Presentamos, en versión de Erika Reginato, la poesía de Enrico Testa (Génova, 1956). Poeta, ensayista y traductor . Es profesor universitario de historia del idioma italiano. Algunos de sus libros son: Las fastidiosas esperas (1988), En Contratiempo (1994), La Sustitución (2001) Pascua de nieve (2008) Ablativo (2013). Escribió ensayos como El estilo simple. Discurso y Romance, y la monografía: Montale, en la colección de los libros con video (2000), Héroes y figuras. El personaje en el romance (2009), El italiano escondido. Una historia lingüística (2014). Siempre enfocado en su investigación lingüística tradujo High Windows de Philip Larkin.
Breve comentario crítico
La poeta y traductora Erika Reginato ha realizado un importante trabajo dando a conocer en Latinoamérica varios poemas del poeta italiano Enrico Testa (Génova, 1956) en la antología: Caminos del agua. Poetas italianos del segundo Novecientos. (18 poetas italianos, Monte Ávila editores latinoamericana, Venezuela, 2008). Poeta que convive en una atmósfera boscosa donde las desapariciones y las transformaciones humanas se extienden hasta el plano amoroso. Un mundo de imágenes construido entre sombras, animales y abismos. Enrico Testa escribe versos que cambian con el tiempo: «los diez niños desaparecidos en la noche… regresaron a la mañana siguiente transfigurados…».Sus poemas logran atravesar el límite de lo mortalmente finito: «comienza mañana, amor mío, / la estación de caza / para aquellos de tu raza: / he aquí la capa / que he tejido para ti…» En el libro “La Sustitución, 2001” se llega a dialogar con los muertos: se invocan por aquel que está presente. Escribe: Silencia, amablemente tu corazón/ y de mí, sólo te ruego / no se hable más/ que está es la respuesta celeste a la pregunta del nombre….
[Del libro: La Sustitución, 2001]
comienza mañana, amor mío,
la estación de caza
para aquellos de tu raza:
he aquí la capa
que te he tejido.
Recuerda esconderte
donde el perfume enmascara la huella:
en los campos de narciso
o tras las manchas del laurel;
escóndete entre los peñascos
que rige un atardecer
y elige lugares fuera de mano
para quien ama acechar con los perros
o poner las trampas en las madrigueras
comincia domani, amore mio,
la stagione di caccia
per quelli della tua razza:
eccoti il mantello
che ho tessuto per te.
Ricorda di nasconderti
dove il profumo maschera la traccia:
nei campi di narciso
o dietro le macchie dell’alloro
rintànati tra gli scogli
che raggela il tramontano
e scegli luoghi fuori mano
per chi ama appostarsi con i cani
o tender le tagliole nei ritani
..
para distraerse le basta una pareja de golondrinas
en vuelo vertical sobre los cipreses
o la zambullida del mirlo a lo largo del muro
de esta muralla de sombras
que precipitan lo oscuro
en el azul del mar.
Y también al doblarse
suele quedarle la mitad
como si el aliento fuera
sólo fuga o urgencia…
Pero aquí donde la nada
se ha mutado en todo,
al padecer de su mirada,
a su mudo ir y venir sin detenerse
a mí también me falta
-quisiera que lo sepa-
la respuesta, la única que pueda…
per distrarsi gli basta una coppia di rondoni
in volo verticale sui cipressi
o lo zampettío del merlo lungo il muro
di questo fortino d’ombre
che scoscende oscuro
nell’azzurro sino al mare.
E anche il pregare
spesso gli resta a metà
come se il fiato fosse
solo fuga o urgenza…
Ma qui dove il senza
s’è tramutato in tutto
al patire del suo sguardo,
al suo muto andirivieni senza posa
anche a me manca
-vorrei che lo sapesse-
la risposta, l’unica che possa…
..
los diez niños desaparecidos en la noche
entre gran clamor de la gente
sobre las vías y la colina
regresaron a la mañana siguiente transfigurados
por aquel que los había llamado:
aún impedidos en los movimientos
reducidos a animales extraños
poco contentos de estar
entre sus familiares y bien nostálgicos
de los cañaverales de Benfica
y de las marañas de puentes y paisajes
en lo oscuro del mal tiempo.
Su maestro, atento y esquivo,
que los había guiado y después abandonado,
más nunca se supo si estaba vivo.
i dieci bambini scomparsi la sera
tra gran clamore di gente
sulle vie e le colline
tornarono il mattino dopo trasfigurati
da colui che li aveva chiamati a sé:
impacciati anche nei movimenti
ridotti ad animali strani
scontenti quasi di ritrovarsi
tra i loro cari e nostalgici già
dei canneti di Benfica
e degli intrichi di ponti e passaggi
nello scuro del maltempo.
Il loro maestro, attento e schivo,
che li aveva guidati e poi perduti,
non s’è mai più fatto vivo