Eduardo Lizalde obtiene el Premio Internacional Carlos Fuentes

En Círculo de Poesía celebramos que este día el poeta Eduardo Lizalde ha sido merecedor del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Español 2016, convocado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Cultural Federal. El jurado ha señalado que Lizalde “es el poeta vivo más importante de México y uno de los más notables de la lengua española. El tigre en la casa es uno de los libros más influyentes y vivos en sucesivas generaciones. Su obra poética completa está recogida bajo el título Nueva memoria del tigre, donde incluye su valiente y crítica Autobiografía de un fracaso, que da cuenta de la aventura poeticista de su juventud.” El jurado estuvo conformado por Sergio Ramírez, Jaime Labastida y Juan Luis Cebrián. Además de Roger Bartra y Vicente Quirarte como representantes de la Secretaría de Cultura y la Universidad Nacional Autónoma de México, respectivamente.

Eduardo Lizalde ha publicado en 2014 El tigre en la casa, en Valparaíso México, obra fundamental de la poesía hispanoamericana  en la que coinciden críticos y lectores de varios países y generaciones. En el prólogo a dicha edición, Mario Bojórquez dedica un luminoso prólogo y reafirma la importancia de los versos de Lizalde: “la poesía de Eduardo Lizalde ha renovado el discurso amoroso en la poesía española contemporánea, ha logrado inyectarle esa fiereza que viene de ‘Obra maestra’, esa desesperación que en el vértigo se abisma, ese girar sobre el signo del infinito.” Su poesía ha alcanzado la vastedad del idioma español pues en años recientes El tigre en la casa se ha publicado en España, Argentina, Centroamérica, Colombia y México. Además Círculo de Poesía ha auspiciado la publicación de Memoria del tigre. Antología poética 1966-2016, en traducción de Stefano Strazzabosco en la editorial italiana Raffaelli Editore.

A continuación un par de poemas del libro El tigre en la casa que recientemente publicó Valparaíso México:

 

 

 

Retrato hablado de la fiera

 

“Lo he leído, pienso, lo imagino;

existió el amor en otro tiempo.”

Será sin valor mi testimonio.

Rubén Bonifaz Nuño

 

3

 

Recuerdo que el amor era una blanda furia

no expresable en palabras.

Y mismamente recuerdo

que el amor era una fiera lentísima:

mordía con sus colmillos de azúcar

y endulzaba el muñón al desprender el brazo.

Eso sí lo recuerdo.

Rey de las fieras,

jauría de flores carnívoras, ramo de tigres

era el amor, según recuerdo.

Recuerdo bien que los perros

se asustaban de verme,

que se erizaban de amor todas las perras

de sólo otear la aureola, oler el brillo de mi amor

–como si lo estuviera viendo.

Lo recuerdo casi de memoria:

los muebles de madera

florecían al roce de mi mano,

me seguían como falderos

grandes y magros ríos,

y los árboles –aun no siendo frutales–

daban por dentro resentidos frutos amargos.

Recuerdo muy bien todo eso, amada,

ahora que las abejas

se derrumban a mi alrededor

con el buche cargado de excremento.

 

 

 

4

 

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;

que se pierda

tanto increíble amor.

Que nada quede, amigos,

de esos mares de amor,

de estas verduras pobres de las eras

que la vacas devoran

lamiendo el otro lado del césped,

lanzando a nuestros pastos

las manadas de hidras y langostas

de sus lenguas calientes.

 

Como si el verde pasto celestial,

el mismo océano, salado como arenque,

hirvieran.

Que tanto y tanto amor

y tanto vuelo entre unos cuerpos

al abordaje apenas de su lecho, se desplome.

 

Que una sola munición de estaño luminoso,

una bala pequeña,

un perdigón inocuo para un pato,

derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas

y desgarre el cielo con sus plumas.

 

Que el oro mismo estalle sin motivo.

Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa

se destroce.

 

Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,

tanto imposible amor inexpresable,

nos vuelva tontos, monos sin sentido.

 

Que tanto amor queme sus naves

antes de llegar a tierra.

 

Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,

niños, animales domésticos, señores,

lo que duele.

 

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