En el marco del dossier de poesía francófona reciente, preparado por Gustavo Osorio de Ita y Sergio Eduardo Cruz, presentamos a Christophe Manon (Bordeaux, 1971), poeta y novelista, ha publicado varios volúmenes de poesía en francés dentro de los cuales se destacan Qui vive (Dernier télégramme, 2010), Testament, d’après François Villon (Léo Scheer, 2011), así como su participación en la antología Le Jardin ouvrier presentada por Ivar Ch’Vavar (Flammarion, 2008). Los siguientes poemas forman parte del libro Au nord du futur, en ellos Manon consigue alterar el orden semántico a través de rupturas sintácticas, tensando así la definición del verso libre – tan cara para los franceses desde Laforgue – y proponiendo una nueva expansión del sentido a través de la secuencia organizacional básica del poema. Por otra parte estos poemas alteran también la carga significativa alternando un otro continnum: el tiempo. Manejados en bruscas rupturas temporales, los poemas de Manon se configuran en un tiempo anómalo entre el condicional y el presente, un tiempo de añoranza pero también de arrepentimiento que consigue, en última instancia, construir varios sujetos; uno que nunca fue y uno que siempre está al borde de dejar de ser. La traducción es de Gustavo Osorio de Ita.
Al norte del futuro
(Fragmentos)
Escribíamos sobre muros
de prisiones hablábamos a través de tuberías a otros
como nosotros encarcelados nada
se perdió sujetando lo inasible construimos
con espuma luminosa aquello
que vuelve siempre como un
suceso dirigimos a los muertos saludos
amistosos con un tierno gesto les envolvimos palabras
reconfortantes no somos
iguales de pie bajo una misma horca extranjeros
sin embargo unos
cargan a los otros
con silencio.
…
Nuestros gestos eran de piedra habíamos
aprendido nuestros dolores de memoria nuestras siluetas giraban giraban
dónde
estamos qué nos hemos
vuelto ahora quizás
haber tenido que combar el dorso la época en su momento la guerra
acechaba mas nosotros estamos incansablemente sobre la pista de aquello que suponemos
ser habitar el presente llenamos
con nuestra ligera existencia los objetos que tocamos pero no sabemos no
no sabemos
qué territorio descubrir qué
horizonte conceder a nuestras esperanzas.
…
Larga fue la espera en estos tiempos
de angustia había tanto odio en nosotros que se le podría haber nombrado
amor de nuevo
buscamos una verdad a la altura del hombre un
pensamiento peligroso y transformador de lo real necesitamos
inventar todo hasta los átomos encontrar
un nuevo imaginario de las formas deslumbrantes reunir
los países los mares diferentes los cambios del sol los bailes
los cantos de la música los cortes y
golpes de estupor contemplar
los paisajes soñadores en los ojos de los sobrevivientes el cielo fatigado los
arboles hinchados las rocas limitantes mirar
aquello que no se ve con nuestros ojos ciegos cuando
secretamente el olvido reúne
sus fuerzas para vencer
a las luciérnagas.
…
Éramos nada había
silencio en nosotros y nosotros
bailábamos bailábamos erigiendo nuestros deseos como asaltando
alguna falacia algún encierro alguna sima al
azar no acatando ninguna ley ningún orden nos volvíamos infantes
bombas cruzaban las puertas yendo de duelo en
duelo a través del empuje del tiempo que nos lleva infaliblemente
a la madurez no siendo
sino hombres despojados
de aquello que poseíamos aún del destino sondeamos
las tierras extranjeras cubiertas
en la noche dónde
estamos nadie lo sabe pero
cómo era oscuro y cómo
sin embargo vivimos.
…
A veces el amor también
es aquello que nos lleva a estar en este punto presente y con tan intensa
dulzura y lo que nos resta de los besos lo usamos
para secar las lágrimas en las mejillas de nuestros semejantes y hacer que dure
el presente con una alegría que no quiere
morir y el silencio saturado de venenos la parte
que reivindica incansablemente recibimos el honor ahora
los bellos nombres los registramos en nuestros libros cruzando
la oscuridad con gestos frágiles dando
memoria a lo que se rompió para
que aquello que fue vuelto visible no sea
borrado y que no queden
palabras sin sepulcro.
Au nord du futur
(Fragments)
Nous écrivions sur des murs
de prisons parlions à travers les canalisations à d’autres
comme nous incarcérés rien
n’est perdu saisissant l’insaisissable nous bâtissons
d’écume lumineuse ce qui
survient toujours comme un
événement nous adressons aux morts des saluts
amicaux d’un geste tendre nous les enveloppons de paroles
réconfortantes ne sommes-nous pas
égaux debout sous un même gibet étrangers
cependant les uns
aux autres portant fardeau
de silence.
…
Nos gestes étaient de pierre nous avions
appris nos douleurs par coeur nos silhouettes tournaient tournaient
où
sommes-nous que sommes-nous
devenus maintenant peut-être
eut-il fallu plier l’échine l’époque est à son comble la guerre
guette mais nous sommes inlassablement sur la piste de ce que nous
supposons
être habiter le présent nous remplissons
de notre légère existence les objets que nous touchons mais nous ne
savons
pas ne savons pas
quel territoire défricher quel
horizon donner à nos espoirs.
…
Longue fut l’attente en ces temps
de détresse il y avait tant de haine en nous qu’on aurait pu la nommer
amour de nouveau
nous cherchons une vérité à hauteur d’homme une
pensée dangereuse et transformatrice du réel il nous faut
tout inventer jusqu’aux atomes trouver
un nouvel imaginaire des formes éblouissantes ajouter
des pays des mers différentes les changements de soleil des danses
des chants de la musique des coups et
frappés de stupeur contempler
les paysages rêveurs dans les yeux des rescapés le ciel fatigué les
arbres tuméfiés les roches bondissantes regarder
ce qu’on ne voit pas avec nos yeux aveugles quand
secrètement l’oubli rassemble
ses forces pour vaincre
les lucioles.
…
Nous n’étions rien il y avait
du silence en nous et nous
dansions dansions dressant nos désirs comme à l’assaut
de quelle falaise quelle enceinte quelle cime au
hasard n’obéissant à aucune loi aucun ordre nous enfantions
des bombes franchissions des portes allant de deuil en
deuil en travers de la poussée du temps qui nous porte infailliblement
à l’échéance n’étant
que des hommes dépouillés
de ce que nous possédions encore de destin nous arpentions
les terres étrangères couverts
de nuit où étions-
nous nul ne le sait mais
comme il faisait sombre et comme
cependant nous vivions.
…
Parfois l’amour aussi
est ce qui nous émeut d’être à ce point présent et d’une intense
douceur et ce qui nous reste de baisers nous en usons
pour sécher les larmes sur les joues de nos semblables et faire durer
le présent d’une joie qui ne veut pas
mourir et du silence saturé de poison la part
qu’il revendique inlassablement nous recevions l’accolade maintenant
les beaux noms nous les consignons dans nos livres franchissant
l’obscurité en des gestes fragiles donnant
mémoire à ce qui fut brisé afin
que ce qui a été rendu visible ne soit pas
effacé et qu’il ne reste pas
de mots sans sépulture.