Presentamos la reseña de Santiago Grijalva, al más reciente libro de la colección “2alas” de El Ángel Editor. Libro de poesía con los títulos: Ahora viene mi padre, de Javier Valencia (Ecuador) y, Papeles nocturnos, de Liyanis González (Cuba). El texto crítico viene seguido por un par de poemas de los autores.
Ahora viene mi padre
Javier Valencia (Ecuador)
Papeles nocturnos
Liyanis Gonzalez (Cuba)
El Ángel Editor
Colección 2alas No. 24
Como el dolor se convierte en la ausencia
Santiago Grijalva
Frente a la nueva publicación en la colección “2alas” de El Ángel Editor encontramos a dos voces que se juntan por un azar cotidiano, por un cumulo de imágenes que han sabido ir de la mano:
Viene en puntillas
agazapado en lo torcido de sus pasos
a regalarme una emoción,
un vaivén, un mar, una sonrisa. Javier Valencia
Y mi padre se esconde
-en los bolsillos macerados-
Las astillas de su aroma Liyanis González
Pero la ausencia también se encuentra en la renuncia, en las batallas perdidas, en la fascinación violenta ante el abandono. Ahora viene mi padre, nos dice Javier Valencia, como sabiendo que los rezagos de soledad se quedan en la solapa de la memoria y que los Papeles Nocturnos de Lyanis González nos ofrecen abrir un cajón para ver de cerca a la soledad.
seré un borrón en la historia
un cero a la derecha de Dios, […]
Javier nos propone una lectura que va desde un sentir inmediato hasta la memoria que se queda en el tacto:
Tus mariposas morderán mi oídos
Susurrándome la maravilla que vieron
Tú y el ocaso arenando belleza
Basto nacer y vivirnos dieciocho días
Para quitarnos la soberbia
Ven que te quiero
Desde qué tiempo ajeno al nuestro
Desde el hoyo primigenio donde nacen
Las estrellas que nos caen en los jardines
El poeta nos muestra la posta que se trasmite en las personas que nos vieron nacer, hasta las que nos verán desfallecer en algún momento. El cambio de generaciones y la dureza de cada una se manifiesta dentro de este libro:
Ahora viene mi padre.
Viene con todo gusto a quedarse
En el aire que nuestra boca aspira
En morada que habito, caminándole.
Hijo
captura con tus ojos esa puesta de sol
No siempre es el mismo dolor que nos invade, es por eso que los organizamos como nos dice Lyanis González:
Arrastro las antiguas derrotas
Y las alineo al borde de mi mesa
Como si la memoria fuese un álbum cargado de nostalgias y certezas:
afuera el sol enfermo
oculta sus frutos
sus insectos
y gusanos
Nos descubrimos buscando ese optimismo que se escapa por las manos de la poeta, dejándonos una desgarradura en el amor que se proclama en la noche, en la amante que se entrega a la muerte por ver la trascendencia en los descendientes, la transparente verdad que duele:
No hay desamparo
en el hijo
que se engendra para morir
todo envejece
Y
el alma calla sus finales rumorosos
Y nos entrega su forma de ver y afrontar la vida, la capa que recubre la realidad, sin embargo la autora lo devela para sus lectores:
Mi visión del invierno
un instante de placer
Dibujo un sol
que me envuelva la noche
Construiré el lecho en un puñado de paja
una mentira
una loza de luz
Aún cuesta la muerte desprenderse de la vida
Ambos poetas se desbordan y nos muestran una sensibilidad que nos alcanza en las palabras, la transparencia en sus escritos nos evidencia que han venido a transmitir, buscando a un lector.
Para que sus versos nos devuelvan esa sensibilidad que se mantiene al margen en la vida cotidiana y que solo aflora cuando se encuentra con un libro como este; porque es fácil identificarse con las imágenes que nos plantean los autores. Este libro siempre tendrá un lugar donde será acogido sin importar sus soledades, remembranzas, rasgaduras… que siempre nosotros los lectores tendremos un espacio entre los versos de Javier Valencia y Lyanis González.
Traes a la memoria
Liyanis Gonzalez
cuanto ya sé que escribes
Caminas por calles lejanas
y el silencio es torre
y árbol recostado a las colinas
Aguacero insaciable sobre tu ciudad
tan aprisa consumida
La palabra ensordece
en el sabor agridulce
en los pliegues de tu lengua
Para qué nombrar al hombre
extrañarlo en el nuevo comienzo
donde la belleza cruza las planicies
Yo me bebo el milagro
Descanso en mis inviernos
gozo perceptible
de tus escasas encinas
Traes a la memoria tanto duelo
Yo contemplo la llama
Sólo lo que conozco
divido
Aceptar la suerte
Liyanis Gonzalez
mudar en ella la fuga o la fe
vívida, impasible, perdida
juntarla en el instante de su morir disperso
ajena al verme se diluye en sus trampas
y
en mi centro desciende
como oleaje de fuego retirado
Ahora viene mi padre
Javier Valencia
A Enrique
Ahora viene mi padre
con su andar doloroso
su mirada incierta
caminando sus calamidades,
accidentes y desórdenes mentales.
Viene en puntillas
agazapado en lo torcido de sus pasos
a regalarme una emoción,
un vaivén, un mar, una sonrisa.
