué hago?
(De Con unas arrugas en la sangre, 1996)
orfandad
nadie mancille
mi dignidad de miserable,
ninguna tía se oponga
a mi noviazgo con la Escoria,
ningún desodorante
desinfecte mis abrazos,
ningún dentífrico
lave mis besos,
porque el Señor no olvida
a sus pequeñitos.
guardo en mi mochila
sus bendiciones
aparte
de la orfandad visible en mi semblante
y mi ropaje.
nadie como yo
para enrostrar lo Vergonzoso,
por eso mis parientes
mueren de vergüenza.
¿qué opinan ustedes?
a los míos voy
y los míos no me reciben.
pero avanzo
bajo una nube de moscas
¿o es una nube de amor?
avanzo,
espero un cheque del cielo,
un vehículo para viajar
y encontrarme a mí mismo.
avanzar y esperar,
vivir hasta que a Dios le dé la gana.
nadie mancille
mi dignidad de miserable.
(De Los poetas duros no lloran, 2001)
limpio y sobrio
bueno.
después
de regresar de mi viaje
de perturbaciones
vi al sol
limpio y sobrio.
a los años
veo al sol
limpio y sobrio.
en mis andanzas
apenas
alcanzaba a distinguir
un sol
ardiendo por la resaca
de la culpa.
dañar
a la gente
me causaba una
cómica melancolía.
me identifico
con el bueno
para nada
que juega a ser
el malo,
me identifico
con el moribundo
que maldiciendo
a sus semejantes
intenta hacer creer
que los odia.
en el fondo
él se odia a sí mismo
en el fondo
envidia y añora
-yo envidiaba y añoraba-
hogareña tranquilidad
de los responsables
y aceptarlo
es asunto de varones,
aceptar
que se padece
una soledad
incurable
progresiva
y fatal
es dejarse llevar
es yogurt en el desayuno
es buenas tardes
buenas noches
permiso hágame el favor
deje nomás que yo lavo los platos
no hay de qué
recuperar
lo tuyo
lo mío
implica un gasto gigantesco,
vivir
la odiosa sensación
de vivir
como los normales
(De Sano Juicio, 2004)
JUAN SECAIRA VELÁSTEGUI
Quito, 1971
La piel y la manta
La piel como una manta apretada
cobija los huesos, los latidos
y, con esfuerzo, alberga un origen, un embrión.
Somos una broma pesada
espuma de una cerveza antigua;
números viejos, repetidos, inertes.
Solo la piel se mueve
busca, rompe, desgarra.
El resto es una bolsa llena de aire, de vacío.
Sin salida
buscamos alrededor, saciamos
el hambre, la gana en otras pieles
anónimas, antónimas, vulgares,
y luego
continuamos la búsqueda
de nosotros mismos
en un círculo rijoso
con la única compañía
de la manta que nos cobija, nos aprieta y nos castiga.
(De Construcción del vacío, 2009)
Trip
Soy un hombre de mundo
el último y más hormigueante rincón de esta casa
me lo conozco de memoria.
(De No es dicha, 2012)
Hilos
Se aguarda el placer de la siguiente dosis
en aquel cuerpo impaciente y necio
como un animal que
encerrado en la bóveda del juicio
en la maquinaria de un tejido angosto
olvida
bajo cada línea
detenerse
a tiempo.
No hay hora reflexiva para el aguante
un presagio en el pecho
como el mordisco de un animal astuto y apurado.
La primera en huir es la sangre.
Música
ruido en el corazón de madrugadas desiguales
y la tinta derramada que no alcanza.
Un hombre es lo que hace con sus soledades en el entronque de los cuerpos.
Infinitamente infiel es la memoria
depende y al depender muere en sus múltiples versiones.
Preguntarse es como poner los restos debajo de la alfombra del comedor.
La distancia del sentido abarca el tiempo.
El dolor del dolor promete volar.
Tres meses sin tratamiento
concentrarse para hacerlo invisible.
Iremos mañana a la farmacia
si el cuerpo responde le diremos gracias.
Alguno que otro afán florece cuando siento las manos
las re-siento
en campo abierto. En el límite inconsciente de unas líneas ciegas
letra espesa y malasangre
golpetear angustias de colores.
Pintar bocas para besar en noches de insomnio
mancharlas luego con manos leves imaginando
en algún punto adentro el latido del silencio.
Convirtiendo en jardín el patio de casa las palomas juegan con mis hijos
sus migajas y el sol
se oyen campanas y alguien anuncia comida caliente.
Nadie sabe quién morirá mañana
úlceras de sal, hombro fuera de su sitio
pero se puede todavía atisbar una luz
acá no complacemos no buscamos aceptación
ni sorprender a nadie como despliegue de
fórmulas y cifras.
