Poesía joven de México: Jared Hernández

Presentamos la poesía de la joven autora Jared Hernández (Toluca,1992) Actualmente estudia Letras latinoamericanas en la Facultad de Humanidades de la UAEM (Universidad Autónoma del Estado de México). Cursó el diplomado en creación literaria en la escuela de escritores “Juana de Asbaje” en Metepec, Edo. Mex. Una muestra de su obra poética aparece en una antología del FOEM.

 

 

 

 

 

 

del Rocío

 

I

La he visto fumar hasta el cansancio,

sentada en el inodoro esperando  como yo,

esperando  a que salgas de tu baño eterno,

en el que siempre te suicidas pero

en el que nunca mueres.

 

Ignórala un momento.

He llenado la cocina de humo

¿lo hueles?

                     puse carne en la sartén,

la carne que perdí,

por esperar, por rezar.

 

Te hallas en un cuarto que no besa tu nombre

y continúan cayendo  lechosas perlas de tus pezones

en otras bocas, en otros ojos,

                                          en otros ojos.

 

Deja tus coqueteos con la Muerte,

ella sólo acudió por invitación tuya.

¡alí

aliméntame

aliméntame ahora!

 

II

Hermoso caos en que flotas,

                                    como el útero que habitaras,

de ti nace todo el universo y a ti regresa,

golpeándote de pan el vientre.

Estatua de sal, Mujer.

 

A tu cuerpo de venus

                           me ceñía,

te atreviste y me amaste,

halo eviterno en que una a otra nos

engendramos, brotando del

                                   arvejal, meramos.

Anudarías nuestros pies

al hilo materno.  

                             Divino y Maldito.

 

Recuerdo mirar tus baños de tomillo

cómo el agua “tímida y chiquita”

te acariciaba las formas en su ritual de adoración.

Igual te adoraba.

                              Te adoro.

 

Te cuento la historia de una niña en una

fotografía que encontré en la biblia.

Eres tú: pero ya no te pareces a ti.

 

¡Mamá! : eres una tan pequeña,

llevas algunos rizos colgando de tus manos,

mientras los otros agonizan tendidos sobre

el jardín.

¡Dime quien! ¿Quién

                                los ha cortado?

 

Me hubiera dejado comer mil veces los dedos;

¡estos dedos!

por traer al hombre aquel

a quien amaras.

                       Como yo te amo.

 

 

 

 

 

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