¿Y qué de su risa
que empapaba las paredes de un trance
que hasta ahora se enquista en los pilares
de la casa que forjó como herencia?
Ahora viene mi padre,
poesía escondida y religiones sobrepuestas
que poseían con amianto las cortinas
para salvarnos de la soledad a quemarropa
En su lecho, nada conmovía
ni el andamiaje del mundo imperante,
ni las pérdidas, desencuentros o miedos,
ni desamores entrampados en cólera.
No hubo terremoto
que irrumpa nuestro sueño despierto
o luego de la vida o del destierro
que nos colme de bien los pulmones
cada mañana a celebrar
los últimos años que traían
de vuelta el seno paternal
y de regreso a su epitafio inmenso
somos, lo que vamos siendo
somos, el recuerdo de ser,
tus pupilas despabilan la noche,
tu alegría inunda aún la ausencia
y cansado de amar te fuiste amando
a eso de tentar al mismo amor y sus preguntas
sobre el pánico se montó un adiós repentino
con la pena seca en el tendedero.
Como siempre despediste al silencio
con una ráfaga reflexiva y profunda,
dejaste que el amor se nos fuera entendiendo,
que la flor entre poesía perdurara
te alcanzo los pies, te cobijo la madrugada,
aún el fulgor de discusiones inconclusas
invade nuestro espacio, la posta tomada
yo de hijo, padre, cuando de padre hacías de hijo
aún sueño tu marchita partida
resignada a lo que quisimos ser
y no alcanzamos, porque pasa,
porque somos, éramos, soy, sin mayor explicación.
todavía llamas nuestro nombre
con el nombre que llamamos
cuando tocamos a los hijos con la voz
al nombrarlos por los mismos nombres.
Hombría que evoca el nombre
del hombre que se desprende de su nombre,
fugitivos solidarios, hermanos solitarios,
islotes que se abrazan en el lecho de sus aguas.
Cuanta soledad esparcida en nuestras horas difíciles
cómplices de los primeros amores cuando todos era ninguno
que nos dejaron felices dejándonos
condenados a nosotros mismos.
Vuelvo a tu andar listando consejos,
queda una casa por cuidar y una soledad
que con los días se instala
en el baño, la recámara, los azulejos, las rendijas.
como el polvo se esparce en los muebles
rezago de presencia en cada
centímetro de atmósfera
nos recorre los suspiros a ratos
Soledad como la tuya perdura,
soporta goleadas y aguajes
soledad intransigente, terca
que amando a solas se sostiene.
Porque de eso estamos hechos los hombres,
De esta ausencia que vira la copa,
y de esperar sostenernos
cuando las piernas no respondan.
Un miedo inmenso
y su agridulce persisten
en el juego de grandeza
que se aferra a los hijos que vienen
armando números impares
en temporadas altas y bajas
en bajamar o plenilunio
a esparcir en rodajas sus colores
Yo traté de sostenernos
jugando a ser Ulises, Hércules, Goliat
o al menos calzarme tus pisadas
para rodear con mi locura tu paz
Esto de alcanzarte
de ser grande, ajustarme a tu talle,
sostener la hombría, pero aún esconderme
en un sector al azar de tu armario.
Grato es llorar,
es el himno que acojo,
los vellos erizarán la música,
mientras sigues soplando los molinos
locuras y trances
inundan insurrectas las alcobas,
y la cocina con inventos salados
y las paredes con recuerdo de tertulia
Ahora viene mi padre.
Viene con todo gusto a quedarse
en el aire que nuestra boca aspira
en la morada que habito, caminándole.
Datos vitales
Javier Valencia Galarza (Quito, 1975). Poeta, diseñador profesional, cantautor, gestor cultural y publicista. Realizó sus estudios de Diseño en la Universidad Católica de Quito. Fue integrante del taller de la Fundación Nueva Generación dirigida en 1996 por el escritor Xavier Oquendo Troncoso. Involucrado en distintas actividades a lo largo de su vida, ha mostrado un constante interés por el arte, la poesía y la música. En 2013 publica su primer poemario Pendientes dentro de la Colección “Ópera Prima” de El Ángel Editor y participó en el Encuentro Internacional de poetas Paralelo Cero 2014 siendo parte de la antología del mismo. El mismo año finalizó sus estudios de Maestría en Comunicación en la Universidad Andina Simón Bolívar, actualmente trabaja en varios proyectos de diseño, comunicación y gestión cultural.
Liyanis González Padrón: poeta cubana, licenciada en Derecho, y catedrática de Literatura en el Colegio Americano de Quito, además se desempeña como examinadora académica del Programa de Diploma para el Bachillerato Internacional. Ha colaborado con periódicos de poesía y editoriales de Ecuador y Cuba. Ha participado en eventos poéticos nacionales e internacionales. Hasta el momento tiene publicados tres poemarios. Algunos de sus textos aparecen en revistas culturales de: Cuba, Chile, México, España, Ecuador y Estados Unidos; así como en algunas antologías extranjeras.
Santiago Grijalva Aguilar (Ibarra, Ecuador, 1992). Estudiante de la Universidad Politecnica Salesiana en el 8vo nivel de la carrera de psicología. Pertenece al grupo literario “El tornillo”. Publicó el libro “La revolución de tus cuerpos” en la Colección Opera Prima de EL Ángel Editor.