Somos pocos en este jardín creciendo
con la dicha y la belleza
que se va
para hacerle frente a tanta conmoción y alevosía.
Podríamos convertirnos en perros de presa
pero ni para eso sirven los colmillos.
Nos quedan los hilitos de sangre:
la paz de la inmundicia.
Despiadada es la sonrisa espontánea,
auténtica
pendiente.
(De Geografía de la edad, 2013)
FREDDY PEÑAFIEL LARREA
Quito, 1972
declaración de amor con pata de palo
yo
pirata solitario
con pocos pelos en la lengua
y luenga barba
con cabellos enredados
una pata de palo
lentes para ver un mundo que no me gusta,
esta mañana
bajo un eclipse de luna
declaro:
que a la bodega de vinos de mi barco mayor de pirata
le faltan botellas que guarden tus besos
durante la noche
que a la bodega donde están los tesoros robados
a otros piratas más despistados
le faltan tus abrazos
una mirada atrevida
tu sonrisa
que a la bodega donde guardo mi corazón
le falta el pedazo que te llevaste
jugando a las escondidas
dentro de tu oreja
que a la bodega de la música
le falta la que bailé contigo
que en la bodega donde tengo
junto a la proa
el mapa del futuro
estás impresa como puerto de llegada
con mis miedos por testigos
pongo en esta hoguera de silencio
mi pata de palo
el único ojo de vidrio que me queda
mi luenga barba
cabellos enredados
para hacerte señales de humo enamorado
y que vengas a dormir
en mi camarote de sirenas atrapadas
donde siempre el mejor lugar
es para ti….
(De Del asombro de las sombras, 1997)
quito
tus manos acariciando mi cuerpo
los rumores de los carros
por las avenidas que se van
un poste de luz nos enceguece de repente
un gato se desliza
debajo de las alcantarillas
un guardia dispara al aire
botellas se rompen llenas de borracheras abandonadas
una puerta se abre
ciudad se cierra
las luces de plástico reemplazan las luces
de las estrellas muertas
el ejido está en reparación de nuevas flores
los amores eternos
por fin
se evidencian con la duración
de un segundo
la lluvia ya no nos moja
desde que aprendimos a utilizar el paraguas
esta ciudad cenicienta se va definitivamente a la mierda
gritó
un segundo antes de saltar a las vías del tren
un niño gato que nunca había visto una ciudad
con tantas hormigas
y tantos silencios
como ésta.
(De Anzuelos, 2003)
quirófano
brazos abiertos
crucificado
una luz que enceguece
gente corriendo por todas partes
organizando vendas, algodones, gasas
un anestesista sonriente
te pregunta
a qué te dedicas
burócrata piensas responder,
pero le dices poeta…
él se sonríe
mira la aguja
y mejor te duerme…
(De Transitares, 2013)
XAVIER OQUENDO TRONCOSO
Ambato, 1972
ANTES DE LA CAZA
A mi padre
Quiero encontrar el lugar
donde ubicarme.
Entro en la vecindad
de voces que me dicen:
ve a buscarte lejos,
en los andenes de las penas,
ve a ponerte en fila con los astros;
deja el poema un rato,
y reconoce los olmos.
Piensa que ya estorbas y no sirves,
que de grande uno se trastroca
y se consume.
Mamá ya no prepara bien las cenas,
no hay comida hasta después del día.
Ve a buscar el círculo vicioso
que pueda hacerte hombre
en el insomnio de los días.
Vete y no vuelvas
hasta después de la caza.
(De Después de la caza, 1998)
TIEMPO DE HIJOS
A mis jotas
I
En el fondo de los vientos
habitan los ángeles
que parecen otros vientos
que se juntan con los aires normales
y entonces forman los colores de las brisas
que los hijos ven,
y nosotros creemos que es el viento.
Pero son los ángeles caídos
que quieren jugar a ser viento.
II
Mira hijo,
allá hay un fino ángel
que quiere jugar con el fuego de tus ojos.
Y por allá han aparecido otros seres nuevos
que no son los juguetes de la casa
ni los que encontramos en las ramas de los árboles.
No te tardes mucho con ellos
que tú no tienes alas
para tapar el frío de tu asombro.
III
Es el silencio ahora.
El silencio está de noche ahora.
El hijo duerme conmigo
y el silencio se prende en las luces de la ciudad.
entonces se ven las luces dentro del silencio
y el niño se despierta y ve el silencio que le rodea
y duerme
como la ciudad
y la noche.
IV
Es la madre y el padre
y los hijos que se van haciendo
en el zaguán de los años.
Y esos sofás y esos adornos y cristales
y esas maderas y los libros, son la casa.
Y la casa son los hijos que se leen nuestros libros
y los libros que se van haciendo hijos de los hijos.
