El 8 de diciembre de 1869 el periódico de Bolonia, Il popolo, publicó uno de los más complejos poemas del poeta italiano Giosué Carducci, el “Himno a Satán”, que este día 8 de diciembre, pero de 2016, lo presentamos con nota y traducción al español de Victoria Montemayor.
Inno a Satana de Giosué Carducci
La figura de Giosué Carducci emerge como una luz en la oscuridad a mediados del siglo XIX en Italia y se convertirá en referente obligado para los distintos poetas que surgirán a finales de ese siglo, y posteriormente en el Novecento italiano. Carducci nació en una región de la Toscana, en Valdicastello, Lucca en 1835 justo cuando el Resurgimiento comenzaba a vislumbrarse en lo que ahora conocemos como la República Italiana. Carducci será un personaje principal en la historia de Italia, en la educación, la crítica, la traducción, la filología, la poesía y los estudios clásicos. Recibirá el premio Nobel en 1906 y morirá al año siguiente en Bolonia; justo en donde comenzó su carrera como catedrático de literatura, en la Universidad desde 1860. Entre sus poemarios encontramos: Rime di San Miniato (1857), Odi barbare, Odas bárbaras (1877-93), Giambi ed Epodi, Yambos y Epodas (1871-82), Rime nuove, Rimas nuevas (1887). Para Carducci la poesía debía poseer valores estéticos, ser docta, de rigor humanístico. Fue un gran experimentador del uso lingüístico y de la métrica.
Uno de sus poemas más complejos es Inno a Satana, Himno a Satán, escrito en 1863 y publicado el 8 de diciembre de 1869 en el periódico de Bolonia, Il popolo. Días después de la publicación, Carducci, con el seudónimo de Enotrio Romano escribía al editor Quirico Filopanti: “El Himno a Satán es lirico al menos en esto, es la expresión súbita, el arrojo de sentimientos individuales, que me brotaron del corazón en una noche de septiembre de 1863. […] Satán para los ascéticos es la belleza, el amor, el bienestar, la felicidad. […] Para los teocráticos Satán es el pensamiento que vuela, Satán es la ciencia que experimenta […] Satánicas las revoluciones europeas para salir del medievo, que es el paraíso terrestre de aquella gente […]”
De tal manera que El Himno a Satán forma parte de una poética combativa en la que Carducci evoca diversos ecos míticos, clásicos, históricos, paganos, masónicos; realiza una crítica a diversas cuestiones de la política europea, al papismo italiano, y la figura de Satán emergiendo como un símbolo del progreso y la libertad. Dejo al lector su propia interpretación.
Victoria Montemayor
Himno a Satán
A ti, del ser
principio inmenso,
materia y espíritu,
razón y sentido;
mientras en los cálices
el vino destella
así como el alma
en la pupila;
mientras sonríen
la tierra y el sol
e intercambian
palabras de amor,
corre un temblor
del himeneo arcano
por montes y palpita
fecundo el llano;
a ti el frenesí
del verso ardiente,
te invoco, oh Satán,
rey del convite.
¡Arroja el aspersorio,
sacerdote, y tu métrica!
¡No, sacerdote, Satán
no regresa!
Ve: el hastío
roe a Miguel
el halo místico;
y el fiel
desplumado arcángel
cae en el vacío.
Congelado es el rayo
de Jehová en mano.
Meteoros pálidos,
planetas apagados,
llueven ángeles
de los firmamentos.
En la materia
que nunca duerme,
rey de los fenómenos,
y de las formas,
solo vive Satán.
Y detenta el imperio
en la luz trémula
de un ojo negro,
donde lánguido
huya y resista
o acre y húmedo
provoque, insista.
Resplandor de racimos
en la sangre gozosa,
por la cual, la alegría
se libera y no languidece;
que la fugaz
vida restaura,
que el dolor prorroga,
que amor provoca.
Tú exhalas, oh Satán,
en mi verso,
si desde el seno irrumpes
desafiando al dios
de los reyes pontífices,
de los reyes cruentos:
y como el rayo
estremeces las mentes.
A ti, Agramante,
Adonis, Astarté
las esculturas vivieron
telas y bocetos,
cuando de las iónicas
auras serenas
surge Venus
Anadiomena.
A ti desde el Líbano
susurran las plantas,
del alma Chipris
renace amante:
a ti fervientes
las danzas y los coros,
a ti los virginales
cándidos amores,
entre las odoríferas
palmas de Idomeneo
donde blanquean
las espumas chipriotas.
¿Que se desvanece
el nazareno bárbaro
furor del ágape
del rito obsceno
con llama sagrada
los templos ardieron
y las señales argólicas
en tierra se esparcieron?
Te acoge prófugo
entre los dioses lares
la plebeya memoria
de los hogares.
Entonces un femíneo
seno palpitante
saciando, férvido
numen y amante,
la bruja pálida
de eterno cuidado
se vuelve a socorrer
la egregia natura.
Tú en el ojo inmóvil
del alquimista,
tú del indócil
mago a la vista,
abres los fulgidos
tiempos noveles
del claustro tórpido
más allá de los canceles.
En la Tebaida,
tú en los acontecimientos
huyendo, el monje
triste se esconde.
O a través de ti
alma dividida,
benigno es Satán:
aquí Eloísa.
En vano te atormentas
en las ásperas vestiduras:
el verso murmura
de Maro y Flaco
entre la salmódica
melodía y el planto;
formas délficas,
a ti da el canto,
rosas en la horrida
compañía negra,
desciende Licoride,
desciende Glicera.
Pero de otras imágenes
de edad más bella
ahora se puebla
la insomne celda.
Y de las páginas
de Livio, ardientes
tribunos, cónsules,
turbas fervientes
despierta; y fantástico
de ítalo orgullo
te impulsa, oh monje,
sobre el Capitolio.
Y ustedes, que la rabiosa
hoguera no derrita,
voces fatídicas,
Wicleff y Husse,
al alba el vigilante
su grito eleva:
se renueva el siglo,
plena es la edad.
Y ya, ya tiemblan
mitras y coronas:
movidas por el claustro
la rebelión,
y pugna y predica
bajo la estola
de Fray Girolamo
Savonarola.
Arrojó la túnica
Martín Lutero:
arroja tus vínculos,
humano pensamiento,
y brilla y fulgura
de llamas ceñida;
materia, ensálzate:
Satán ha vencido.
Un bello y horrible
monstruo se suelta,
recorre océanos,
recorre la tierra:
corusco y humeante
como los volcanes,
los montes supera,
devora los llanos;
sobrevuela los báratros;
después se esconde
por cuevas ignotas,
por senderos profundos;
y sale; e indómito
de lid en lid
como turbina
su grito expande,
como turbina
el halito expande:
pasa, oh pueblos,
Satán el grande;
pasa benéfico
de lugar en lugar
sobre el irrefrenable
carro de fuego.
¡Salud oh Satán,
oh rebelión,
oh fuerza vindicativa
de la razón!
¡Consagrados a ti se eleven
los inciensos y los votos!
Venciste al Jehová
de los sacerdotes.
Referencias:
Brand, Peter, The Cambridge History of Italian Literature, Cambridge University, United Kingdom, 2007.
Ceserani, Remo y De Federicis, Lidia, Il materiale e l’immaginario, v. 4.2 Ottocento; 5, Novecento, Loescher, Torino, 2003.
Guglielmino Salvatore, Guida al Novecento, Principato editore, Milano, 1976.
http://www.classicitaliani.it/carducci/poesia/Carducci_inno_Satana_1869.htm