Noche en claro, de Octavio Paz

Sobre la poesía de Octavio Paz

Presentamos el poema “Noche en claro”, escrito por Octavio Paz en París en 1948, y publicado en Salamandra (1962). El poema está dedicado a André Bretón y a Benjamin Péret y guarda estrecha relación con el surrealismo. Escribe Paz:

 

En 1959 volví a París. A poco de mi llegada murió ese gran amigo mío que conocí en la época de la segunda guerra mundial, en México, Benjamin Péret. Fue un amigo ejemplar, un revolucionario incorruptible y un poeta admirable. Continué mi amistad con André Breton. En muchas ocasiones escribo como si sostuviese un diálogo silencioso con Breton: réplica, respuesta, coincidencia, divergencia, homenaje, todo junto. No olvidaré nunca, entre todas nuestras conversaciones, una que sostuvimos en el verano de 1964, un poco antes de que yo regresase a la India. No la recuerdo por ser la última sino por la atmósfera que la rodeó. No es el momento de relatar ese episodio. (Algún día, me lo he prometido, lo contaré.) Para mí fue un encuentro, en el sentido que daba Breton a esta palabra: predestinación y, asimismo, elección.

 

En la hoja en que escribo

Van y vienen los seres que veo.

 

Aquella noche, caminando solos los dos por el barrio de Les Halles, la conversación se desvió hacia un tema que le preocupaba: el porvenir del movimiento surrealista. Recuerdo que le dije, más o menos, que para mí el surrealismo era la enfermedad sagrada de nuestro mundo: negación necesaria de Occidente, viviría tanto como viviese la civilización moderna, independientemente de los sistemas políticos y de las ideologías que predominen en el futuro. Mi exaltación lo impresionó, pero repuso: la negación vive en función de la afirmación y ésta de aquélla; dudo mucho que el mundo que empieza ahora pueda definirse como afirmación o negación: entramos en una zona neutra y la rebelión surrealista deberá expresarse en formas que no sean ni la negación ni la afirmación. Estamos más allá de reprobación o aprobación…

 

 

 

 

Noche en claro

 

 

 

 

 A los poetas André Bretón y Benjamin Péret
A las diez de la noche en el Café de Inglaterra

salvo nosotros tres

no había nadie

Se oía afuera el paso húmedo del otoño

pasos de ciego gigante

pasos de bosque llegando a la ciudad

Con mil brazos con mil pies de niebla

cara de humo hombre sin cara

el otoño marchaba hacia el centro de París

con seguros pasos de ciego

Las gentes caminaban por la gran avenida

algunos con gesto furtivo se arrancaban el rostro

Una prostituta bella como una papisa

cruzó la calle y desapareció en un muro verduzco

la pared volvió a cerrarse

Todo es puerta

basta la leve presión de un pensamiento

Algo se prepara

dijo uno entre nosotros

Se abrió el minuto en dos

leí signos en la frente de ese instante

Los vivos están vivos

andan vuelan maduran estallan

los muertos están vivos

oh huesos todavía con fiebre

el viento los agita los dispersa

racimos que caen entre las piernas de la noche

La ciudad se abre como un corazón

como un higo la flor que es fruto

más deseo que encarnación

encarnación del deseo

Algo se prepara

dijo el poeta

Este mismo otoño vacilante

este mismo año enfermo

fruto fantasma que resbala entre las manos del siglo

año de miedo tiempo de susurro y mutilación

Nadie tenía cara aquella tarde

en el underground de Londres

En lugar de ojos

abominación de espejos cegados

En lugar de labios

raya de borrosas costuras

Nadie tenía sangre nadie tenía nombre

no teníamos cuerpo ni espíritu

no teníamos cara

El tiempo daba vueltas y vueltas y no pasaba

no pasaba nada sino el tiempo que pasa y regresa y no pasa

Apareció entonces la pareja adolescente

él era rubio «venablo de Cupido»

gorra gris gorrión callejero y valiente

ella era pequeña pecosa pelirroja

manzana sobre una mesa de pobres

pálida rama en un patio de invierno

Niños feroces gatos salvajes

dos plantas ariscas enlazadas

dos plantas con espinas y flores súbitas

Sobre el abrigo de ella color fresa

resplandeció la mano del muchacho

las cuatro letras de la palabra Amor

en cada dedo ardiendo como astros

 

Tatuaje escolar tinta china y pasión

anillos palpitantes

oh mano collar al cuello ávido de la vida

pájaro de presa y caballo sediento

mano llena de ojos en la noche del cuerpo

pequeño sol y río de frescura

mano que das el sueño y das la resurrección

 

Todo es puerta

todo es puente

ahora marchamos en la otra orilla

mira abajo correr el río de los siglos

el río de los signos

Mira correr el río de los astros

se abrazan y separan vuelven a juntarse

hablan entre ellos un lenguaje de incendios

sus luchas sus amores

son la creación y la destrucción de los mundos

La noche se abre

mano inmensa

constelación de signos

escritura silencio que canta

siglos generaciones eras

silabas que alguien dice

palabras que alguien oye

pórticos de pilares transparentes

ecos llamadas señas laberintos

Parpadea el instante y dice algo

escucha abre los ojos ciérralos

la marea se levanta

Algo se prepara

 

Nos dispersamos en la noche

mis amigos se alejan

llevo sus palabras como un tesoro ardiendo

Pelean el río y el viento del otoño

pelea el otoño contra las casas negras

Año de hueso

pila de años muertos y escupidos

estaciones violadas

siglo tallado en un aullido

pirámide de sangre

 

horas royendo el día el año el siglo el hueso

Hemos perdido todas las batallas

todos los días ganamos una

Poesía

 

La ciudad se despliega

su rostro es el rostro de mi amor

sus piernas son piernas de mujer

Torres plazas columnas puentes calles

río cinturón de paisajes ahogados

Ciudad o Mujer Presencia

abanico que muestras y ocultas la vida

bella como el motín de los pobres

tu frente delira pero en tus ojos bebo cordura

tus axilas son noche pero tus pechos día

tus palabras son de piedra pero tu lengua es lluvia

tu espalda es el mediodía en el mar

tu risa el sol entrando en los suburbios

tu pelo al desatarse la tempestad en las terrazas del alba

tu vientre la respiración del mar la pulsación del día

tú te llamas torrente y te llamas pradera

tú te llamas pleamar

tienes todos los nombres del agua

Pero tu sexo es innombrable

la otra cara del ser

la otra cara del tiempo

el revés de la vida

Aquí cesa todo discurso

aquí la belleza no es legible

aquí la presencia se vuelve terrible

replegada en sí misma la Presencia es vacío

lo visible es invisible

Aquí se hace visible lo invisible

aquí la estrella es negra

la luz es sombra luz la sombra

Aquí el tiempo se para

los cuatro puntos cardinales se tocan

es el lugar solitario el lugar de la cita

 

Ciudad Mujer Presencia

aquí se acaba el tiempo

aquí comienza

 

 

(1958)

 

 

 

 

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