Y las cobijas y los almohadones donde duermen
todos los animalitos fabricados en cuentos
que han leído los hijos
y que se hacen realidad de esta casa.
Que es el hijo de la casa y la casa del hijo.
(De Salvados del naufragio, 2005)
LA BOHEMIA
La esquina donde hoy crece un eucalipto
era antes el café de nuestras horas.
Allí vivimos noches y mil y una,
allí asomó Aladino y su mal genio,
allí éramos más grandes que el destino.
En el café de enfrente de esta loma
vivimos los más pájaros momentos:
igual que una vitrola sin su trompa,
tanto como una explosión de mandarinas.
Allí me enamoré de tu vestido,
allí pedí el amor en servilletas
a la sabiduría del mesero.
Allí estuve hasta que el alba se haga día,
hasta que los muertos resuciten,
hasta que Lázaro levante.
Allí llegó Goliat con sus poderes
y allí nació el David de nuestras ansias,
allí pelearon y allí se hicieron almas.
En este lado de la ciudad,
donde el sol es poco menos que un minuto,
estuvo el café de nuestra edad,
que dio de comer al hambriento
y beber al bebiento.
Allí, donde ahora crece un eucalipto
que quiere hacer feliz a la vereda.
(De Esto fuimos en la felicidad, 2009)
FRANKLIN ORDÓÑEZ LUNA
Loja, 1972
A LA SOMBRA DEL CORSARIO
El único destino es seguir navegando
en paz y en calma hacia el siguiente naufragio.
José Emilio Pacheco, Titánic
Se retuerce la noche, animal en celo. Perfora la piel, los huesos donde escribo la historia. Sube el mar: espejo y pájaro de agua; siembro tulipanes en el vientre de gaviotas. Recorremos Goya, de las bocas del metro emergen relámpagos, delfines, toros que navegan sobre espadas. Pero abres las alas, desapareces. Enloquecido me lanzo a la ciudad, te busco. Azoto mi cabeza contra el muro. La marea me arroja al país de barro y espejismos, de gangrena y minerales. Torpes las montañas me consuelan con historias de amores quemados. Te retengo en pedazos de papel, en mi piel donde dibujaste ciudades muertas. Te retengo en historias de hormigas, en la balanza, la sal que bebí de tu espalda. Lanzo mis alaridos a la cordillera, al nudo lleno de paja y fantasmas. Qué lejano el invierno, sus noches, nuestro lecho de metal y marihuana. Qué cercana tu voz, tus palabras con piedras de sol… Tus manos que atraparon las mariposas de mi garganta.
(De A la sombra del corsario, 2004)
MANUEL
Vale la pena haber nacido / solo por oír pasar el viento, dice Pessoa.
Yo prefiero las cadenas de tus labios,
Tus manos como garras,
Tu esperma por mi sangre.
(De A cambio de monedas o palabras, 2007)
Gato Neo José
A pesar de que la ciudad esté envuelta en chatarra y ruido,
Furia y veneno.
De que la gente grite,
Retroceda y lastime con sus heridas abiertas.
De que la luz esté distante y solo atesore el recuerdo
(el amor envuelto en pirámides y serpientes)
A pesar de que mi vientre se retuerce con el peso de la muerte,
Sí, estoy aprendiendo a ronronear.
(De Del Neo José y otras historias, 2008)
OFRENDA
… para ti mi sangre,
mis arterias (en pedazos)
mi boca que ciega ya no retrata cuerpos ni paisajes.
… para ti mis huesos,
del fémur haz una flauta y canturrea mi nombre,
bebe la sal de mi cráneo y yo
con voz de hueso poetizaré desde tus adentros.
… para ti mis palabras,
reinvéntalas, llámame gato y acaríciame con tus
lenguas…
(De Augusta patientia, 2015)
AUTORRETRATO CON UNA PENA
(Homenaje a David Ledesma y Gil de Biedma)
Litoral, otra vez Guayaquil, la carne en tinajas de agua y barro.
Bajé a vomitar el amor atragantado en mi cabeza. Tu nombre, tu nombre, olvidar tu nombre en otros nombres, en otros cuerpos…
Me propuse expulsarte de mis huesos, de los nidos de mi pecho donde balas mal herido. Encontré piel, placer, un mulato que semidesnudo se vendía en los pasillos… pero tú no estabas. Loca, pandémica, me senté a llorar…
(De Augusta patientia, 2015)
ANA CECILIA BLUM
Guayaquil, 1972
LAS NIÑAS BIEN
(Puerto de Manta, Playa El Murciélago)
Con la nieve asoman
las mañanas junto al mar de Manta
cuando el colegio apestaba
y nos íbamos
a patear las olas
entre sorbos de ron.
Debajo de las palmeras
los quioscos fueron
cocos inmensos
y las chicas de colegios nocturnos
que allí atendían
nos regalaron
el ojo de la envidia.
Si acaso hubiesen sabido
que detrás de nuestro buen nombre,
detrás de nuestras risitas
y poses de clase,
adentro, en las mochilas caras
se agazapaba la miseria.
Allá en el Murciélago
hicimos juramentos de olas:
largarnos algún día.
Ahora, lejos
en estos campos de greñas gélidas,
recuerdo esas arenas calientes
donde el sol se divertía
y nosotras nos pasábamos
el último cigarrillo…
(De La que se fue, 2008)
LA QUE SE FUE
Camina en otras calles.
Sucumbe en otra lengua.
Lejos de su casa,
escoltada por el anonimato,
con la alforja vacía de país y herencia
asiste
al velatorio del espejismo.
Entre los monumentos de la muerte
ha olvidado:
de qué savia está hecha su sangre,
de qué oficio se yerguen sus huesos.
No quiso retornar cuando pudo,
es tarde
para alcanzar las carabelas.
Lo que dejó
se lo comió el apetito de la ausencia.
Volver al mismo mar
es volver al desencuentro.
(De La que se fue, 2008)
LA CARTA
El café está listo
humeante,
otro día
zozobra de pies sobre el mármol frío.
Uno se niega a los afanes de incendiario,
decide mojar los cerillos,
vender a descuento la bencina,
abrir la ventana
y dejar que la mañana cure
los malos pensamientos.
Los esfuerzos son vanos
para qué engañarse,
pronto se devuelve a uno mismo
-el ser de siempre-
el que termina buscando el fuego
con la pluma en la mano
escribiéndole esa carta a Ella
invitándola a vacacionar en los pantanos.
El café humea,
se sostiene la taza
como la última esperanza,
pero una taza de café en la mañana es otro día,
otro año que resbala en occidente,
la insistencia en las rutas del retorno,
el terror a la reiteración de los espejos,
este cansancio hacia la vida.
Francamente
todo habla en la taza de café por la mañana,
se empuña el esfero con la sangre,
se rinde al acoso de los dioses,
se decide finalmente
poner firma poner sello
y enviar esa carta.
(De Áncoras, 2015)
POSESIÓN
Nada es nuestro.
Siquiera la sombra
que se hace de uno mismo
con sus infinitos verbos mudos.
No son nuestros ni el poema
ni la tinta que lo escribe,
tampoco la tierra en que se nace
en la que se morirá.
Sin ofrendar la huella
nos vamos diluyendo
hasta convertirnos
en vapor de día frío
libado por el espacio.
(De Áncoras, 2015)
MARIALUZ ALBUJA BAYAS
Quito, 1972
Aquí serás
en medio de la noche
te perderás jugando entre las piedras.
Las contarás despacio, repitiendo
la cifra que te entreguen sus esferas.
Aquí veré tu cuerpo desterrado
las huellas que tus pasos corretean
ese dolor que siempre busca el centro
pues ya conoce de miserias y de pérdidas.
Aquí serás
en medio de la noche
canto del agua que al llegar se entrega.
(De Paisaje de sal, 2004)
El frío me araña los huesos.
Padre, me has desterrado.
Voy en busca de un lugar para quedarme
y sólo me encuentro con las colinas donde se eleva tu casa en el horizonte.
No sabes que ya no soy yo,
que hace tiempo me dejé esperando un tren que jamás llegaría,
que una tarde me abandoné en un mercado repleto de gente
mientras mi boca se perdía en las delicias de la fruta.
Ahora tú me echas.
Pero no sabes que ya no soy yo
que hace tiempo me abalancé bajo las ruedas de un coche
que una mañana desperté en otra tierra
y sólo volvió mi vacío.
A veces me espanta la noción de mi cuerpo
llamándome desde ese lugar al que no tengo acceso.
Sin embargo pueden ser bellos el destierro y el abandono
como lo son las gotas de sangre en el cristal destrozado por un puño.
Como lo es mi dolor brillando en la oscuridad.
Él será la tierra que habrá de sacarme a flote
cuando todo lo demás comience a hundirse.
Me has desterrado, padre.
Tal vez sea justo.
Pero hace tiempo que ya no me importa saberlo.
(De La pendiente imposible, 2008)
Bastaría con que el correo
(en el que envío cartas y fotografías a mi madre)
se extraviara.
Bastaría con que se cayera el avión que me debe llevar dentro de poco a mi ciudad
para que junto conmigo desaparezcan los diarios,
los poemas, las fotografías, sus negativos
y toda prueba de mi existencia terrena.
Permanecería en la memoria de quienes me quieren
mientras no les diera un infarto cerebral, como le ocurrió a mi abuelo,
que olvidó el sabor de la naranjilla, su propio nombre y hasta el rostro de mi abuela.
Sin embargo aquí estoy,
atesorando las voces de mis hermanos,
jugando con ellos en un parque donde nunca estuvimos de niños,
invocando a mis padres,
dibujando mi sombra en los fragmentos que me quedan de su errancia.
Y no importa que después ya nadie sepa de nosotros
pues el absoluto es hoy
y en su relámpago
brillamos.
(De La pendiente imposible, 2008)
CARLOS GARZÓN NOBOA
Quito, 1972
ÉPICA
Este hombre, a cuyo cuerpo no da tregua,
batalla por liberar su fuego. Y en su lengua
la ceniza forjó un enigma.
Y no pregunta…
Es un hombre acorazado en otro hombre.
ES UN HOMBRE QUEMADO
El fuego ha borrado su edad. Y en sus quemaduras
está su recompensa, su castigo
y el lugar de la contienda.
Y no pregunta…
En combate, su piel suda diamantes
y refleja el cielo.
Su piel es sacrificio.
Su piel huele a sándalo.
ASÍ ES LA PIEL DEL HOMBRE QUEMADO
Parece un Fénix que devoró sus llamas. Y en su carne
maduran todos los soles del Universo.
Y no pregunta…
¿ES ACASO UNA ESFINGE SIN PREGUNTAS?
El hombre quemado triunfa
y de nuevo se quema.
En su mirada se siente pérdida.
En su mirada fulgura el frío.
LA VICTORIA ES GÉLIDA PARA ESTE HOMBRE QUE SE INCENDIA
El hombre quemado expulsa
el enigma de su lengua. Y se pregunta
por qué pregunta que no pregunta.
Y no responde…
EL FUEGO TAMBIÉN HA BORRADO SU MUERTE
(De Erial, 2003)
HERÁLDICA
¿Hacia qué miserables campos del honor
nos aventuramos los poetas?
¿A quién legaré la espada de mi lengua,
si todas sus conquistas las recuerdo amargas?
¿Qué vano emblema coronará mi lápida,
ahora que sobre el crisol de la página
el oro retorna al dominio de los óxidos?
¿Exhumará la memoria cualquier vestigio,
alguna ínfima certeza,
o, si al nacer de los labios de la ausencia,
lo que perdure no sea más que el silencio
iluminando estas líneas cuando muera?
(De La voz habitada, 2008)
CIMA DEL SUEÑO
Del viento,
el humo se defiende en espirales,
mientras piadosas manos enlazadas con el cielo
apaciguan los astros.
Abajo,
sobre un nido de rocas,
desdichados amantes que ardieron con la tarde
vislumbran ya en sosiego el vuelo hacia otros cuerpos de sus almas migratorias.
¿Por qué no haber intentado enjaular aquel destino
cuando soñamos que unas aves muy diáfanas,
ajenas al clamor de sus terrestres celadores,
se perdían en la noche?
Ascendamos también nosotros:
los amados, los siempre solos,
hasta esos nevados lechos de nuestros amantes que se fueron
y descansemos en el regazo de quienes todavía duermen.
(De La voz habitada, 2008)
JULIA ERAZO DELGADO
Quito, 1972
palabra
tus poros tus caras tus fracturas
tus azules tu granja de lunas
tus cigarrillos tus tacones
tus abrigos sin mangas
tu invierno descalzo
tus uñas torcidas
tu hipotermia
tus cristos
tu polvo
tu luz
tú
(De Verbal, 2008)
paredes blancas
sin duda extraña la sensación del mes de junio
en este año
se escapa el calor primaveral
en cualquier lugar del mundo
se respira el terror de las paredes blancas
llueve
mientras caminamos por la calle
se mojan nuestros cuerpos
nuestros sueños
las paredes blancas
hemos aprendido a vigilar
su curioso resplandor
la próxima estación no es el verano
es quizá un lejano pueblo
donde no hay estación ni tren ni rieles
donde no hace frío ni calor
las paredes blancas
no son blancas ni son paredes
se van desvaneciendo en lontananza
(De Verbal, 2008)
devuelvo
la dermatitis las atrofias las deformidades el CO2 el tendón de aquiles la cólera la obesidad las arritmias la intolerancia la rinitis los desórdenes
todo
solo me quedo con mis alas para el viaje hacia tu cuerpo
(De Tu verano en mis alas, 2011)
fantasmas
algunos girasoles
crecen en el centro de la casa
parecen no necesitar del sol
miran mi rutina de absurdas lecturas
giran su cuello desde el sofá rojo hasta la cocina
vuelven a dormir
(De Tu verano en mis alas, 2011)
GABRIEL CISNEROS
Latacunga, 1972
SIN MÍ
La ciudad
cae sin mí
se derrumba sin mis manos
en el templo de los sabios
sin mi voz en el coro
de los tristes.
La ciudad cae sin mí
y no entiendo
porque estoy muriendo
en el opio de los pájaros
y en la blasfemia
de los monstruos de la tierra.
(De Mujeres para morir, 2005)
PRETEXTO
Debí haberte desarropado
cuando la luna era cactus,
sin el pretexto de un porqué;
en la alquimia estática de tus visiones
para que respires mi epidermis.
Debí haberte vuelto camino
en la peregrinación
de mis santos a tu culto;
no guardarme las culpas
en el escapulario desteñido
y sin sonrisas.
Círculo hueco
algo te rompe, te subyuga.
¿Dónde están los huesos,
la cueva de nuestra prehistoria,
las imprentas adoloridas
que mataron nuestra simiente
entre sus linotipos de plomo?
¿Dónde encierras los desvaríos,
la intensidad de tanta vida?
Cataléptica soledad
la expiración calla
y somos parias,
extraño tic-tac
de sal en el desierto.
Cartuchera para todos los suicidios,
no, no te amo y sin embargo
volaría todos los trenes
por tenerte en el apéndice
de mi poniente.
(De Peregrinaje y Raptos, 2006)
CANCIÓN DE MI YO INÚTIL
Una mujer es para un hombre
mucho más que las bragas y la distancia;
es el espacio de luz
donde el equilibrio
vuelve militante el abrazo cada mañana.
Una mujer es para un hombre
el padre nuestro que rezamos entre las noches,
el pan callado que comemos entre las hambres,
aquella luz mortecina que no nos mata
y sin embrago cómplice de las cosas
va despidiendo la vida que nos quedaba.
Una mujer es una monedita
de a centavo en el bolsillo
friccionando los adioses más felices
porque al fin de cuentas
siempre será luz ya sin mañana.
(De Para justificar el aire en los pulmones, 2009)
MALDECIR AL VIENTO
Mil cincuenta días separan
el chasquido de nuestros huesos en el abrazo.
Nuestra ausencia madre
es un volver que no encontramos,
una escalinata en la que tú subes y yo bajo,
es maldecir al viento sabiendo cuanto duele.
Yo, carpintero de alfabetos
que no te cantan.
Tú, sonrisa
con la que se arropa el día,
con la que se enciende
el fuego para alimentar
el puente hacia los hijos.
Mil cincuenta días
desnudando preguntas tontas
para absolver al reo que llevo dentro.
Él, que no se atrevió a bailar el tango
por esa vergüenza obscena,
él, que se escapó tantas veces
de tus brazos por descubrir la hembra nueva,
él, que ahora grava en la piel
tu nombre como un rictus masoquista
de un amor que duele.
(De Pieles, 2014)
CARMEN INÉS PERDOMO GUTIÉRREZ
Esmeraldas, 1973
RÉQUIEM
Desde el crepúsculo,
llegan pájaros blancos a mi cuerpo.
Cesa el silencio.
Entre nocturnos restos
el resplandor del canto.
(De Silencio en llamas, 2005)
HOJARASCA
Deshojado el otoño a espaldas del tiempo
colosos esperan la hora del guerrero;
en sus trémulas manos descansan los reinos
y sus áridos cuerpos son refugios de alas.
El camino hacia la aurora es un deseo amargo,
cuando potros sin riendas se desbocan en penumbra.
El miedo castiga los vastos dominios
del viento en las hojas ya muertas.
En orlas agitan los mantos de antaño
que esconden su canto en los límpidos lagos.
Tras la ausencia, quedan unas lánguidas huellas.
¿Acaso un desplomarse del tiempo sobre el fuego
que escapa?
Entre arias de lluvias duermen los astros.
(De Silencio en llamas, 2005)
CUERDAS PARA EL OLVIDO
Antes que el recuerdo fuera una piel enlutada,
antes que la llama atenuara sus lenguas
y que tus manos ciñeran mi talle,
deshojaste los versos
en la albura de la página.
Antes de trizar mi cuerpo con tu ausencia,
recorriste el monte nublado de mi deseo.
Y con la furia del viento
ataste a mi pecho
tu recuerdo.
(De Tempestad en la Floresta, 2013)
PRESAGIO
El bosque cierra sus párpados y me encierra.
Jorge Teillier
De nuevo, día y noche
caminan juntos sobre techos mojados
como santuarios de pueblos.
Junio,
mar descalzo,
luna de cristal, geometría espesa.
El silencio es penumbra,
solo aparece tu risa despojada
¿Qué sueño te hace zozobrar
a la deriva del crepúsculo?
Como gato de luna,
habitas en la lluvia,
lánguido,
vacío.
Detrás de mis párpados,
emerge esta ciudad apolillada.
Mariposas revolotean
en torno al fuego
y no hay cantos del tiempo.
Abro los ojos:
tu voz ya no tiembla.
(De Tempestad en la Floresta, 2013)
DATOS VITALES:
Sandra de la Torre Guarderas (Quito, 13 de enero de 1971). Poeta, editora, guionista y realizadora audiovisual. Estudió Comunicación en University of Nothwestern, de St. Paul, Minnesota. En 1998, Integró el Taller de Poetas Jóvenes de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y los talleres literarios de FLACSO Ecuador y Palacio (I)caza de Palabras de la Universidad Andina Simón Bolívar. Es cofundadora de la Editorial Rascacielos. Su ópera prima en el género lírico, El hueco en el zapato, fue Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2012. Es coautora del poemario infantil Cuando cierro mis ojos, 2013; el poemario sonoro Otoño en Zona Tórrida, 2014; y la antología Amor en el bolsillo, 2015.
Pedro Gil (Manta, 18 de mayo de 1971). Poeta y narrador. Perteneció a los talleres literarios dirigidos por Miguel Donoso Pareja. Ha publicado los poemarios: Paren la Guerra que yo no juego, 1989; Delirium Tremens, 1993; Con unas arrugas en la Sangre, 1997; He llevado una Vida Feliz, 2001 -antología poética que incluye Los Poetas Duros No Lloran-; Sano Juicio, 2003; 17 Puñaladas no son nada, 2010 (antología personal que incluye poesía y cuento); y Crónico, 2012; el libro de cuentos El príncipe de los canallas, 2014; y Bukowski te están jodiendo, 2015. Actualmente es facilitador de talleres de poesía y literatura.
Juan Secaira Velástegui (Quito, 25 de junio de 1971). Poeta. Ha publicado Obsesiones urbanas (ensayo), 2007; los poemarios Construcción del vacío, 2009 (mención especial del premio de poesía Ángel Miguel Pozanco, España); No es dicha (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), 2012. La plaqueta de poesía Geografía de la edad, 2013; Sujeto de ida, 2014; y Ribera de cristal, 2015. Ha sido uno de los ganadores del Concurso Nacional de Poesía El Retorno, 2009 y 2011. En el 2008 se adjudicó un accésit en el concurso de poesía de la revista española Katharsis. Su poesía se encuentra en antologías nacionales e internacionales.
Freddy Peñafiel Larrea (Quito, 5 de enero de 1972). Poeta, periodista y profesor de literatura. Primer Premio en el Concurso de poesía “Escribir y Publicar”, Barcelona, 1997. Segundo Premio en la “Primera Bienal de poesía”, organizada por la Casa de la Poesía Jorge Carrera Andrade Quito, 1996. Mención Especial en el “Concurso de poesía Hugo Mayo”, Quito, 1995. Ha publicado Del amar, de la mar, 1995; Del asombro de las sombras, Quito, 1997; Anzuelos, 2004; Transitares, 2013; y la antología De este lado del tiempo, publicada en la colección 2alas, 2014. Consta en varias antologías nacionales y extranjeras.
Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, 22 de enero de 1972). Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los poemarios: Guionizando poematográficamente, 1993; Detrás de la vereda de los autos, 1994; Calendariamente poesía, 1995; El (An)verso de las esquinas, 1996; Después de la caza, 1998; La Conquista del Agua, 2001; Esto fuimos en la felicidad 2009; Solos, 2011; y Lo que aire es (Colombia, Buenos Aires, Granada, 2014); y los libros recopilatorios de su obra poética: Salvados del naufragio (Cuenca, poesía 1990-2005); Alforja de caza (México, 2012); Piel de náufrago (Bogotá, 2012); Mar inconcluso (México, 2014); y Últimos cuadernos (Guadalajara, 2015). Organizador del Encuentro internacional de poetas “Poesía en paralelo cero”. Su obra ha aparecido en antologías en América y Europa. Es director y editor de la firma editorial EL ÁNGEL Editor. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés, inglés y portugués.
Franklin Ordóñez Luna (Loja, 25 de febrero de 1972). Poeta y profesor. Licenciado en Ciencias Sociales Políticas y Económicas. Licenciado en Lengua y Literatura. Curso de Especialización en Filología Española en la Universidad Complutense de Madrid. Maestría en Estudios de la Cultura en la Universidad del Azuay. Fue Coordinador del Taller de Literatura de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay. Ha publicado los poemarios Mapa de sal, 2002; A la sombra del corsario, 2004; A cambio de monedas o palabras, 2007; Del Neo José y otras historias, 2008; Augusta Patientia, 2015. Reside en Cuenca. Se desempeña en la cátedra en la Universidad del Azuay. Textos poéticos suyos han sido publicados en diferentes países y traducidos a otras lenguas.
Ana Cecilia Blum (Guayaquil, 17 de marzo de 1972). Poeta y ensayista. Ha publicado Descanso sobre mi sombra, 1995; Donde duerme el sueño, 2005; La que se fue, 2008; La voz habitada, -coautora-, 2008; Todos los éxodos, (Antología Personal) 2012; Libre de Espanto, 2012; Poetas de la Mitad del Mundo (Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas) -co antóloga-, 2013; Absurdities (Ficción Breve), 2014; y Áncoras, 2015. Ha sido invitada a leer su obra en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, dentro del marco del encuentro literario “La Pluma y la Palabra” en Washington D.C.; ha participado en varios festivales literarios en América y Europa. Fundadora y directora de la Gaceta Literaria “Metaforología”.
Marialuz Albuja Bayas (Quito, 19 de abril de 1972). Poeta y traductora. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar, 1997; Llevo de la luna un rayo, 1999; Paisaje de sal, 2004; La pendiente imposible, 2008 (obra premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador); Detrás de la brisa, 2012 (mención de honor del premio César Dávila Andrade); Cristales Invisibles, antología personal, 2013; y El último peldaño, antología personal, 2014. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, portugués, francés, italiano y euskera. Es cofundadora de la Editorial Rascacielos. En literatura infantil ha publicado en coautoría Cuando cierro mis ojos, 2013; y Cuando duerme el sol, 2014. Su obra ha sido incluida en numerosas antologías dentro y fuera del Ecuador.
Carlos Garzón Noboa (Quito, 29 de Junio de 1972). Poeta y pintor. Es autor del poemario Erial, 2003; coautor de La Voz Habitada (Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo), 2008; y antologador de La Muchedumbre de tu risa (La mujer negra en la poesía), 2014. Su obra literaria consta en varias antologías nacionales como Ciudad en Verso; Poesía en Paralelo 0; Poesía Ecuatoriana Contemporánea y Apartar lo blanco de la luz; y en antologías extranjeras como Aldea Poética (Madrid-España); y 13 poetas ecuatorianos, (Caracas-Venezuela). También ha colaborado en las revistas mexicanas “Punto de partida” y “La Otra”. Fue fundador y editor del Periódico de Poesía del Municipio de Quito.
Julia Erazo Delgado (Quito, 2 de agosto de 1972). Poeta y comunicadora social. Es gestora cultural en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión. Ha trabajado en la cátedra universitaria en el área de lenguaje y comunicación, y en diversos proyectos literarios del Municipio de Quito y la Cinemateca Nacional. Fue directora del centro cultural y galería “Imágenes”, hasta el año 2000. Es autora del cuaderno de poesía Imágenes de viento y de agua, 2007; y de los libros Verbal, 2008; La voz habitada, siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo, en coautoría, 2008; Tu verano en mis alas, México DF, 2011, Buenos Aires, 2014; el ensayo sobre la obra poética de Euler Granda, Atajos de otra piel, poemas de amor, Quito, 2013. Sus textos han aparecido en antologías de la lírica ecuatoriana actual. Parte de su obra ha sido traducida al francés y al italiano. Ha representado al Ecuador en eventos literarios en España y América Latina.
Gabriel Cisneros Abedrabbo (Latacunga, 2 de diciembre de 1972). Escritor, comunicador social y gestor cultural. Ha publicado: Ceremonias de amor y otros rituales, 1996; Ego de piel y Cópula panteísta, 2003; El otro Dios que soy Yo y Ombligo al infierno, 2004; Mujeres para Morir, 2005; Peregrinaje y Raptos, 2006; Para Justificar el Aire en los Pulmones, 2009; 20 Giros en la Pólvora y Otros Textos, 2010; Mi Yo Malo, 2012; y Pieles, 2014. Ha sido Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Chimborazo, y actualmente se desempeña como Vicepresidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Carmen Inés Perdomo Gutiérrez (Esmeraldas, 03 de noviembre de 1973). Poeta y periodista. Autora de los poemarios Silencio en llamas, 2005; Naufragio del Canto, 2008; Tempestad en la Floresta, 2013. Consta en las antologías: Mujeres poetas en el País de las Nubes, México, 2005-2006; La voz de Eros: dos siglos de poesía erótica de mujeres ecuatorianas, 2006; Antología de poesía Rayentrú, Chile, 2007; Nueva Poesía Hispanoamericana, Madrid, 2007; Antología poética Cascada de flores, Chile, 2008; La voz habitada. Siete poetas ecuatorianos frente a un nuevo siglo, 2008; Antología Poesía en Paralelo Cero, 2010; Antología Poesía ecuatoriana contemporánea. De César Dávila Andrade a nuestros días, 2011; Poetas de la Mitad del Mundo (Antología de poesía escrita por mujeres ecuatorianas), 2013; y Colección 2alas, 2014.